Diva: Riesgo #PepaySilvia #LHDP

Y este capítulo va porque me lo pidieron y porque mi musa ha regresado….


Capítulo Treinta y Siete: Riesgo

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Andrés Cañizares estaba desesperado. Había estado intentando comunicarse con su hacía más de media hora pero Pepa no contestaba a sus llamadas. Necesitaba hablar con ella con urgencia porque había recibido una llamada de Alfonso Goic contándole que tenía una propuesta de trabajo millonario con un sponsor deportivo y no quería perder la oportunidad de tomarlo, pero para eso iba a tener que sacrificar algunos días de su tiempo con Isa.

Andrés no quería hacerlo pero tampoco quería perder la oportunidad de oro, de tener lo suficiente para asegurar de una vez y por todas el futuro de su pequeña hija.

 

Insistió en no llamarla más. No iba a arriesgarse a perder esa oportunidad así que decidió llamar a su madre para pedirle el favor de cuidar a la niña y con eso arregló su parte. Estaba ansioso por comenzar su trabajo y su noche de insomnio un día antes del evento así lo demostró.

El gran día llegó y se despidió de su hija con un abrazo y un gran beso. Con su madre hizo lo mismo y salió de Barcelona rumbo a Madrid en el primer vuelo a Barajas que encontró. La empresa detrás de su contrato millonario era madrileña así que fue ese el motivo por el cual tendría que hacer ese viaje a la capital. El centro de eventos era un polideportivo de alto rendimiento dónde también entrenaban los deportistas de élite que representaban a España en los Juegos Olímpicos.

Andrés se presentó con Alfonso Goic que estaba encantado de tenerlo entre sus filas y comenzó el ajetreo normal de eventos como ese. El ex tenista había tenido que pasar su día entre maquilladores, estilistas y fotógrafos que lo retrataron entre pose y pose para darle notoriedad al polideportivo junto con un spot publicitario que lo coronaba todo. Entre toma y toma decidió que tenía que ir al aseo y se disculpó con los asistentes que lo ayudaban para estar listo y les dijo que volvería pronto.

El director del evento dijo que todos podían tomar un descanso de diez minutos y todos los trabajadores se dispersaron.

Andrés casi corrió a los aseos para caballeros del polideportivo y se encerró en el último de los compartimientos de los aseos de varones, hizo lo suyo e iba a tirar de la cadena cuando supo que habían entrado otros hombres al aseo. No pudo verlos directamente, pero sí que había reconocido las voces y se dio cuenta que uno de esos hombres era uno de los empresarios más famosos del mundo deportivo, José María Lazarte y el otro era su representante, Alfonzo Goic.

– Es que la hicimos de oro tío – Lazarte se mofaba con una sonrisa burlona mirando a su interlocutor – Que Cañizares haya aceptado firmar ese contrato millonario nos ha llevado a la cumbre y estoy seguro que el alto mando estaría orgulloso de ello.

Goic que escuchaba hablar a su amigo no lo estaba pasando bien. Desde el día de la reunión en el restaurante barcelonés dónde hablaron del acuerdo, nunca más se sintió cómodo con Lazarte ni mucho menos seguro estar a su lado. Todavía recordaba que el hombre le había hablado de la Burundanga y los tratos que tenía con narcotraficantes de alta gama de Cataluña. Se sentía horrible de saber que había aceptado tratar con ese tipo de gente y lo peor, haber arrastrado a su representado a tal entuerto.

– Lo dices cómo si no hubiese pasado nada hombre – se quejó Goic – Cómo si no estuvieses hablando de que detrás de todo esto hay droga involucrada, la mafia catalana y ni hablar de que me drogaste para aceptar tal acuerdo.

A Lazarte le cambió el gesto del rostro. Había borrado la sonrisa para transformarla en un ceño fruncido y una mirada acerada. Luego de acabar lo suyo vigiló los compartimientos para ver si había alguien más en el aseo y no vio a nadie. Se acercó a su homólogo y le encaró amenazándolo en un susurro peligroso.

– Calla la puta boca Goic – espetó con rabia – Creo que tú y yo estamos de acuerdo en que es mejor dejar todo esto tranquilo y no agitar las aguas….

– Pero yo no-

– Tú nada cabrón, tú nada – siguió con su amenaza – Los contratos están firmados y los jefes están contentos, aquí no ha pasado nada y tú no sabes nada, ¿Quedó claro?

– Yo no-

– ¡¿Te quedó claro?! – insistió Lazarte con brusquedad y vehemencia esta vez amenazando a Goic con una pistola que estaba apuntando al joven rubio por el costado. Lazarte esperó hasta que vio a Goic asentir en silencio y guardó su pistola en el cinto ocultándola con su saco. – Me alegro mucho que estemos de acuerdo tío – volvió a sonreír – Porque de lo contrario no me extrañaría nada que aparecieran en vuestra casa unos señores que te dejarán el cuento mucho más claro y créeme hombre, eso no le conviene ni a ti ni a tu querida familia por qué ¿Cuántos meses de embarazo tiene ya Lorena? ¿Cinco? Y es vuestro primer hijo ¿verdad?

– ¡Con mi familia no cabrón! – Goic no iba a dejar que su trabajo afectase a su familia – ¡Con mi familia no te metas!

– Bien, entonces si no quieres que tu linda familia salga perjudicada en todo esto… – amenazó – Te callas la puta boca y no pasará nada, ¿Estamos claros?

– Si… lo que tú digas… – Goic se rindió – Lo que tú digas….

– Así me gusta hombre – alabó con una sonrisa burlesca – Inteligente. Y ahora, será mejor que busques a tu gallinita de los huevos de oro que tenemos que terminar pronto con este jodido circo.

Lazarte salió del aseo dejando a Goic supuestamente solo y el joven de cabello rubio pudo respirar con tranquilidad. Estaba metido hasta cuello en un lío monumental que afectaba a mucha gente y no sabía cómo salir de eso. Fue peor cuando de pronto sintió un ruido en uno de los compartimientos del aseo y de él salió Andrés Cañizares que en ese momento estaba pálido como un fantasma luego de oír la charla entre los dos hombres. Se había escondido arriba del inodoro para no ser visto por Lazarte y lo consiguió por los pelos concentrándose en no respirar con fuerza y templando los nervios igual que hacía antes de salir a la cancha a disputar algún torneo. Esa templanza lo salvó, pero ahora ya no sabía hasta qué grado luego de ser testigo de tremendo embrollo.

– ¡Joder! ¡Me cago en la puta! – se quejó Goic con nerviosismo al ver a su representado – ¡¿Cómo coños has podido esconderte aquí?!

– ¿Es cierto? – Cañizares no estaba de humor para responder preguntas – ¿Es cierto lo que ha dicho Lazarte? ¡Respóndeme coño! ¿Es cierto que detrás de todo esto está la mafia catalana? ¿De este contrato?

– ¡Sí! – respondió Goic abrumado – Sí tío, todo lo que oíste en la conversación es cierto y estoy metido hasta los huevos en este jodido lío.

– Tenemos que denunciarlo Alfonso – instó Cañizares con seriedad – Tenemos que denunciar todo esto con la policía lo antes posible.

– ¡¿Es que tú estás loco tío?! – se quejó Goic sin poder creerse lo que le decía su amigo – ¡Estamos hablando de mafia hombre! Estamos hablando de sicarios a los que no les importaría volarte la cabeza si creen que estás estorbando en su negocio, ¡Es demasiado peligroso! Ese mismo cabrón de Lazarte me amenazó con una pistola si decía nada y no pienso correr ese riesgo, no con mi familia detrás y estoy seguro que tú tampoco deberías tío. Tampoco deberías, porque también tienes en quién pensar.

Cañizares supo que Goic estaba en lo cierto. No podía arriesgar la integridad de su familia, la vida de su hija. Pero al mismo tiempo en ella era en quién pensaba cuando tomó la decisión de seguirle la corriente a su representante al decirle que se quedaría callado. La conversación entre ambos quedó allí y el resto del día terminó con la grabación del último spot de inauguración del polideportivo. Al ex tenista le pagaron el contrato con el dinero que le habían estipulado y regresó a Barcelona junto a su hija con un gran sentimiento de culpa.

Mientras estaba en su estudio esa misma noche lo decidió. Sabía que el dinero que había ganado estaba sucio y tampoco se iba a arriesgar a que le acusaran de estafa si el jueguito de Lazarte se derrumbaba. Cañizares no tomaría ese dinero. Lo guardó en una caja fuerte y redactó una carta con todo lo que había escuchado ese día en el aseo de varones y llamó a la policía catalana denunciando todo lo que sabía.

La policía catalana supo que el chivatazo del tenista había abierto una nueva arista en la investigación sobre bandas delictuales en Barcelona y no dudó en llamar a Cañizares a declarar. El hombre lo hizo sin decirle nada a nadie y siguió con su vida normal después que la policía le asegurase que su nombre no saldría expuesto en su investigación.

A la semana siguiente comenzó la pesadilla para el ex tenista. Empezó con la extraña sensación de que lo seguían a todas partes. Luego llamadas extrañas le llegaban al móvil dónde el interlocutor simplemente cortaba la comunicación cuando él contestaba y acabó con un mensaje que le decía que estaban pendientes de él, que le conocían.

Supo entonces que estaba en peligro y decidió llevarse a su hija consigo y mandar a su familia de viaje al extranjero. Todo sin contarle nada a nadie a pesar de que su madre y Pepa quisieron saber qué le ocurría.

La policía catalana lo custodiaba. Le habían dado un piso franco en Madrid y se quedó en él hasta que tuvo que salir de improvisto cuando recibió una llamada inquietante.

Tenemos a tu hija – dijo una voz masculina de acento catalán – Si no vienes al polígono industrial de Junqueras en media hora, puedes ir despidiéndote de ella Cañizares, tienes media hora….

Cañizares intuía que podría ser una trampa pero Pepa no sabía nada de lo que estaba pasando y tampoco tenía permitido llamarla. Así que eso fue lo que hizo aquella tarde. Salió del piso franco eludiendo a la guardia que lo custodiaba con un pedido de compras y encerrando en el baño a otro de los guardias después de noquearlo y apenas estuvo a solas, salió del piso donde estaba escondido robándose un auto del estacionamiento. Era lo suficientemente tarde para que nadie lo descubriera y se amparó en la oscuridad para ir a rescatar a su hija….

 

Horas después esa misma noche en la mansión de Pepa, la morena fue despertada por una llamada a su móvil que también había despertado a Silvia.

– ¿Quién llama? – preguntó la modelo con voz somnolienta al mismo tiempo que miraba el despertador que indicaba que eran las cuatro de la mañana.

– ¿Estoy hablando con la señora María José Miranda? – una voz masculina preguntó a su vez a lo que Pepa asintió – Buenas noches, espere en línea por favor – el hombre indicó y Pepa esperó a que la otra vez le contestaran. Quién lo hizo fue Paco y luego de saludarla le pidió que fuera urgente a comisaría.

– ¿Qué ha pasado? – esta vez la voz de Pepa sonaba preocupada y miró a Silvia que sólo le acarició la espalda – ¿Por qué tengo que ir?

– No quisiera hablar de esto por teléfono Pepa – se disculpó el comisario con un dejo de tristeza – es mejor que venga usted personal-

– No voy a quedar con la incertidumbre señor comisario – la voz de la modelo era más urgente – No iré antes de que me diga lo que está pasando.

– Es… está bien – suspiró el hombre con nerviosismo – se trata de su ex marido….

– ¿Qué ha pasado con Andrés? – quiso saber Pepa mucho más nerviosa que antes – ¿Dónde está?

– Su ex marido… – Paco odiaba dar este tipo de noticias – Su ex marido ha sufrido un accidente automovilístico – explicó por fin – Lo siento mucho Pepa pero Andrés Cañizares está muerto….

Diva: Burundanga #PepaySilvia #LHDP

De vuelta en el ruedo…


Capítulo Treinta y Seis: Burundanga

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Silvia no sabía que hacer. Llevaba horas mirando a Pepa que estaba en silencio recostada en su cama sin decir nada. Había tenido una fuerte discusión con su ex marido por todo lo que ha venido ocurriendo entre ambos y la pelirroja ya no sabía qué hacer para animarla. Habían regresado a la mansión de la modelo luego de pasar tiempo en la corrala y fue cuando llegaron que el ex de Pepa la había llamado por teléfono para pedirle charlar de todo lo que estaba pasando y también sobre Isabella. De todo lo que habían hablado en el estacionamiento de la comisaría todavía quedaba el hecho de que alguien quería perjudicarles y todavía no daban con aquella persona. Ese hecho tenía a ambos con los nervios de punta.

Así que a Silvia no le quedó más que apoyar a Pepa luego de su charla con Cañizares que la pelirroja descubrió que de vez en cuando subía un par de tonos.

Se dio cuenta que cada vez que eso ocurría era porque tenía algo que ver con Isa y las desavenencias de ambos en su crianza.

Silvia suspiró y no soportó seguir viendo el talante desganado que volvía a aquejar a su chica por culpa de su ex. No iba a permitirlo. Se acercó a ella en silencio y se sentó al borde de la cama. Sin decir palabra alguna alzó su mano para acariciar el rostro meditabundo de Pepa que tuvo que cerrar los ojos cuando sintió el placer de aquella suave caricia y suspiró. Al abrirlos de nuevo descubrió que su pelirroja la miraba con una sonrisa tierna y no pudo evitar conmoverse pero no dijo nada.

Silvia aumentó el grado de sus atenciones al cuerpo de Pepa cuando ésta besó a su novia y la modelo se dejó hacer. Respondió a los besos de su doctora con otros besos fervientes y quiso acariciar el rostro de su chica, pero la pelirroja no la dejó.

– Esta vez se trata de ti mi amor – le dijo Silvia en un susurro ronco y un beso que excitaron a Pepa de una manera que no creía posible, pero de nuevo se dejó hacer. Emocionada, seguía con la mirada todos los movimientos de su princesa y no pudo evitar gemir un poco cuando esos movimientos suaves y calmados acabaron por dejarla desnuda en la cama que ambas compartían.

Pepa quiso tocar también la piel de su chica pero las manos de Silvia se lo impidieron. Sus manos y ella misma cuando se levantó de su lugar en la cama para buscar entre las cosas del aparador de Pepa un pañuelo de tela largo.

– No es justo que me dejes así pelirroja, eres una tramposa – se quejó en voz alta y luego gimió de la misma forma cuando vio que Silvia se acercaba una vez más a la cama con el pañuelo entre sus manos y cubría sus ojos con él.

– No sé qué pretende doctora y desde ya le digo que me gusta pero no es justo que yo la pueda ver – se quejó haciendo un mohín – Y necesito verla, tocarla, sentirla, por favor no me deje así….

– Ya te he dicho que se trata de ti Pepa Miranda, así que lo siento pero todavía no tendrás eso que quieres – se disculpó Silvia con una sonrisa lobuna que Pepa por supuesto no podía ver pero que sí intuyó – Esta vez que la que disfrutará de ese cuerpazo que tienes seré yo.

El susurro ronco al oído de Pepa fue demasiado para la modelo que volvió a gemir en voz alta y sin disimulos su elevada excitación. Excitación que incluso sin que Silvia ni siquiera la tocara ya estaba siendo evidente en casi todo su cuerpo y en especial aquella que podía sentir bastante acalorada.

– Esta es otra que te guardo pelirroja y ya me debes dos – se quejó la chica sin poder evitar volver a gemir de éxtasis al sentir su oreja siendo acariciada por los labios de Silvia – Y te advierto que esa me las cobraré con creces doctora que lo sepas.

– Aceptaré todo lo que quieras más adelante macarra – Silvia estuvo de acuerdo con una nueva sonrisa emocionada haciendo callar a su novia con un beso que Pepa le devolvió con su entusiasmo acostumbrado – Ahora necesito que cierres la boca y te concentres muy bien en mi voz Pepa porque lo que diré no lo pienso volver a repetir, ¿me has entendido?

– S… Sí princesa, lo he entendido – gimió con la voz ronca – pero es que yo….

Silvia volvió a silenciar a su novia con un beso y le explicó una vez más lo que quería. Pepa tuvo que aceptar casi a regañadientes pero en fondo no podía dejar de sentirse excitada y emocionada por aquel juego tan sensual. Cada día su pelirroja la sorprendía con algo nuevo y eso siempre le encantaba.

– Ahora que ya tengo toda tu atención preciosa lo que quiero de ti es simple – dijo Silvia con seriedad pero con la voz igual de ronca – Para seguir con este juego hay tres reglas básicas que espero que sigas al pie de la letra sino todo esto se acaba, ¿Estamos?

– Lo quieras, lo que quieras pero te estás tardando demasiado pelirroja… – Pepa volvió a quejarse en voz alta.

– Sé que es lo que quieres macarra pero tendrás que esperar hasta que te explique mis reglas – espetó Silvia con seriedad pero sin dejar la suavidad de sus caricias que ahora recorrían el cuerpo acalorado de Pepa, la gemía y se movía casi con desesperación cada vez que sentía esas mismas caricias en las partes de su cuerpo que más la necesitaban. De pronto Silvia cesó sus caricias y tomó ambas manos de Pepa para posarlas en la cabecera de la cama obligándola a sostenerse de ella.

– Como ya os he dicho mis reglas son simples – Silvia continuó con su sensual perorata haciendo caso omiso de las continuas quejas de Pepa que yacía inmóvil y desnuda en la cama, a merced de lo que quisiera hacer Silvia con ella. – la primera regla que deberás seguir para disfrutar de mis atenciones es que no me puedes tocar. Tendrás que sostenerte a la cabecera de la cama para todo y no podrás soltarte por ningún motivo porque si lo haces te dejo en un segundo sin que me importe lo necesitada que estés, ¿He sido clara?

– Como el cristal pelirroja – el susurro nervioso y excitado que escuchó de los labios de Pepa encantó y también excitó a Silvia por partes iguales. La modelo no dijo nada más y se concentró en seguir oyendo la voz extasiada de su chica que de vez en cuando podía sentir en su oído y cerca de su cuello.

– Bien – Silvia alabó con una sonrisa – me gusta que me hagas caso. – Silvia aquí no pudo evitar burlarse para el cabreo eterno de Pepa – nos salió obediente la niña….

– Cuidado pelirroja que te estás pasando – advirtió en tono severo Pepa cuando escuchó aquel comentario sarcástico – Mira que tú sabes que yo odio….

– Otra vez Pepa, sólo cállate – Silvia insistió volviendo a callar a Pepa a punta de besos demoledores – echas a perder toda la diversión con tu bronca macarra.

– Lo siento pelirroja pero tú sabes que yo odio que me vacilen – Pepa se medio disculpó con los dientes apretados – Pero está bien, ya me callo.

– Me alegro que lo hayas entendido cariño – Silvia sonrió mordiendo los labios de Pepa luego de besarla y sonrió mucho más amplio cuando escuchó el gemido profundo de Pepa que lo sintió reverberar en su pecho – Ahora, la segunda regla es que no puedes hablar, pero sí puedes quejarte si quieres. Nada más. Lo único que Silvia vio de Pepa y que le dio cuenta que su chica había entendido fue un asentimiento silencioso que complació a la doctora.

– Ahora que aclaramos ese punto viene la regla más importante – espetó con seriedad – Y esa regla es «No sin mi permiso».

– ¿Qué quieres decir con eso pelirroja? – a Pepa no le gustaba mucho lo que decía su princesa pero la dejó continuar. Pudo oír la respuesta en su oreja y volvió a tensarse sobre el colchón aguantando las ganas de acabar con aquella tortura.

– No podrás correrte hasta que yo lo permita. Esas son las reglas macarra.

– Me deberás una gigante cuando acabes pelirroja, una inmensa – la advertencia no hizo más que sonreír a Silvia que sabía que tenía la sartén por el mango así que no dudó en comenzar el juego que sabía que ambas disfrutarían….

 

 

 

 

A muchos kilómetros de Madrid, en la ciudad de Barcelona, un grupo de representantes de fitnnes local se reunía en el restaurante Caelis del Hotel Palace de Barcelona, uno de los restaurantes más lujosos y costosos de la cuidad catalana para discutir los proyectos de su próxima campaña deportiva y lo más importante, como costearían tal iniciativa.

El ambiente del lujoso restaurante de estilo victoriano, de grandes ventanales y cortinaje azul oscuro estaba curiosamente vacío a esa hora de la mañana. El grupo de empresarios había pedido tener privacidad total para la reunión cosa para la que tuvieron que desembolsar una considerable suma de dinero.

Quien encabezaba la comitiva de ocho miembros del equipo se llamaba José María Lasarte,  era un empresario de cincuenta años dueño de una compañía de anunciantes deportivos que se encargaba de todo lo relacionado con el marketing de dichos eventos. Su reputación era una de las mejores del sector en el que se desempeñaba y se perfilaba a transformarse en uno de los hombres más ricos de Barcelona.

El segundo hombre que encabezaba el grupo era Alfonso Goic, también empresario en el rubro deportivo quién era representante oficial de ex tenista Andrés Cañizares. Goic había asistido a la reunión en justa representación del deportista ya que tanto Lazarte como Goic tenían intereses en conjunto con el tenista. El resto de la comitiva estaba compuesta por dirigentes deportivos locales de diversas áreas, como el fútbol profesional, amateur, balonmano, baloncesto y voleibol.

Era la temporada de competencias oficiales en todas estas disciplinas por lo que cada miembro del grupo buscaba sponsors.

La reunión comenzó detallando en conjunto el camino a seguir para sus representados y todos quedaron de acuerdo en buscar los fondos necesarios para activar las diversas campañas de representación. Afinados los detalles del monto que se le otorgaría a cada equipo, le siguió la firma del acuerdo de cooperación conjunta legal que daba por iniciadas las negociaciones.

La idea era tener un equipo completo de deportistas catalanes aparados en aquella acta de cooperación, deportistas que representarían a su ciudad frente otros grupos de deportistas de comunidades grandes como la de Madrid, su competidora directa.

Los ocho empresarios no tardaron demasiado en acordar cada punto de la reunión y esta terminó mucho más pronto de lo presupuestado. Todos los miembros habían quedado bastante conformes con lo todo lo pactado y dieron por acabada la reunión sólo dos horas después de empezada la misma.

– Señor Goic ¿Podría quedarse unos minutos más? Necesito charlar con usted sobre un asunto importante.

José María Lazarte le había pedido a su homólogo empresario momentos antes de que este último se retirase del restaurante. Se despidió del resto de sus colegas y regresó a la gran mesa redonda dónde se había sentado antes para hablar con él.

– ¿De qué quieres hablar Lazarte? – el tono de voz y el gesto del representante de Cañizares cambió de inmediato una vez que el resto del grupo se había ido y se había quedado solo con Lazarte. Ambos se conocían desde hace años y más de una vez habían tenido una que otra rencilla personal por culpa de sus trabajos, pero en general tenían muy buena relación.

– Quiero hablar sobre tu representado Goic – espetó el hombre moreno con seriedad a su colega rubio – De Cañizares y de una propuesta para él que no podrás rechazar hombre, pero es mejor que nos pongámonos cómodos para esto.

Dicho lo esto último Lazarte se levantó de la mesa para acomodarse en los sofás del restaurante y de paso pedir a los discretos mozos un whisky y par de vasos con hielo. Goic no dijo nada pero aceptó el ofrecimiento y esperó a que sirvieran el whisky, tomó un trago del fuerte licor y volvió a esperar para oír lo que Lazarte tenía que decirle.

Goic observó a Lazarte beber de su whisky mirando pensativo un punto en la ventana del restaurante para luego voltear su mirada hacía él.

– ¿Sabes que es la Burundanga Goic? – preguntó Lazarte de pronto en tono misterioso a lo que Alfonzo negó con la cabeza sin saber a qué se refería el hombre.

– Ni puta idea Lazarte – respondió con curiosidad – ¿Qué es?

– Es lo que te hará millonario si aceptas la propuesta que te voy a hacer – respondió el empresario con una sonrisa engreída – Una propuesta que te dará mucha más fama de la que ya tienes y que a tu representado le llenará aún más los bolsillos de pasta.

– Parece de cuento lo que estás diciendo Lazarte pero todavía no entiendo que cojones tiene que ver la burundanga con esta propuesta – Goic no entendía del todo la propuesta de su colega, pero no le gustaba nada lo que tenía en mente y que pensaba que se trataba.

– La burundanga es lo que me financia todas las campañas tío – respondió Lazarte con acritud – Lo que me ha llenado los bolsillos de pasta y me ha ayudado con todo lo que he venido haciendo hasta ahora.

Alfonzo Goic entendió que su colega hablaba de algo ilegal. Lo supo cuando habló con aquella soltura de algo que todavía no conocía pero que descubrió cuando vio al hombre moreno sacar una pequeña bolsa de plástico del bolsillo interno de su saco que estaba lleno de un polvo blanco.

– Si piensas que te estoy hablando de la cocaína estás muy equivocado Goic – se burló Lazarte cuando vio la cara estupefacta de su colega al ver el contenido de la bolsa – Lo que ves aquí es la burundanga, que es como se le conoce vulgarmente. Esto es escopolamina, el aliento del diablo. Es un componente químico de los medicamentos antiespasmódicos pero también tiene usos mucho más efectivos que el medicinal.

– Tú estás loco tío, ¡Estás hablando de una puta droga! – Goic no podía creer lo que estaba oyendo. Tampoco quería ser partícipe de algo ilegal pero su colega no pensaba igual. Lazarte le hizo callar con una pulla y siguió su relato como si nada hubiese pasado.

– La burundanga me ha ayudado mucho y tengo gente que la comercializa especialmente para mí – Lazarte dijo con un dejo de orgullo en su voz – He ganado bastante pasta con esto y es así como he financiado mis campañas. Ahora, mi propuesta para ti y que deberá realizar Cañizares es una de esas campañas. Planeo abrir un centro de acondicionamiento físico profesional de alta gama en Barcelona y necesito que Cañizares sea el rostro principal del proyecto. Como ya está alejado del mundo del tenis me interesa tenerlo como gancho para este proyecto que dicho sea de paso es multimillonario.

– Es que no me puedo creer que me estés proponiendo algo así Lazarte, es que se te ha ido la pinza hombre estás loco – Goic no quería seguir escuchando sobre el asunto pero tuvo que seguir en su lugar y no pudo evitar impresionarse cuando Lazarte le mencionó la cantidad de dinero que estaba en juego para dicha campaña. Un millón quinientos mil euros. Era una tentación, eso Goic no podía negarlo. Una tentación que el joven rubio no pudo evitar tampoco imaginar pero que sabía que podía poner en peligro su carrera, su prestigio y el trabajo que llevaba haciendo junto a Cañizares desde que éste último se había transformado en tenista profesional.

El dinero era interesante pero su ética profesional y su decencia le impidieron caer en el juego que hábilmente le pintaba el otro empresario.

– Lo siento Lazarte pero no puedo aceptar ese trato – espetó el joven – Es muy tentador todo el dinero que me estás ofreciendo pero es demasiado el riego que corro y que Cañizares también correrá si sabe que hay droga metida en todo esto.

– Cañizares no tendría por qué saberlo – la voz de Lazarte sonó apagada y suspiró al tiempo que abría la bolsita y sacaba un puñado de burundanga de para dejarla en su mano y se la enseñaba a Goic – Es una lástima que no lo aceptaras hombre, en serio. Mira, es tan parecida a la coca que es increíble que no lo sea, ¿Verdad? ¿Sabías que proviene de una planta y que su flor tiene forma de cono? es preciosa. Yo la tengo plantada en casa.

– Me… me alegro mucho por ti Lazarte pero me tengo que ir… – Goic ya no aguantaba la presión que el moreno estaba ejerciendo sobre él – Creo que será mejor que te busques a alguien más para tu proyecto, buena suerte. Goic se aprestaba a levantarse del sofá pero fue detenido por Lazarte que lo sostuvo del brazo.

– Oye Goic espera – Lazarte lo llamó en tono jovial y el rubio se volteó para enfrentársele.

– Ya te dije que no-

Goic no lo vio venir. Lazarte se le había acercado con la mano que sostenía la escopolamina en alto y suplente la sopló al rostro del joven rubio que ni siquiera alcanzó a alejarse de él. Lazarte vio como el cuerpo de su colega iba perdiendo toda su tensión y se iba quedando cojo hasta que ya no respondía como debía, dejándolo a merced de Lazarte que tuvo la oportunidad de hacer todo lo que tenía planeado.

– Creo que ahora si podremos cerrar el trato del que estábamos hablando….

 

Silvia la tenía a su merced. Tenía a la diva como siempre quiso tenerla y la pelirroja sabía que no podía desperdiciar la oportunidad de hacer con su cuerpo lo que se le diera la gana.

El juego había comenzado con suaves caricias. La doctora recorrió el cuerpo de su chica con la yema de sus dedos y empezó por su rostro. Se había quedado de rodillas sobre su cuerpo y la acarició con tanta suavidad que Pepa no dejaba de retorcerse aferrando la cabecera de su cama con ambas manos cuando sintió aquellas ardientes caricias en su centro excitado pero que no llegaron a su punto de dolor. Lo siguiente que la pelirroja uso para prodigar de atenciones el cuerpo de su novia fueron sus labios. Caricias que pasaron a ser una lluvia de besos y mordiscos que encendieron el cuerpo de Pepa y que la hacían gemir cada vez con más intensidad.

Era tanto el placer que sentía que llegó a lloriquear cuando sintió dichos labios amamantando uno de sus pechos. La modelo podía sentir su centro lleno de necesidad y no tardó en hacérselo notar a su chica moviendo sus caderas al ritmo que le imponían los labios de la pelirroja.

– Sé que estoy rompiendo tus reglas princesa pero me estás matando…. – se quejó Pepa en voz alta y casi gritó cuando lo que Silvia amamantaba ahora era su clítoris congestionado – ¡Ay Dios pelirroja ya no me aguanto, no me aguanto…!

– Recuerda que no te puedes correr sin mi permiso macarra porque si lo haces se acaba el juego – Silvia le advirtió con seriedad a su chica y acomodó su cuerpo quedando sentada sobre la cama dejando a Pepa en la misma posición pero volteada hacia ella y luego le abrió las piernas. Pepa podía sentir en su espalda el roce de la camiseta que Silvia llevaba puesta y gimió cuando la presión también le dijo que su niña no llevaba puesto el sujetador.

Luego gimió más fuerte cuando sintió que un dedo comenzaba a juguetear con su entrada que finalmente ese mismo dedo la penetraba con delicadeza llenando por fin esa necesidad que la estaba enloqueciendo. Un segundo dedo fue añadido y Pepa ya no pudo seguir aguantando su deseo. Expresó en voz alta todo lo que Silvia le estaba haciendo sentir sin siquiera avergonzarse. Y eso era algo que nunca había podido hacer con Andrés.

Un tercer dedo había sido añadido y un cuarto. Silvia había llenado a Pepa por completo y la energía con la que sus caderas respondían a las embestidas de la mano de Silvia así lo demostraba. Eso y el sudor que corría por el cuerpo sonrosado y acalorado de la modelo.

Pepa ya estaba cerca de su límite pero había tenido que aguantarse de llegar a su meta porque Silvia todavía no le había dado permiso de hacerlo pero ya estaba desesperada, no podía más.

– ¡Por favor princesa te lo ruego…! ¡Dame permiso pelirroja, te necesito! – le rogó con la voz ronca y ahogada por la excitación – ¡Necesito correrme Silvia, dame permiso…!

Silvia se detuvo. Cesó todos sus movimientos y Pepa maldijo su debilidad dándose cuenta demasiado tarde que había vuelto a romper las reglas. Estaba tan a punto que ya le dolía pero no podía pedirle a su chica que siguiera porque sabía que había perdido.

Sim embargo Silvia no se detuvo del todo. Sólo lo hizo para quitarle a Pepa el pañuelo que le cubría los ojos y lo usaba para atar sus manos a la cabecera de la cama. Volvió a su posición anterior y besó a Pepa con devoción hasta que el aire se les hizo escaso.

La doctora pudo ver en el rostro de su novia todo lo que estaba sufriendo y se apiado de ella volviendo a penetrarla con la mano de una manera esta vez no tan suave. Pepa volvió a gritar su necesidad sin disimulos y sin dejar de observar el rostro de su chica mientras poco a poco volvía a quedar en el borde.

– ¡Por favor… princesa…! – Pepa le había rogado una vez más con el cuerpo agitado y la voz ronca sin dejar de mover sus caderas al ritmo impuesto por su novia y tuvo lo que tanto quería luego de un beso que casi no pudo devolverle.

– Córrete por mí preciosa – la voz también ronca de Silvia había hecho el truco y el sexo de Pepa lo demostró presionando los dedos de Silvia en su interior – Dámelo todo mi amor, dame todo lo que tienes….

Y Pepa lo hizo. Se corrió en la mano de Silvia como en su vida lo había hecho y de una manera tan intensa que además de sus gritos la modelo también acabó llorando el nombre de Silvia cuando llegó a su alta y las réplicas de su orgasmo casi no la dejaban respirar.

– Respira cariño, respira – Silvia le pidió con ternura al ver que Pepa todavía estaba ahogada y su tronaba queriendo arrancarse de su pecho. La pelirroja acarició el pecho de su niña con suavidad y besó las lágrimas que todavía rodaban por las mejillas húmedas de Pepa. Silvia había hecho llorar a la Diva y eso era algo que muy pocas personas habían conseguido hasta ahora.

– Te amo princesa… – el tono vulnerable en la voz de Pepa conmovió de sobremanera a Silvia y no pudo evitar volver a besarla al tiempo que desataba las manos de Pepa de la cabecera y ambas quedaron abrazadas sobre el cuerpo de la otra sin dejar de besarse tan concentradas en su mundo que ninguna de las dos sintió el ruido que hacía el móvil de Pepa que había caído bajo la cama y que mostraba una llamada entrante de Andrés Cañizares….

 

Diva: Pláticas Delicadas #PepaySilvia #LHDP

Este capítulo me costó. No porque se me atascase la trama sino porque las charlas sensibles entre padres e hijos siempre son complicadas de relatar pero en este capítulo usé mucho de mi propia experiencia con mi propia madre, (la forma en la que hablamos no el tema en particular), para reflejarlo en la dinámica de Pepa con su hija. Además me encanta ver a Pepa de mamá. Gracias por leer.


 

Capítulo Treinta y Cinco: Pláticas Delicadas

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El tiempo se detuvo. Eso era lo que lo que sentían en la casa Miranda cuando Pepa y Silvia se separaron después de besarse y descubrieron que Isabella lo había visto todo.

– Hija yo… ¡Isa…!

Pepa no había podido decirle nada a la niña porque Isabella salió corriendo del salón de vuelta a la habitación de Sara y la modelo pudo oír con mucha claridad el fuerte golpe de la puerta cuando fue cerrada. Pepa no lo pensó dos veces y salió tras su hija pero la mano de Silvia sobre su brazo le impidió siquiera dar dos pasos.

– Déjala Pepa – le pidió Silvia con suavidad y el tono apagado mirando a su novia – Tienes que darle tiempo.

– ¿Tiempo? ¡Ni de coña! – exclamó Pepa con rabia al ver que Silvia todavía no la soltaba. Intentó zafarse de aquel agarre forcejeando y cuando no pudo se quedó mirando a Silvia de una manera bastante furiosa – Silvia déjame en paz que tengo que hablar con Isa – le advirtió en tono peligroso.

– Pero Pepa no-

– Pero nada pelirroja, tú no entiendes nada – volvió a quejarse – Es mi hija y yo sabré lo que es bueno para ella así que tú no te metas en esto, déjame en paz.

Cuando Silvia escuchó las últimas palabras de Pepa se quedó muda. Como si de pronto el brazo de su chica le quemara, Silvia la soltó y vio con impotencia la huida de su chica para hablar con su hija. Pepa había usado todo su desplante de Diva con ella y se sintió muy herida. Tanto que al salir del salón para ir a refugiarse a la cocina, no tardó en ser abrazada por su hermana Lola que había oído todo lo que estaba pasando entre ambas.

– ¿Lola tú oíste…?

Silvia no pudo hablar más, había quedado tan afectada por la forma en la que Pepa la había tratado que había roto en llanto delante de Lola.

– Si hermana lo oí todo – respondió la morena con un suspiro – Y no es por defender a Pepa porque esas no fueron maneras pero ella tiene razón cariño.

– Pero es que yo…

– Por mucho que aflija es su hija Silvia – Lola insistió con suavidad enjugando las lágrimas que corrían por las mejillas de la pelirroja – Pepa cuando dijo lo que te dijo no estaba pensando como una mujer sino como una madre preocupada por la reacción de su hija y en estas circunstancias es comprensible que la haya elegido porque es lo que hace una madre, elige a su hijo por sobre todas las cosas aunque eso a veces nos duela.

– Yo amo ver a Pepa como mamá Lola – suspiró Silvia un poco más calmada – Verla así me llena de alegría porque la maternidad le ha dado un lado suave que creo que muchas personas nunca han visto en ella y eso me encanta, pero…

– ¿Pero? – Lola preguntó con una ceja alzada casi intuyendo las siguientes palabras de su hermana.

– Pero creo que si Isa no nos apoya Pepa querrá acabar con nuestra relación y si eso sucede Lola yo….

Lola no respondió con palabras. Lo hizo con un nuevo abrazo a su hermana y exhaló un suspiro rezando para que lo mismo que pensaba ella no le sucediera a su hermana pequeña. Lola sabía mejor que nadie que Silvia merecía ser feliz y sabía que sólo lo sería junto a la Diva.

 

Mientras las hermanas Castro continuaban su plática en la cocina, en la habitación de Sara había aparecido Pepa queriendo hablar con Isa que en ese momento estaba leyendo un libro recostada en la cama nido de su amiga. Cuando la hija del comisario vio a Pepa en el umbral de la puerta no dijo nada y se levantó de su lugar en la silla frente al ordenador. Salió de su habitación dándole a Pepa ánimo con un apretón en el brazo y dejo a solas a la madre y a la hija.

Pepa se quedó de pie apoyada en la puerta de la habitación con un poco nerviosa por la plática que tendría que tener con su hija y que esperaba tener en un par de años más cuando fuera adolescente.

La niña no parecía consciente de la presencia de su madre en la habitación. Siguió leyendo las aventuras de Narnia y esperó sabiendo que en cualquier momento iba a tener que enfrentarse a ella.

Pepa observaba a su hija y no podía creer lo grande que se había puesto. Habían pasado largos meses desde que la había vuelto a ver y se sorprendió al ver que estaba tan alta como ella misma lo había sido a esa edad. Isabella era una copia casi exacta de ella misma pero con el cabello rubio.

Pepa sabía que iba a tener que enfrentarse a muchas preguntas que seguramente tendría su hija porque Isabella no conocía la historia completa de la relación que ella tenía con Silvia. Pepa le había dicho a su hija que Silvia era una buena amiga a la que quería mucho y que de ahora en adelante pasaría mucho tiempo con ella en casa. La niña tampoco sabía que a su madre le gustaban las mujeres porque desde que salió del armario esa parte de su vida la mantenía más bien oculta. Un error que a pesar de saber que no debió de cometer en primer lugar ahora le estaba pasando la cuenta.

La modelo suspiró en silencio pidiendo fuerzas para la plática que se venía. Se acercó a la cama dónde estaba recostada su hija y se sentó en la orilla al tiempo que le quitaba con suavidad el libro que tenía en las manos.

– Creo que tú y yo tenemos una plática pendiente peque – Pepa dijo con suavidad y una sonrisa que Isa no devolvió pero igual escuchó las palabras de su madre – Bueno, como parece que a alguien le han comido la lengua los ratones supongo que hablará aquí seré yo.

Tras una pausa para aclarar sus pensamientos y ver que su hija asentía con la cabeza se lanzó.

– Lo que has visto en el salón no debiste verlo pero tampoco es nada malo – fue lo primero que Pepa le quiso aclarar a su hija – El amor viene en muchos envases cariño – explicó con suavidad – Existen parejas donde el hombre es de piel negra y la mujer de piel blanca. Otras donde sólo hay un padre o una madre. Otras donde la pareja son dos hombres y otra donde son dos mujeres, pero todos ellos parte de una sola familia y eso no tiene nada de malo porque tú sabes que una familia siempre será una familia si hay amor.

Hace un tiempo largo que me decidí a rehacer mi vida otra vez hija y he elegido a una mujer porque me enamoré de una, y esa mujer es Silvia. Yo la quiero mucho.

– ¿Quieres a Silvia como quisiste a mi papá? – Isabella preguntó en la confusión queriendo saber la verdad.

– A tu padre lo amé mucho y eso ya lo sabes, ¿no cariño? – preguntó la morena mirando a su hija a los ojos.

– Lo sé mamá – la niña dijo en el mismo tono – Él también me dijo lo mismo de ti.

– Sí – Pepa suspiró – Quiero a Silvia como quise a tu papá, porque ese tipo de cariño es el que nos une. Isabella, sé que esto te lo debí explicar mucho mejor antes pero las cosas no se dieron sino hasta ahora. Tú sabes que yo quiero mucho a tu padre a pesar de que ya no estamos juntos, pero que yo esté ahora con Silvia no quiere decir que nuestra vida diaria vaya a cambiar. Las personas se enamoran todos los días cariño y llegará el día que tú también lo hagas y decidas quién será el amor de tu vida aunque a mí me pese porque siempre serás mi peque….

La modelo le hizo cosquillas a su hija en los costados y la niña no pudo evitar el ataque de risa. Ambas siguieron riéndose un rato hasta que les dolió la barriga y Pepa volvió a ponerse seria.

– No me quiero enredar mucho en explicarte esto hija pero necesito que lo comprendas – espetó Pepa – Necesito que entiendas que nada en tu vida cambiará si me ves al lado de Silvia porque tú siempre tendrás a tu papá. Tu papá siempre será tu papá tal como lo ha sido desde que naciste y lo sigue siendo ahora que él también tiene novia. Eso no cambiará ni tendrá que afectar en nada tu vida. ¿Comprendes lo que te digo amor?

– Sí mamá – respondió la pequeña con una sonrisa – Comprendo que tu pelirroja te hace reír y yo quiero que seas feliz. Además, me gusta como me trata y me gusta mucho su pelo….

Pepa se emocionó hasta las lágrimas al oír a su hija sin poder aguantarse de cogerla en un fuerte abrazo. Sabía la respuesta que le daría su hija pero aun así no había podido evitar emocionarse al oírla decirlo de sus propios labios. Pepa era mujer muy afortunada de tener una hija tan inteligente y al mismo tiempo tan madura para su edad. Sin embargo la comprensión de aquello no hizo más que aumentar sus temores al ver una vez más lo rápido que su pequeña estaba entrando en la adolescencia. Ella misma había pasado una adolescencia bastante sacrificada porque había tenido que empezar a trabajar sólo unos pocos años mayor que Isa y no sabía qué podía pasar con su peque. Sólo sabía que haría lo que hiciera falta para protegerla de todo lo que amenace con lastimarla, o al menos lo intentaría.

– Mami me estás aplastando… – la voz de Isa había salido estrangulada debido a la fuerza con la que Pepa la estaba abrazando. Pepa la soltó en medio de una carcajada y le pidió disculpas.

– Es que te amo tanto que no me aguanto – fue la respuesta de la modelo que se encogió de hombros y luego esbozó una enorme sonrisa cuando vio que su hija la agarraba del cuello para plantarle un sonoro beso en la mejilla. – Ay que peazo de beso que me has dao me encantan. ¿Me das otro?

Isabella se rió pero le dio otro beso igual a Pepa en la mejilla y se quedaron regaloneando juntas hasta que Pepa decidió ir a hacer las paces con otra persona que salió trasquilada en medio de su arranque de genio.

– Deséame suerte peque porque creo que la he liado con Silvia – la morena admitió con nerviosismo – Es una historia corta que te la contaré después ¿Vale? Te dejo para que sigas leyendo. ¿Quieres que llame a Sara para que te haga compañía?

– Está bien mami, gracias – respondió la pequeña con una sonrisa y le dio la suerte que su madre le pedía. La chica vio salir a su mamá y se quedó pensando en algo que quería pero que ahora no sabía si podía tener así que la llamó para preguntárselo.

– ¿Qué quieres saber hija? – Pepa le preguntó con suavidad – ¿Algo más de lo que hablamos?

– Más o menos – Isa respondió en tono pensativo – Es que yo quería saber si igual podré tener un hermanito a pesar de que tú estás de novia con Silvia, ¿Podré tener un hermanito pelirrojo mamá?

– Ay no, ¿Ya me estás pidiendo hermanos tú? – Pepa suspiró incrédula pero no pudo evitar reírse – Vaya que te me vas acelerada.

– Es que quiero tener un hermanito mamá – respondió la chica con sinceridad – Y ahora más porque si tu novia es pelirroja puede ser un hermanito o hermanita pelirrojos ¡O dos!

Pepa se rió una vez más pero esta vez más fuerte. Se acercó una vez más a su hija para abrazarla y le prometió hablar de ello con Silvia aconsejándole que la mejor manera de conseguir lo que quería era si ella misma se lo pedía a la pelirroja. Isabella estuvo de acuerdo y estuvo a punto de correr a buscar a la doctora pero Pepa la cogió del brazo y se lo impidió.

– Usted jovencita no se irá a ninguna parte – Pepa le advirtió en falso tono serio al ver el entusiasmo abierto de su hija.

– Pero si tú me dijiste…

– Sí, sí que lo hice – Pepa estuvo de acuerdo – Pero recuerda que también te dije que lo hicieras todo después de que yo hable con Silvia, ¿No peque?

– Vale… – la niña respondió con el mismo gesto que hacía Pepa cuando se frustraba – Me quedaré aquí hasta que tú hables con ella pero no te demores tanto mamá, ¿entendido?

– Como mande jefa – se burló Pepa riéndose cuando Isabella se quejó de su respuesta. Pepa se volvió a despedir de su hija dejándola en la habitación y cuando llegó a la cocina y vio a Sara le dijo que la niña la esperaba.

– Isa todavía me debe una historia – Sara respondió en voz alta al tiempo que asentía y se despedía para salir de la cocina.

Silvia que estaba sentada en la mesa al lado de Lola bebiendo un té de tila ni siquiera pudo alzar la cabeza para mirar a su novia pero Lola sí lo hizo y se levantó de la silla despidiéndose de su hermana para dejarla a solas con Pepa.

– La habéis liado parda Pepa pero ya se le pasará – Lola le dijo a la morena al pasar a su lado para irse – Sólo ármate de paciencia y sobre todo no vuelvas a hacerlo nunca más.

– Siento todo este follón en tu casa Lola – se disculpó la chica mirando a la hermana de su novia y luego a su pelirroja que seguía sentada cabizbaja frente a la mesa – Sé que la he cagado pero te prometo que lo compensaré.

– Tú sólo arregla tus problemas con mi hermana que del resto nos encargaremos nosotras y te hablo sobre todo de tu hija – Así que por ella no te preocupes que estará bien cuidada.

– Lo sé Lolita gracias – Pepa suspiró con cansancio pero sonrió – sé que lo está, pero te lo agradezco.

Lola se despidió de ella como lo hizo con su hermana y pronto Pepa y Silvia quedaron también a solas. Pepa volvió a suspirar nuevamente cuando se dio cuenta que tendría que intentar con Silvia la misma táctica que había utilizado con su hija. Se quedó de pie a pocos pasos de su doctora y se acercó despacio hasta sentarse con suavidad en la silla vacía que estaba frente a Silvia.

El silencio entre ambas era tenso y nervioso y estaba afectando un poco a Pepa a pesar de que lo peor temía ya había pasado con su hija.

– Lo siento Silvia se me fue la pinza – fue lo primero que se le ocurrió decir a Pepa cuando vio que Silvia no reaccionaba a su presencia – Sé que me sobrepasé con lo que te dije hace un momento pero es que mi historia con Isa… es complicada. Tú sabes que sólo tengo la custodia compartida con mi ex y que no puedo estar con ella todo el tiempo que quiero por eso este tipo de cosas me afectan tanto. Es que cuando vi a la niña de pie mirándonos me aterré. Estaba cagada de miedo de que me rechazara pero lo hablamos y no sabes lo que me costó eso. Me sentí el doble de nerviosa que cuando fue mi primera vez delante de una pasarela. Es que esto ha sido tan… sé que no es excusa porque te traté muy mal pero es que no supe que más hacer, no pude….

– No debí haberte impedido a que corrieras tras tu hija – Silvia respondió en tono apagado cortando el relato de Pepa – Fue mi error inmiscuirme en tu relación con ella así que la de las disculpas soy yo no tú.

– Pero pelirroja no-

– Fue mi error Pepa, tú estabas en todo tu derecho – insistió la doctora con evidente tristeza – Y más cuando yo sé todo lo que has pasado con tu divorcio y con que sólo puedas ver a la niña quince días todos los meses. Ella siempre ha sido tu gran pena así que lo siento, de verdad lo siento….

– No, no, no, no, no, no. No te pongas así por favor que me mata verte triste – se disculpó la modelo con vehemencia y se acercó a Silvia agachándose para quedar a la altura de su novia – Por favor pelirroja no lo digas más que eso no es cierto.

Como Silvia todavía no reaccionaba Pepa la abrazó y se quedaron así por un momento hasta que Pepa se atrevió a hablar de nuevo.

– Isa me pidió un hermanito – dijo de pronto en voz baja al oído de Silvia – Ella me preguntó si todavía podía tener un hermanito a pesar de que tú eras mi novia y me dijo que si podía ser pelirrojo.

A esta última frase Silvia sí reaccionó y miró a Pepa con los ojos brillantes de lágrimas que  la misma Pepa secó con sus dedos y una sonrisa acuosa – De hecho incluso me pidió dos hermanitos que fueran pelirrojos y me dijo que te preguntara a ti por ellos.

– ¿Ella te dijo eso? – Silvia no podía creer las palabras de Pepa pero la morena asintió con la cabeza sin dejar de sonreír.

– Ella misma lo hizo – admitió Pepa – Yo le dije que para que le dijeras que sí ella misma tenía que venir a pedírtelo e iba a hacerlo pero yo la interrumpí porque le dije que primero tenía que hablar contigo de nuestra pelea. No le dije el motivo de la misma pero le pedí suerte y ella me la dio. Isabella sólo quiere que yo sea feliz y sabe que la única persona aparte de ella misma eres tú Silvia Castro León.

– Tu hija es una niña muy inteligente – Silvia respondió ahora sonriendo – Desde que la conocí lo supe así que no me extraña su reacción porque ha tenido a quién salir además.

La sonrisa en la cara de Pepa podía ser capaz de iluminar todo Madrid. Abrazó a su chica con la misma fuerza con la que abrazó a su hija y por segunda vez tuvo que obligarse a no hacerlo tan fuerte cuando escuchó decir a la pelirroja que la estaba aplastando.

– Tienes una fuerza que engaña hija – se burló Silvia con una sonrisa igual de grande – Con ese cuerpo delgado y larguirucho que te gastas no lo parece.

– No me vaciles Silvia que es la primera que te guardo – le advirtió Pepa en broma pero mirando a Silvia con gravedad lo que hizo reír a la pelirroja a un más fuerte – Eres una cabrona, tú sabes que detesto que se metan con mi estatura….

– ¿Lo detestas de mí pero no de Raquel que te llamó larga? – preguntó ahora Silvia con sarcasmo amenazando con enfadarse – ¿Quién es la cabrona aquí?

– ¿Estamos celosillas princesa? – Pepa volvió a burlarse con sorna y se quejó con una sonrisa cuando Silvia le pegó un palo en el brazo por esa pulla.

– Eres más que cabrona hija, si te pasas – se quejó Silvia con un mohín – Tú siempre dándotelas de macarra y de eso tienes-

Pepa no la dejó hablar porque acalló sus palabras con un beso. Un beso que Silvia respondió con emoción al grado de agarrar a su hija por el cuello para acercarla más a ella. Se besaron hasta que les faltó el aire y pasaron la tarde juntas como una gran familia que pronto cambiaría para siempre.

Diva: En la Boca del Lobo #PepaySilvia #LHDP

Una más porque sí. Gracias por leer como siempre…


 

 

Capítulo Treinta y Cuatro: En la Boca del Lobo

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Un grave silencio siguió a la severa amenaza hecha por Andrés Cañizares a Paco y don Lorenzo en contra de Pepa. Ambos hombres se sintieron bastante incómodos al respecto y Paco no dejaba de mirar al espejo de la sala de interrogatorios, intuyendo la presencia de Pepa en la sala contigua. Intuición que se confirmó cuando Povedilla interrumpió el interrogatorio al deportista pidiendo hablar con el comisario.

– Disculpe señor Cañizares – pidió Paco con seriedad y miró a su suegro que sólo asintió con la cabeza.

Cuando llegó a la puerta de la sala echó una mirada mordaz al agente de gafas redondas y resopló.

– ¿Qué coños sucede ahora Povedilla? – preguntó Paco a su hombre con severidad – ¿No ves que estás interrumpiendo un caso muy importante leches?

– Sé… sé muy bien que está en un caso muy complicado mi comisario, pero esto es urgente – se disculpó el hombre con nerviosismo – Es que me han pedido que le informe que Pepa Miranda está en la sala contigua. Pidió estar presente para ver aquí al señor deportista pero se acaba de desmayar. Cre… creo que le sentó mal lo que escuchó señor comisario.

– Por San Quintín que estamos liados – se quejó Paco en voz baja y miró a Povedilla que seguía de pie mirando a su jefe muy asustado. – Está bien Povedilla, gracias por informarme de esto. Necesito que te quedes vigilando a Pepa en la sala contigua y llévatela a mi oficina cuando despierte. ¿Ha venido sola?

– No señor comisario, llegó con su novia – respondió el joven con rapidez – Está con Silvia en la sala de al lado.

– Bien, dile a Silvia que saldré en un momento a hablar con ella y con Pepa, pero Povedilla esto es importante – espetó el comisario hablando claro pero en voz baja – Vigila a Pepa y no le quites los ojos de encima y sobre todo, no permitas que se encuentre con Cañizares en los pasillos de la comisaria si yo no estoy presente, ¿Te ha quedado claro?

– Sí señor comisario, a sus órdenes – respondió el agente con seriedad y se dispuso a salir pero fue detenido por Paco que lo cogió de la solapa de la chaqueta obligándole a que lo mirase a los ojos.

– Por ningún motivo dejes que éstos dos se vean a solas Povedilla – advirtió Paco con gravedad – Por nada del mundo lo hagas porque este par puede llegar a sacarse los ojos cuando se vean y de lo que la liaremos luego que ni Dios nos salvará, ¿Entendido?

– Como el cristal señor comisario – prometió el hombre más joven con nerviosismo y por fin pudo salir de la sala de interrogatorios a continuar con su trabajo. Paco se quedó unos momentos de pie junto a la puerta abierta de la sala y sacó su pañuelo para enjugarse el sudor que de pronto le empapó la frente y el cuello de la camisa, se sentía asfixiado. Don Lorenzo miró a su yerno alzando una ceja escrutadora pero Paco sólo negó con la cabeza y volvió a su lugar en la mesa frente a Cañizares que no entendió ese cruce de miradas pero intuyó que algo malo pasaba.

– No sé por cuánto tiempo más me tendrán aquí señores – espetó Cañizares perdiendo la poca paciencia que le quedaba – Pero si ya no tienen más preguntas que hacerme creo que será mejor que me vaya.

– Lo lamento señor Cañizares pero este interrogatorio no ha terminado porque usted no ha respondido a la última pregunta que se le ha hecho – explicó Paco con seriedad – Así que si es tan amable me gustaría poder oírla.

– Bien – respondió el deportista con desdén – Si es una respuesta la que necesitan para poder irme de este lugar, perfecto. Aquí la tienen, mi respuesta es no. En mi vida he pensado en hacer algo que perjudique directamente a mi hija porque no soy tan gilipollas para hacer eso y arriesgarme a perder la tuición que tanto me costó conseguir. Pero sí, es cierto que he tenido desavenencias personales con mi ex esposa por la niña pero nuestros únicos problemas han sido por incompatibilidad de horarios. Por mi parte he seguido el fallo y las órdenes del juez al pie de la letra y Pepa, si bien ha tenido problemas para cumplir con su tiempo compartido de tuición por su enfermedad también lo ha hecho. Pero yo no soy un asesino y tampoco está en mis planes perjudicar a Pepa por el tema de la custodia. Hay que ser muy hijo de puta para hacerlo y yo no lo soy, pero esto ha ido demasiado lejos. Si la muerte de Lucas Fernández ha sido un homicidio creo que tendrá que averiguarlo usted mismo por otra parte comisario – expresó el ex tenista – Porque yo soy inocente de todo esto y si no tiene más antecedentes en mi contra creo que ya no tengo nada más que hacer aquí.

Cañizares ni siquiera esperó a despedirse de Paco y don Lorenzo, sino que él mismo se levantó de la silla y salió de la sala lo más rápido que pudo para irse de una vez por todas de la comisaría y volver a Barcelona.

Paco siguió a Cañizares pidiéndole en voz alta que se detuviera y don Lorenzo lo siguió de cerca haciendo lo mismo, pero ninguno pudo evitar la explosión que siguió después en el vestíbulo de la comisaría.

– ¡Andrés! – el grito de Pepa a su ex marido que en esos momentos estaba haciendo su camino al estacionamiento detuvo de golpe todo el ruido y a la gente que estaba cerca de la pareja. – ¡Dime que no es cierto!

Los agentes fueron testigos privilegiados de una fuerte discusión que tanto Pepa como Andrés mantenían a vista de algunas personas, pero los espectadores no fueron impedimento para que Pepa cruzara el rostro de Cañizares de una sonora bofetada llevada por la desesperación.

El ex tenista aguantó el golpe con estoicismo dejando que Pepa lo acusara de todo lo que quisiera y se la llevó a un lugar más privado cogiéndola del brazo sin que nadie en la comisaría pudiera impedirlo.

– ¡Se la está llevando Paco no puedes permitirlo! – Silvia exclamó en voz alta intentando ir tras la pareja pero fue detenida por don Lorenzo y Paco que se lo impidieron.

– No podemos hacer nada Silvia sólo esperar a que resuelvan sus problemas y vigilar que las cosas no vayan a más – lamentó Paco y se fue para hacer precisamente eso. No permitiría más violencia en su comisaría y tampoco que Pepa saliera lastimada.

Una vez que Andrés logró llevarse a Pepa al estacionamiento la soltó y se le quedó mirando con rabia contenida. Una rabia que también era visible en el rostro de Pepa que no dejaba de maldecir todo lo que estaba ocurriendo en voz baja.

– La única que me debe explicaciones aquí eres tú Pepa – acusó Cañizares acercándose a la modelo para enfrentarla – tú que me habéis acusado de un asesinato que ni siquiera he cometido sólo para perjudicarme a los ojos de nuestra hija ¿Así que quién es el desgraciado aquí? ¡Tú estás enferma! Enferma si me crees capaz de algo tan aberrante para poner en riesgo la felicidad de Isa. Para poner en riesgo la tuición que me he ganado con tanto esfuerzo, ¡eres una descerebrada!

– ¡Y tú eras mi puto mundo! ¿Lo sabías? – Pepa exclamó con tristeza y los ojos llenos de lágrimas mirando al hombre que significó tanto para ella – Desde que te conocí te hiciste mi todo Andrés, eras la luz de mis ojos. Te amé como una perra y te seguí hasta el fin del mundo porque tú me lo pedías porque estaba enamorada de ti. Creo que nunca sabrás cuánto te amé

Andrés ni cuanto amo a nuestra hija porque tú me la diste. Pero con todo lo que ha pasado entre nosotros ese amor que te tuve se ha transformado en odio. En un odio de puta madre que acabó enfermándome, y sí, quizás esté loca y sea una descerebrada como tú dices pero si estoy así es porque tú me tienes de esa manera. Tú con ese deseo desquiciado con destruirme porque sé que has amenazado con denunciarme por difamación y si te acusé no lo hice para perjudicarte sino

porque ese hombre que murió era un asesino. Un asesino que estuvo a punto de matarme cuando estuve en una isla de mierda tratando de curarme. Te acusé cuando supe que él te conocía y que tú podías estar involucrado en su muerte pero ya no sé qué pensar Andrés porque esto me supera.

Cañizares no dijo nada. Mientras Pepa hablaba se quedó callado recordando el tiempo que ambos pasaron juntos como pareja. Recordó la primera vez que vio a Pepa cuando la morena todavía no era la modelo famosa que era, pero él ya era un deportista reconocido. Andrés recordó que lo primero que le gustó de ella era lo obvio, su físico. Pepa era chica guapa y tan alta como él y eso a Andrés le encantaba en una mujer, que no fuera petisa. Lo segundo que le fascinó fue su acento

andaluz. Él se perdía por ese acento que sumado con su buen aspecto la hacían su pareja perfecta. Y él la amó, por supuesto que lo hizo. Nunca se había sentido tan apoyado por una pareja antes. Pepa lo seguía en todo y él se sentía el dueño del mundo por la suerte que tenía. La llegada de Isabella no hizo más que aumentar su felicidad y su orgullo pero todo se fue al traste cuando Pepa comenzó a trabajar más de la cuenta luego de dar a luz. Empeoró cuando él tuvo el accidente que lo sacó las canchas de tenis y Pepa fue la que tuvo que trabajar por ambos a pesar de que igual tenían suficiente para vivir como reyes. Con el paso del tiempo Pepa se convirtió en la Diva, salió del clóset y la relación que tenían ambos se fue al carajo.

– Yo no fui Pepa – Andrés espetó con gravedad mirando a su ex a los ojos – Te lo juro por nuestra hija que no lo hice. Yo no soy un asesino Pepa y si me amaste tanto como dices tienes que creerme. No podría hacerle eso a nuestra hija Pepa, te lo juro.

– Te creo – Pepa había dejado de llorar y tenía la voz ronca – Sé que no podías estar involucrado en esto y lamento haberte acusado pero si no fuiste tú ¿entonces quién fue? – le preguntó llena de angustia – ¿Quién me odia tanto como para tenderme una trampa tan horrible Andrés? Es que no lo entiendo….

– Yo tampoco lo entiendo Pepa – suspiró Cañizares con preocupación al tiempo que hacía algo que hace mucho tiempo no hacía, rodeó a Pepa por la cintura y la abrazó – No lo sé, pero si esto también amenaza a nuestra hija, te juro por Dios que mataré a ese hijo de puta….

– ¿Silvia? ¡Silvia regresa! – la voz de Paco gritó de pronto al ver a su cuñada correr escaleras arriba sin que ni Pepa ni Cañizares se enterasen que Silvia, que ese momento acompañaba a su cuñado escondida en la escalera, lo había visto y oído todo.

***

– ¡Andrés mi amor! ¡Qué bueno que te encontré estaba tan preocupada por ti…!

La voz de una mujer interrumpió el abrazo de la pareja que tuvo que separarse cuando dicha mujer corrió a los brazos del ex tenista y lo besó en los labios frente a Pepa que tuvo que voltear el rostro para no ver la tierna escena de su ex con su nueva novia.

Amelia Casanova era la nueva novia del deportista y también era tenista. Ambos se habían conocido durante un partido de tenis en Madrid y comenzaron a salir tiempo después ya que al principio sólo eran amigos. Andrés quería mucho a la chica y estaba enamorado de ella, pero nunca iba a amarla tanto como amó a Pepa.

Pepa por su parte decidió que ya no quería seguir presente delante de la pareja y afortunadamente se distrajo gracias a que Paco también había aparecido en el estacionamiento pidiéndole sin palabras que lo siguiera. Sin despedirse ni de Andrés ni de Amelia, la modelo salió del estacionamiento bajo la mirada furtiva de Andrés que a pesar de estar abrazando a su novia no le quitó nunca la mirada a la Pepa en retirada.

– Vámonos de este jodido lugar – pidió Andrés en tono malhumorado y se fue de la mano de su chica de la comisaría y de Madrid.

En tanto, Pepa logró alcanzar a Paco en la sala de la brigada y cuando lo hizo este le informó lo sucedido con Silvia.

– Ella os vio abrazada con Cañizares – le dijo con gravedad – Salió corriendo pero no sé… ¡Pepa…!

El comisario vio por segunda vez que una mujer salía corriendo y lo dejaba con la palabra en la boca. Maldijo las hormonas femeninas y regañó a Povedilla por no haber impedido el altercado entre Pepa y Cañizares de hace un momento.

– ¡Estoy rodeado de anormales! – gritó en voz alta y enojado y se encerró en su oficina para seguir investigando el caso que involucraba a la Diva.

 

Silvia estaba furiosa. Furiosa, pero no con Pepa ni con su ex sino con su incapacidad de soportar el pasado de su chica. También estaba furiosa con Lucas porque había sido su culpa todo el marrón que les había caído encima y que parecía no acabar.

La pelirroja suspiró y decidió que no quería volver a la mansión de Pepa. Allí estaba su sobrina e Isabella y no tenía ganas de hablar con la hija de su hermana de lo ocurrido en comisaría y tampoco de responder las preguntas que estaba segura que la chica tendría para ella cuando viera que aparecía en la casa sin Pepa.

Así que hizo lo sabía le daría un poco de paz, se fue a la casa de Lola en la corrala. Cuando Silvia llegó y Lola le abrió la puerta, la mujer mayor se dio cuenta de inmediato que algo malo había pasado cuando no vio a su hermana acompañada de su siamesa. Era una broma de ambas ya que Pepa acompañaba a Silvia a todas partes y viceversa, tanto que parecían un par de siamesas las dos pegadas, una a lado de la otra.

Sin embargo Lola no dijo nada y simplemente abrió los brazos para acoger a su hermana pequeña que no tardó en romper en llanto abrazada a Lola.

– Soy una gilipollas Lola – se quejó con voz ahogada la pelirroja – Una tonta porque no aguante el ver a Pepa abrazada a su ex marido. Me ganaron los celos hermana y ni siquiera sé dónde está Pepa. No sé si sigue en la comisaría o si todavía está con Andrés, no sé nada. Sólo sé que me tenía que ir porque no podía verlos, ¿Sabes? No podía.

– Hace un par de minutos antes de que tú llegaras me llamó Paco – le comentó Lola a su hermana en tono suave – Cuando supo que te habías ido corriendo de la comisaría ella también hizo lo mismo así que estoy segura que ella a esta hora está buscándote, no me extrañaría que se apareciera aquí en cualquier….

El ruido de alguien llamando a la puerta de la corrala cortó las palabras dichas por Lola y se zafó de los brazos de su hermana para abrir la puerta encontrando a la susodicha Pepa junto a su hija Isabella y a Sara que no tardó en abrazar a su madre y besarla en la mejilla.

– Hablando de la reina de Roma – se burló con sorna la morena – Aquí la tienes. La mayor de las Castro hizo pasar a Pepa y luego que Lola saludase a Isabella le pidió a Sara que se la llevara a jugar un momento a su cuarto. Sara se dio cuenta del problema de inmediato cuando vio la tristeza de su tía Silvia así que no dijo nada y se llevó de la mano a Isabella que parecía la más contenta de todas cuando Sara le propuso seguir jugando con ella. La pequeña de despidió de Pepa y de Silvia y se fue con Sara dejando al resto de las mujeres a solas para que pudieran charlar con más calma.

– Yo me voy a la cocina a preparar café – Lola dijo en voz alta aunque nadie respondió. La morena suspiró rezando para no tener un nuevo follón entre ambas y se fue dejando a las chicas por fin solas.

– Te fuiste sin esperarme siquiera pelirroja – Pepa fue la que se atrevió a hablar primero y lo hizo en voz baja para no alertar a su hija que estaba en el cuarto de Sara – Sin avisarme nada, tú sólo saliste arrancando y me dejaste sola.

– Si, lo hice – admitió Silvia en el mismo tono mirando a Pepa con seriedad – pero lo hice porque te vi muy bien acompañada, así que no creí que me necesitaras.

– Andrés me abrazó porque hablamos de lo ocurrido y porque yo estaba asustada por Isabella – explicó Pepa con el entrecejo fruncido – Si crees que pasó algo más entre nosotros además del abrazo debiste quedarte más tiempo porque luego que tú te fuiste apareció su novia en el estacionamiento, que cuando lo vio corrió a abrazarlo y ella lo besó delante de mí. Pero claro, la doctora hace lo que se le da la gana y no se da cuenta que la necesitan más de lo que jamás la han necesitado antes, como ella tiene una familia donde esconderse….

En la última frase a Pepa se le quebró la voz recordando que Pepa no tenía familia. Se maldijo a sí misma por ser tan tarada y aprovechando que en ese momento Pepa le estaba dando la espalda, cruzó el salón y la abrazó por la espalda al tiempo que le decía que la amaba y le pedía disculpas por actuar tan acelerada.

La modelo cerró los ojos y suspiró con emoción al sentir el cuerpo de su pelirroja aferrado al suyo. Cogió la mano de Silvia y la besó con ternura. Tuvo que voltearse cuando Silvia la obligó a hacerlo sin palabras y gimió en los labios de su doctora cuando fue besada por ella con una pasión inusitada.

– Lo siento Pepa, se me fue la pinza – se disculpó Silvia una vez más luego del beso – Estaba celosa Pepa, de verdad lo siento. Sé que no tengo razones pero no pude evitarlo. Es que te veías preciosa a su lado y él también es guapo. Hacen… hacen una hermosa pareja los dos, creo que eso nadie puede negarlo.

– Tienes razón pelirroja sí que nos vemos guapos pero sólo porque aquí la guapa soy yo, ¿O que no ves? – espetó la morena con sorna enseñándole a Silvia su propio cuerpo – Nada más.

– Eres una engreída Pepa Miranda – se quejó Silvia con una sonrisa dándole a Pepa un palo en el brazo del que sólo Pepa se rió. – Es que tú lo tienes muy creído hija, pero es por ese mote que te han puesto.

– Ese mote me lo ha dado todo – ahora el tono de Pepa era más apagado cuando miró a su chica – y me lo ha quitado todo también. Me quitó mi matrimonio, el amor de Andrés y la tuición de mi hija. A veces lo odio pelirroja, pero sin él…. sin él jamás hubiese tenido todo lo que tengo y tampoco tendría los medios para darle un futuro a Isa. Al convertirme en la Diva me metí en la boca del lobo y le vendí mi alma al diablo.

– Eso no es cierto – Silvia espetó obligando a Pepa a que la mirase a los ojos ya que se había quedado cabizbaja luego de pronunciar sus últimas palabras – Ese mote no te ha quitado el alma Pepa, ser la Diva no te define. Porque sí, es cierto que la mayoría de la gente que te ha visto arriba de una pasarela sólo conoce esa parte de ti, la de Diva. Pero, yo conozco la otra parte de ella. Esa parte que le esconde a todo el mundo, esa parte donde tú vuelves a ser niña cuando juegas con tu hija. Esa parte que esconde tu inteligencia y tu pasión por los libros. Esa parte donde puedes ser una romanticona empedernida y al mismo tiempo un ser sensible que se emociona hasta las lágrimas con una película de amor o de drama. Esa parte que amo y que tengo el privilegio de ver todos los días porque me enamoré de ella y de su alma, que está aquí dentro.

Pepa sonrió a las palabras dichas por Silvia emocionada hasta las lágrimas y no se aguantó de besar a su chica una vez más, sin que ninguna de las dos se percatara de la presencia de Isabella que equivocó su camino al cuarto de baño y las descubrió besándose.

Diva: El Gato y el Ratón #LHDP #PepaySilvia

Y la bola sigue rodando….


 

 

Capítulo Treinta y Tres: El Gato  y el Ratón

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– No puedo creer la ficha de este hombre… – Paco Miranda murmuró para sí mismo con preocupación al revisar por segunda vez en lo que llevaba de mañana el informe personal de Lucas Fernández a la comisaría adjunta de Barcelona. Paco decidió hacer ese trabajo personalmente en lugar de mandárselo a alguno de sus agentes. No lo hizo porque no confiase en sus hombres sino porque el caso de la incriminación a la modelo Pepa Miranda ya se estaba tornando demasiado personal para él. Había tomado el caso como una bandera de lucha personal y sabía que no habría vuelta atrás hasta no dar con el verdadero asesino de Fernández, aclarar lo sucedido en la incriminación de la modelo y limpiar su nombre de una vez y para siempre.

Lo que le quedaba por hacer además de estudiar la ficha del científico asesinado era tomar la declaración del ex tenista Andrés Cañizares que había quedado de llegar a la comisaría en torno a las diez de la mañana y todavía faltaban un par de horas para eso. Había muy poca gente en la comisaría a esa hora, sólo estaban los agentes del turno de noche que debía cambiar con los agentes entrantes.

– Buenos días Miranda….

La voz de don Lorenzo Castro hizo respingar a Paco que no se esperaba la visita de su suegro en la comisaría. El ex comisario estaba preocupado por la carga de trabajo de su yerno y sobre todo por la presión que llevaba a cuestas con el caso tan mediático que involucraba a un personaje famoso. Lorenzo si bien ya estaba retirado de su trabajo en el cuerpo de policía de San Antonio, a veces ofrecía sus servicios de consultor cuando Paco lo necesitaba o en casos como estos, cuando el caso tomaba aristas importantes como el de este asesinato.

Ambos hombres se saludaron y don Lorenzo le explicó a su yerno el motivo de su visita, cosa que Paco agradeció muchísimo y le relato a grandes rasgos la ficha personal del occiso.

– Es que es para no creerlo don Lorenzo – explicó Paco con sequedad – Lucas Fernández fue todo un personaje.

Aquí dice que luego de salir de la isla de Zulia en Venezuela donde trabajó como internista en la isla de los leprosos, volvió a España donde trabajó un tiempo como celador en el hospital central de Barcelona y luego pasó a ser internista en una clínica privada gracias a que falsificó todos sus antiguos documentos de trabajo. Los de la comisaría de Barcelona me dijeron que ese hombre fue ayudado por un hombre relacionado con el círculo social más poderoso de esa cuidad realizando, además de su trabajo público en la clínica, otros trabajos privados para ese hombre. Todos relacionados al área de medicina.

– Lo que me dices me suena a la jodida mafia Paco – Don Lorenzo expresó con evidente preocupación – ¿Usted cree que Cañizares esté relacionado con algo así? Porque yo hablé con la modelo Pepa Miranda que es su ex y ella me dijo que si bien él podría estar de todo esto, no lo cree capaz de un acto tan atroz.

– Tú sabes muy bien Paco que a las personas en realidad jamás se las llega a conocer bien del todo – respondió el ex comisario con seriedad – Además, si esa mujer piensa que Cañizares ha tenido que ver sólo para perjudicarla a ella, tú también sabes que tendrás que averiguar si tiene razón o no.

– Lo sé don Lorenzo, lo sé – resopló Paco molesto – Tendré que interrogarlo sobre eso y sobre si está metido en algo relacionado con la mafia. Sé que en Barcelona operan pequeños grupos de delincuentes y bandas especializadas en el lavado de dinero, trata de blancas y prostitución. Todo ese bajo mundo donde además de delincuentes catalanes están involucrados también delincuentes de otros países y ahí la pasta corre como pólvora.

Otra cosa que me preocupa sobre este caso es que Lucas Fernández al parecer trabajó en uno de estos grupos como sicario. – relató Paco con el entrecejo fruncido – Sin embargo su modus operandi no fue con armas de fuego sino con armas biológicas. Él es médico por lo que bien pudo eliminar a sus objetivos de una manera mucho más limpia que un balazo en la cabeza.

– Todo esto es demasiado complejo de investigar sin evidencia Paco – Don Lorenzo expresó con severidad – Tanto, que además de interrogar a Cañizares tendrás que viajar a Barcelona lo antes posible para investigar a fondo todos los datos que tienes con la policía catalana.

– Será todo un follón don Lorenzo pero tiene razón – Paco estuvo de acuerdo – Tendré que hacer ese viaje lo antes posible, de hecho creo que me pondré a ello luego de interrogar a Cañizares, pero gustaría tenerle presente como consultor durante el interrogatorio si es posible.

– ¿Por qué me necesitas a mí y no a alguno de tus hombres? – preguntó el ex comisario con curiosidad – ¿No crees que sepan hacer bien su trabajo?

– Mis agentes son buena gente, pero no tienen la experiencia que usted tiene suegrito – dijo Paco con una sonrisa más jovial – Además, sé que usted no se sentirá intimidado por la fama de Cañizares como sí podría pasarles a mis hombres. De hecho ocurrió con Pepa cuando esa chica estuvo aquí y me costó lo mío quitarle de encima a todos los bobos que le pedían una foto o un autógrafo.

– Está bien hombre, puedes contar conmigo – don Lorenzo respondió con una sonrisa afectada, tocado por la consideración de su yerno. La charla acabó con una sacudida de manos y luego se prepararon para el morrón que se les venía encima con la llegada de uno de los deportistas más respetados y famosos de España.

****

Mientras eso ocurría en comisaría, en casa de Pepa también reinaba un ambiente de preocupación. Dicha preocupación era reflejada por el rostro de la modelo y por todos los gestos ansiosos que emanaba su cuerpo. No se podía estar quieta. Había pasado la noche pensando en todo lo que había pasado durante en el día en la comisaría y no podía quitarse de encima la abrumadora sensación de estar metida en un follón mucho más complicado del que en realidad creía. La noche anterior se había despedido de Raquel. Su abogada y amiga le prometió que ella se encargaría personalmente de las indagaciones del caso de Fernández en Barcelona así que iba a ponerse a ello lo antes posible. Pepa le agradeció toda la ayuda pero le pidió que se cuidara y que si necesitaba algo, fuera lo que fuera, que le avisara. Raquel no se pudo ir hasta que le juró a la morena que lo haría.

La que también abandonó la mansión esa noche fue Rita. Lo hizo porque tenía trabajo pendiente en casa y porque ya era demasiado tarde. Pepa sabía que la enfermera había llegado por sus medios a la comisaría y no quería que se fuera sola a casa, así que llamó a Manu para que lo hiciera en uno de sus carros. Rita agradeció mucho el gesto de Pepa pero la chica lo desestimó y en cambio fue ella quien le agradeció la ayuda que le brindó cuando estaba ad portas de entrar en prisión.

– Me habéis salvado de caer tras las rejas Rita, la que tiene que agradecerte por todo soy yo – admitió la joven conmovida y abrazó a la mujer más grande con fuerza y por largo rato. Rita dijo que no tenía que agradecer nada porque para eso estaban las amigas y Pepa le pidió mantenerse en contacto más seguido, cosa en la que Rita también estuvo de acuerdo.

Así que durante la noche, sólo Sara, Silvia e Isabella acompañaron a Pepa la que intentó por todos los medios descansar, pero sin que consiguiera pegar ojo en toda la noche.

La mañana siguiente llegó y Pepa seguía siendo tal atado de nervios que ni siquiera Silvia había podido tranquilizarla.

– No puedes seguir así Pepa que no te hace bien – Silvia había intentado razonar con ella sin éxito, recibiendo de vuelta miradas mordaces. – No me mires así que tú sabes que tengo razón, Paco ya está trabajando en esclarecer todo lo sucedido, tienes que calmarte un poco hija.

– Estará allí – murmuró Pepa más para sí misma que para Silvia sin oír lo que la pelirroja decía – Estará ahí y yo tengo que verlo, tengo que estar presente, tengo que saber… ¡la puta ostia!

– Estás hablando de él, ¿verdad Pepa? – Silvia preguntó con el entrecejo fruncido sintiendo una feroz acometida de celos – Estás hablando de tu ex marido.

Pepa no respondió pero Silvia no necesitó una respuesta porque la cara de Pepa lo decía todo. Esta vez fue Silvia la que se alejó de su novia hecha una furia maldiciendo que el pasado de Pepa interfiriese con su felicidad.

Maldijo en voz alta su suerte y fue algo que Pepa no soportó oír saliendo de los labios de su pelirroja. Pepa abrazó a Silvia por la espalda con fuerza y no la soltó.

– Es el padre de Isa – intentó explicar la morena con la voz más suave que pudo encontrar – Andrés es mi pasado pelirroja y es inevitable que nuestra hija nos una pero yo he tomado una decisión y esa decisión es estar contigo. Sin embargo estoy preocupada. Estoy cagada de miedo Silvia porque a pesar de todo lo que haya pasado con Andrés yo lo sigo respetando como el padre que es de mi hija y no quiero que le pase nada, pero no por él, sino porque no quiero que Isa se vea afectada por todo lo que está ocurriendo, ¿Entiendes lo que he dicho? ¿Entiendes mi desesperación?

Pepa obligó a Silvia a voltearse para mirarla de frente y la besó. Beso que también Silvia correspondió con un dejo de la misma desesperación que embargaba a Pepa.

– Yo te amo Silvia – espetó la modelo con seriedad – Tanto que si te pasara algo enloquecería, pero ahora mismo lo que más me preocupa es Isabella. Ella y su padre, porque no quiero que salga perjudicada por todo esto que está pasando cariño. Ella todavía es pequeña y tengo miedo de que esto llegue a sus oídos de alguna manera. Por eso tengo miedo y por eso necesito hablar con Andrés, porque tengo que saberlo. Saber de sus propios labios si está involucrado con la muerte de ese cabrón de Lucas o no.

Silencio fue todo lo que Pepa recibió como respuesta, pero los ojos de Silvia que la miraban con fiera intensidad fueron mejores que sus palabras.

– ¿Necesitas que te acompañe a comisaría? – la pregunta de Silvia fue acompañada de una sonrisa que Pepa respondió con una de medio lado y otro beso que les dejó sin aliento.

***

– Señor Cañizares, ¿me podría dar un autógrafo?

– ¿Y una foto?

– ¿Me puede firmar esta imagen? Es para mi hijo que su fan…

 

– ¡A trabajar señores que esta es una comisaría no una sesión fotográfica! – el vozarrón de mando de Paco acalló de golpe el entusiasmo que se había formado en la sala de la brigada con la llegada de Andrés Cañizares. La comisaría de San Antonio por segunda vez en la semana acogía a un personaje famoso y como era de esperarse, los agentes de policía tanto mujeres como hombres estaban revolucionados. Sobre todo las mujeres porque Andrés Cañizares era un hombre guapo y ellas lo sabían.

Acostumbrado como Pepa a ese tipo de acoso de los fans, Andrés no tuvo problemas para saludar a los agentes que le pedían autógrafos y alcanzó a firmar algunos y sacarse algunas fotos antes que llegase el comisario a cortar todo el gallinero.

Don Lorenzo que también se encontraba presente cuando había llegado el ex tenista hizo lo suyo callando a sus ex agentes con su característico «¡Anormales de carrito!» y mentando a sus sagrados cojones cosa que le causó a Cañizares bastante gracia, pero disimuló su sonrisa con un carraspeo.

Paco se disculpó con el hombre alto y de barba descuidada saludándolo con un apretón de manos y el mismo se lo llevó a la sala de interrogatorios, siendo acompañados por Don Lorenzo muy de cerca después de hacer las presentaciones. Luego de ofrecerle algo de beber pero que Cañizares rechazó comenzó el interrogatorio.

– Primero que todo quisiera darle las gracias por haber venido hasta acá señor Cañizares – explicó Paco con un dejo de nerviosismo – Sé que usted debe tener una vida bastante ocupada, así que de verdad se os lo agradezco.

– Estoy para lo que necesite comisario – respondió el ex tenista en voz alta esbozando una sonrisa que luego borró – Sin embargo me gustaría que me explicase mejor el motivo por el cual estoy siendo interrogado. ¿De qué se trata todo esto?

Paco resopló mirando a su suegro que estaba sentado a su lado y asintió cuando el hombre mayor hizo lo mismo mirando la ficha policial de Fernández. Abriendo el expediente, Paco sacó una imagen del cadáver de Lucas Fernández que procedió luego a enseñársela al deportista.

Andrés la vio y cerró los ojos evidentemente afectado y al mismo tiempo asqueado por lo grotesco de la imagen.

– Lucas Fernández fue hallado muerto la noche del cuatro de mayo de este año con un balazo en el pecho cerca del centro polideportivo las Acacias en Madrid – explicó Paco con seriedad – Según los antecedentes de este caso, este hombre estuvo involucrado con un grupo de personas de la alta sociedad en Barcelona y su nombre ha sido conectado con ese tipo de gente, así que mi pregunta es la más obvia ¿Ha visto a usted a este hombre antes? ¿Lo conoció de alguna parte?

– Sí – fue la respuesta clara de Andrés mirando por última vez la cara del occiso – Sí lo conocí. Bueno, en realidad fue un encuentro casual en un bar de Barcelona – contó con acritud – Estaba celebrado mi noviazgo con un grupo de amigos y mi novia en un bar y pues, uno de mis amigos tuvo un problema respiratorio. Se atragantó con un hueso de aceituna y Lucas que esa noche estuvo allí le dio los primeros auxilios a mi amigo y lo salvó. En agradecimiento lo invité a la celebración y de ahí nos hicimos conocidos y lo estuve ayudando cuando lo necesitaba pero eso es todo. Nunca lo vi como un mal tío, era un poco loco para sus cosas tal vez pero nunca tuve problemas con él. Lamento mucho que esté muerto.

El tono serio y firme de Andrés Cañizares puso en duda la teoría de que el ex tenista estuviese involucrado con la muerte de Fernández. Ni Paco ni don Lorenzo vieron en sus rasgos algún atisbo de duda o nerviosismo pero todavía no podían descartarlo del todo como sospechoso.

– Muy bien señor Cañizares, gracias por aclararnos ese punto – expresó Paco con el entrecejo fruncido mirando los otros antecedentes de Lucas, esta vez los financieros. Paco le explicó de esto a Andrés y el hombre moreno asintió respondiendo que entendía lo que le explicaron.

– Hay otros antecedentes que indican que el occiso debía dinero – dijo el comisario – sus cuentas fueron aumentadas durante un periodo de tiempo bastante largo, considerando que cuando regresó al país desde Venezuela estaba quebrado. ¿Fue por eso que usted lo ayudó? ¿Me puede explicar cómo fue que lo hizo señor Cañizares?

– Dándole trabajo – admitió con seriedad Andrés pasándose una mano por la barba – Cuando le conocí es cierto que estaba quebrado y fue por eso que le ofrecí trabajo en otra área de especialización cuando me dijo que trabajaba en la medicina. Como sabrán, yo dejé el tenis por una lesión y desde ese momento logré hacer mis pinos en otras áreas tales como el modelaje y sobre todo con sponsors de marcas deportivas. Lucas era un hombre con un gran físico y sabía mucho de anatomía por lo que no fue difícil que le consiguiera trabajo con ellos de consultor en medicina deportiva. Si bien, esa no era su área de trabajo original, sabía de anatomía lo suficiente para desempeñarse bien como consultor. Le gustaba mucho su trabajo y gracias a eso surgió y pudo vivir bastante bien en Barcelona. Lo sé porque habíamos seguido en contacto durante todo ese tiempo.

Otra cosa más que no encajaba con el perfil. Si bien aún existía la posibilidad de que Lucas estuviese involucrado con mucho más que sponsors de marcas deportivas eso todavía no estaba claro, pero Paco no dudó en preguntárselo al ex tenista.

– Con Lucas tenía una buena relación comisario pero no éramos lo que se dice, amigos – respondió con seguridad – Lo ayudé un tiempo con mis contactos y también con dinero, pero Lucas me devolvió el dinero que le presté hasta el último céntimo.

– ¿Cuánto dinero le prestó señor Cañizares? – Paco esta vez preguntó con curiosidad – ¿Fue mucho?

– Fueron quinientos euros – respondió Andrés haciendo memoria – Eso lo hice días después de haberlo conocido cuando me contó por los problemas económicos por los cuáles estaba pasando. Prometió que me devolvería el dinero cuando encontrase trabajo y eso fue lo que hizo.

Andrés respondió y sacó del bolsillo de su chaqueta un recibo de ese dinero. Paco lo leyó y se lo entregó a don Lorenzo, la firma de Fernández era clara en el documento así que la teoría de inculpación por cobro de dinero estaba descartada.

Sin embargo sabía que ahora se venía lo más peliagudo. Explicarle que la muerte de Fernández pudo ser por encargo y que también Pepa estaba involucrada en ese hecho.

Paco le dijo que tenía pruebas suficientes para dejarlo fuera de sus teorías incriminatorias y Andrés suspiró con alivio.

– ¿Eso quiere decir que soy libre de irme? – preguntó el hombre con gravedad – Si ya no me necesitan….

– Hay una cosa más señor Cañizares – respondió Paco en el mismo tono evitando que el deportista lograra levantarse de la silla – La principal razón por la cual está usted aquí se llama Pepa Miranda.

Como si hubiera recibido una patada en la tripa. Así reaccionó Cañizares al oír el nombre de su ex y así mismo fue como se sintió la propia Pepa después de oír su nombre y ver a su ex con la expresión adusta.

– ¿Qué tiene que ver Pepa con todo esto? – la preocupación inundó los rasgos severos del deportista que había dejado atrás su semblante sereno – ¿Qué significa?

– Pepa Miranda fue incriminada por el asesinato de Fernández cuando se encontraron sus huellas en el cuerpo del muerto – explicó Paco con severidad – Ella y Lucas tuvieron un altercado en Venezuela donde se conocieron mientras su ex esposa estuvo en una isla de ese país debido a un tratamiento médico ¿Lo sabía?

– Sí – admitió Andrés – Sabía que Pepa estuvo enferma y que se tuvo que ir al extranjero para curarse porque ella misma me lo dijo antes de irse, pero no sabía que ella y Lucas se conocían.

– ¿O sea que durante el tiempo que usted y Fernández estuvieron en contacto él nunca le mencionó sobre su relación con su ex mujer y los problemas que tuvo con ella? – Paco al igual que don Lorenzo comenzaban a dudar de la versión del tenista.

– Lucas mencionó en alguna oportunidad sobre un rollo que tuvo con una tía, pero nunca me dijo que esa persona fuera Pepa – explicó con cansancio – No tenía idea de lo que estaba pasando y tampoco que tengo que ver yo con todo esto.

– Su hija – la seriedad en la voz de Paco era poderosa – Su hija y la batalla por la tuición que tiene con ella. Usted conoció al occiso señor Cañizares, y lo siento pero no me creo que el señor Fernández no le haya dicho nada sobre eso imaginando que Fernández sí sabía quién era usted y qué lo vincula con la señora Miranda.

– Es una locura – murmuró para sí Andrés sonriendo a lo ridículo de todo eso – ¿Acaso me está acusando de haber matado a Lucas para incriminar a Pepa y así poder quitarle a nuestra hija?

– Eso es precisamente lo que estoy diciendo – respondió el comisario en tono grave cruzado de brazos – ¿Qué responde usted?

– Respondo que Pepa Miranda está loca – espetó Cañizares apretando los dientes con rabia – Que es una loca y que llamaré a mi abogado para interponer una demanda en su contra por injurias y difamación. Si ha tomado este caso como una guerra en mi contra bien, de puta ostia, si quiere guerra eso tendrá.

Al tiempo que Cañizares decía eso al otro lado del espejo una Pepa Miranda muy afectada por sus palabras se desvanecía….

Diva: Perdida en Huelva #PepaySilvia #LHDP

Los comentarios como siempre son bienvenidos, más si son constructivos. Gracias por leer….


 

Capitulo Treinta y Dos: Perdida en Huelva.

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– Bueno Pepa, es libre de irse a su casa – dijo Paco con una leve sonrisa amable a Pepa – En vista de los testimonios aquí expresados no tiene sentido que se quede aquí por más tiempo, sin embargo tendré que pedirle que se mantenga disponible para cualquier eventualidad que pueda surgir y por supuesto tiene prohibido salir del país. Si tiene que salir de Madrid también tiene que avisar de antemano pero por lo demás es libre de hacer lo que tenga que hacer con su vida.

Alivio. Eso era lo que Pepa sentía al oír aquellas palabras del comisario. Alivio, pero al mismo tiempo una desazón increíble.

Todavía no podía creer lo que estaba ocurriendo y menos que ahora su ex marido fuese también un posible sospechoso de asesinato.

Pero Pepa no lo creía posible. Ella conocía demasiado bien a Andrés para saber que a pesar de todos los sentimientos que tenía por él, ella sabía que nunca haría algo tan espantoso. Pepa sabía que era un hombre inteligente que no iba a arriesgar el futuro que tenía con Isa sólo por cargarse a otra persona y menos por dinero porque él tenía tanto o más dinero que ella acumulado gracias a su profesión y a pesar de su retiro todavía seguía ganando. No. Eso no lo creía, no le cuadraba. No encajaba en su cabeza pero también sabía que tenía que hablar con él. Asegurarse que su corazonada era cierta.

Tan metida pensando en esto estaba, que no se dio cuenta que el comisario le estaba dirigiendo la palabra hasta que el hombre casi gritó su nombre.

Pepa se disculpó con él con una sonrisa azorada y le dijo que simplemente estaba pensado en todo lo que estaba ocurriendo.

– Atraparemos a ese hijo de puta y limpiaremos vuestro nombre Pepa, por eso no se preocupe – le aseguró Paco a la chica con una sonrisa cálida – Ahora nos queda hablar con su ex marido así que si me permite es lo que haré ahora mismo. Yo sólo deseaba despedirme.

– Sé que la detención fue sólo por hacer su trabajo comisario así que gracias – le dijo Pepa en tono amable – Gracias por creer en mí a pesar de que todos los indicios estaban en mi contra, yo… yo nunca podría ser capaz de un acto tan horrible porque no soy una descerebrada, ¿sabe? Aunque algunas personas no lo crean. Pepa se burló hablando en voz más alta para que Silvia la oyera y cuando lo hizo la pelirroja sólo puso los ojos en blanco, sonrió y siguió charlando con Rita mientras caminaban a la salida de la comisaría. Raquel Torres seguía al grupo de cerca sumida en sus propios pensamientos.

– Además tampoco podría hacerlo porque eso afectaría directamente a mi hija y nunca le haría eso a ella. No podría perderla, enloquecería….

– Entiendo muy bien lo que dice Pepa – respondió el hombre pensando en su hija Sara – Sé muy bien lo difícil que es ser padre, así que eso no tiene ni que explicármelo.

La charla iba acabando cuando todos llegaron a la sala de la brigada, pero se cortó de manera abrupta cuando un pequeño grupo de agentes rodeó de improviso a Paco y a Pepa para pedirle fotos y autógrafos a la modelo. Por un momento la modelo se abrumó por tanta atención junta pero luego accedió a las peticiones riéndose cuando le tuvo que autografiar a Curtis Naranjo su camisa blanca.

El agente moreno estaba listo para lanzarle sus flores a la modelo pero al darse cuenta de lo alta que era teniéndola cerca de pronto se cortó, se quedó callado y tuvo que aguantar las burlas del agente Carrasco que se dio cuenta de su repentina cobardía.

– Creo que la Diva se dio cuenta de lo macho que eras Curtis – se burló con sorna dándole un codazo a su compañero – Bastante machote que te veías a su lado tío, que parecías una caña a su lado. Una risotada que le siguió a esas palabras fue respondida por el aludido con una colleja y varias pullas que Curtis no se pudo aguantar – Vete a tomar por culo a otro enano – se quejó – Que yo te daré caña cuando estemos a solas, ¡Vamos!

Paco aguantó aquel gallinero por un momento hasta que cortó de golpe todo ese barullo con un buen grito de ¡Se acabó el circo gente! ¡A trabajar todos que para eso os pagan! ¡Alé, a sus puestos ahora, leches! Aquí ya no hay nada que ver anormales.

Con eso, el pequeño grupo que se había formado alrededor de Pepa se acabó dispersando y Pepa pudo volver a sentirse más libre. Paco se disculpó por todo lo ocurrido, pero Pepa desestimó sus palabras diciéndole que ya estaba acostumbrada a ese grado de atención.

– Viene con el trabajo – había respondido ella con una sonrisa – No es algo de lo que tenga que disculparse.

Paco asintió y volvió a despedirse de Pepa, de Rita, que estuvo un tiempo charlando animadamente con Povedilla, se despidió también de la abogada Torres y quedaron de acuerdo en mantenerse contacto y al tanto del curso de la investigación, y por último se despidió de su cuñada al tiempo que le avisaba que Lola quería hablar con ella. Silvia le prometió que pronto iría a la corrala para verla y Paco también le dijo que le dijese a Sara que se comunicara con él.

– Tranquilo Paco que yo se lo diré a Sara – le aseguró la pelirroja con una sonrisa y se fue de la mano de Pepa que observó aquella interacción de su princesa con un cierto dejo de envidia. Ella no tenía a nadie más aparte de su hija y su novia a quién avisarle nada y saberlo siempre la entristecía porque nunca fue fácil para ella ser una chica huérfana.

Las cuatro mujeres salieron del precinto policial juntas y en la acera tuvieron que luchar contra el nuevo acoso de la prensa que supo de su detención y no tardó en querer una exclusiva de este hecho.

Sin embargo Pepa no tuvo que responder nada porque fue escoltada por las chicas. Raquel se enfrentaba a los periodistas mientras Rita y Silvia intentaban impedir que los fotógrafos se acercaran demasiado a ella. Lograron su cometido a duras penas cuando Raquel respondió a las preguntas de los periodistas por Pepa que ya estaba oculta en su coche y que iba a ser manejado por un chófer privado que contrató sólo para esa ocasión.

– Manu, arrancad ya – mandó Pepa al chófer cuando vio que Raquel se lograba por fin deshacer de los periodistas que insistían en sacarle fotos a Pepa dentro del auto.

Pepa se quedó en su sitio al medio entre Raquel y Silvia y pudo respirar más tranquila cuando la prensa por fin quedó atrás.

El grupo de mujeres llegó a la mansión de Pepa tan rápido que ninguna se dio cuenta cómo lo había hecho el chófer, pero la modelo agradeció su pericia tras el volante diciéndole que lo llamaría otra vez cuando le necesitase. Luego de pagar por sus servicios lo despidió y no alcanzó a entrar a la casa cuando fue abordada por el huracán de su hija que se le lanzó a los brazos apenas se despidió de Manu.

Pepa abrazó a la niña con fuerza y se aguantó la emoción de echarse a llorar delante de ella pero no de cogerla en brazos y llevársela hasta la sala de estar aunque hace mucho que no hacía eso. Rita que nunca había visto la interacción de Pepa con su hija antes, se emocionó de conocer una parte tan íntima de la chica y se alegró que todo se solucionara.

– Vaya casa que tiene la Pepica, es hermosa – dijo la enfermera con evidente admiración – Nunca antes había estado en una mansión, si hasta me siento de alta sociedad ahora….

Silvia que estaba cerca de Rita pero observando a Pepa charlar con su hija sólo se rió negando con la cabeza y luego hizo las presentaciones de Sara a la enfermera y a Raquel que también estaba cerca. Después de los saludos Raquel se disculpó y se alejó para charlar con Pepa y de paso saludar a Isabella.

– ¿Desde cuándo conoce Pepa a esa mujer tita? – preguntó Sara de pronto mirando ahora la interacción entre Pepa y Raquel con el entrecejo fruncido – Parecen muy cercanas esas dos.

– Desde hace un tiempo creo – Silvia respondió con seriedad pero mirando a su sobrina que le lanzaba dagas a la abogada de su ídola.

– Parece que estás más celosa tú que yo con esa amistad sobrina – se rió Silvia mirando también a Rita que sonrió a ambas – No pongas esa cara que Pepa se dará cuenta de que estás celosa de su amiga.

– ¿Pero es que acaso tú no estás celosa tita? – Sara le preguntó a tía mirándola sorprendida – Porque yo en tu lugar sí que lo estaría.

– Un poco sí que lo estoy – admitió la doctora con un leve guiño – pero no tanto como tú sobrina porque no tengo motivos para estarlo. Sé que Pepa me quiere porque me lo ha demostrado siempre y porque me cogió de la mano durante todo el interrogatorio con tu padre. Pepa no dejó de aferrarse a mí mientras estaba pasando por ese momento tan amargo así que no tengo motivos para estar celosa.

– ¡Qué has hecho con tita bella que la has cambiado! – se burló ahora Sara lanzando pullas divertidas a Silvia que le respondió con una risotada que llamó la atención de Pepa que se quedó mirando a la pelirroja con cara de pregunta a lo que Silvia respondió con un encogimiento de hombros y le lanzó un beso que Pepa le respondió con otro igual de tierno.

– ¿Ves Sara? – preguntó Silvia luego de calmar su ataque de risa – No tengo por qué estar celosa de Raquel. Además ella es la abogada de Pepa y le ayudó mucho en la comisaría. Sigue ayudándole y eso se agradece porque sin ella tal vez Pepa seguiría acusada de un crimen que no cometió.

– Creo que el enamorarte te cambió para mejor tita – Sara dijo con una sonrisa emocionada abrazando a Silvia – Y eso me alegra mucho, me encanta verte feliz Silvia.

Silvia abrazó a su sobrina con otra sonrisa igual de emocionada y siguió charlando con ella y con Rita consciente de que Pepa no se perdía detalle de nada.

 

– Es que te desconozco larga – se rió Raquel mirando a Pepa que observaba lo que ocurría con su novia y Sara – ¿Qué pasó con tu pose imperturbable de Diva mujer? ¿Dónde lo habéis dejado?

– Se fue por un tubo desde que conocí a mi pelirroja Raque – respondió Pepa con un llamativo suspiro que causó la risa de la mujer de ojos verdes.

– Siempre me ha sorprendido de lo que hace el amor, pero me sorprende todavía más lo que te ha hecho a ti Pepa – Raquel admitió con una sonrisa amable – Antes podría haberte envidiado, pero ya no.

– Claro, no lo haces porque no te cambiaste de bando como lo hice yo – respondió con sorna la modelo mirando a su amiga – ¿Dónde dejaste a Víctor que no lo habéis traído contigo?

– No, no me cambié de bando pero tú sabes que si experimenté y mucho, ¿Acaso no te acuerdas? – preguntó la chica con una sonrisa burlona recordando las experiencias amorosas que tuvo con Pepa después de conocerse. Ambas habían sido novias por un corto periodo de tiempo hasta que Raquel se dio cuenta que no le iban las chicas sino los chicos. Luego de eso siguieron siendo amigas, Raquel se hizo abogada y Pepa triunfó en su carrera como modelo, pero seguían en contacto a pesar de la fama de ésta última. Raquel ha sido la única amiga que Pepa ha tenido y que siempre estuvo para ella cuando la necesitaba. – Y Víctor está en casa. Se quedó trabajando así que no lo veré hasta que oscurezca, pero te manda sus saludos.

– Dile que le mando otro de vuelta y también dile que no sea ingrato y que me venga a visitar en lugar de mandarme saludos. Y claro que me acuerdo Raque, claro que me acuerdo – Pepa respondió con una sonrisa mirando ahora a su hija que estaba en uno de los sofás de la sala leyendo un libro ajena a la conversación de su madre. – Pasamos mucho tiempo juntas y luego hicimos nuestra vida, pero me alegro mucho que estés tan bien con tu chico.

Después de aquella charla Pepa se quedó en silencio y volvió a observar la conversación de Sara, Silvia y Rita y volvió a suspirar recordando su charla con el comisario. Cada vez que observaba a Sara se acordaba de él y no podía evitar sentir un extraño vacío dentro del pecho.

– ¿Te acuerdas de lo que te pedí hace tiempo Raque? – preguntó Pepa esta vez con seriedad a Raquel que intuía a dónde iban los tiros con aquella pregunta – ¿Has sabido algo de mi encargo?

– No Pepa, lo siento mucho – se disculpó la morena con la misma seriedad – Estuve en el ayuntamiento de Huelva revisando los archivos del servicio social dónde estuviste cuando naciste, pero no aparece nada sobre quién pudo ser tu madre o si tienes hermanos. Hice mis averiguaciones y nadie supo decirme nada en concreto, de hecho más pareció que esa persona que buscas ni siquiera fuera de Huelva.

Pepa volvió a suspirar con desánimo. Desde que fue madre de Isabella, Pepa tenía un deseo en mente que nunca la ha dejado en paz y es la de conocer su pasado. Saber quiénes fueron sus padres y si tenía hermanos. Cuando recordó que Raquel podía hacer el trabajo de investigar sobre aquello fue que le pidió hacerlo como un favor personal y tener tan nefastas noticias sobre el asunto la acongojaba.

– Ya tendré suerte Pepa, no dejaré de investigar – le animó la morena al ver a su amiga tan alicaída – Tú no te apures que pronto sabrás quiénes fueron tus padres, eso te juro.

– Gracias Raque – respondió Pepa con un nuevo suspiro y abrazó a su amiga esperando que sus palabras fueran ciertas.

 

La tarde en la casa del comisario Miranda fue igual de calmada que en la mansión de Pepa. Paco seguía inmerso en el caso del asesinato de Lucas Fernández pero se alegró de saber que al menos había algo con lo que avanzar en el caso. Andrés Cañizares había aceptado viajar a Madrid para declarar como testigo en el caso y sorprendió al comisario ya que el ex tenista resultó ser una persona seria que no le había puesto ninguna pega a su trabajo. Hablaría con él a primera hora de la mañana siguiente.

– Tienes la cabeza en las nubes Paquito ¿Qué sucede? – preguntó Lola abrazando a su marido por la espalda aprovechando que él estaba sentado a la mesa cenando – Sigues con la cabeza puesta en el caso de la modelo, ¿No es así cariño?

– Me habéis pillado Lola sí – admitió el comisario con pesadumbre pero suspiro lleno de contento al cariño que le demostraba su mujer – Es que no he podido dejar de pensar en eso, como tampoco he podido dejar de pensar en ella.

– Me lo dices así que es para ponerse celosa de esa mujer – respondió Lola alzando una ceja en tono burlón – ¿Acaso te gusta esa modelo cariño?

– ¿Gustarme? ¡Pero de qué me hablar mujer! – exclamó Paco sonando bastante alterado por la insinuación de su esposa – Claro que no, no me gusta Pepa ¿cómo crees? No….

– Bueno pero no te alteres hombre que sólo me estaba metiendo contigo – se rió Lola besando a su esposo en la frente – Es que como has dicho que no dejas de pensar en ella….

– Sí que pienso en ella Lola pero no porque me guste – le aclaró Paco con seriedad – Lo hago porque bueno, ella es de mi tierra también ¿sabes? Es andaluza pero no tiene familia la pobre. Bueno, tiene una hija y a tu hermana de novia y a nuestra hija de amiga de su hija, pero no tiene a nadie más y yo no dejo de imaginármela como una hermana.

– Ella te la recuerda, ¿No Paco? – Lola le preguntó con suavidad sabiendo que el tema de su familia era complicado de hablar para su marido.

– Sí Lola, ella me la recuerda – admitió el hombre con un suspiro – Su acento, sus gestos tan parecidos a… pero yo sé que no puede ser ella. Es que vamos Lola, ¿Cuánta chance habría de que Pepa Miranda fuera la hermana que mi madre perdió en Huelva? Nosotros somos de Cádiz, ya lo sabes. – Lola asintió – Siempre fuimos de Cádiz pero el tiempo en el que mi madre estaba preñada de mi hermana tuvo que viajar a Huelva y lo único que recuerdo de esa época fue que la tuve que acompañar al hospital. Yo me quedé esperando en una sala fría por mucho tiempo hasta que mi madre salió del hospital y supe que ya no estaba preñada, pero que tampoco tenía una hermana. Ella nunca quiso decirme qué fue lo que ocurrió con ella así que siempre creí que había nacido muerta, pero ya no estoy tan seguro de eso.

– ¿Y has planeado hablar de tus inquietudes con la modelo cariño? – preguntó Lola con suavidad – ¿Para saber si tu historia encaja con la de ella?

– ¿Qué quieres que le diga? – preguntó con sorna Paco negando con la cabeza – ¿Qué quieres? Que me aparezca en su mansión y le diga, «Mira Pepa que ya que tú eres huérfana y eres de Huelva es posible que seas la hermana que yo perdí allí». No puedo Lola. No puedo decirle eso a ella y para luego enterarme que no es cierto luego de habérselo dicho, no puedo hacer eso. No cariño, tendré que averiguarlo a mi manera, por otra parte. Lo haré y no descansaré hasta saber la verdad de todo lo ocurrió hace tanto tiempo y así sabré de una vez por todas qué fue la única miembro del clan Miranda que todavía me queda además de nuestra hija, por San Quintín que lo descubriré.

Diva: Los Ángeles de la Diva #PepaySilvia #LHDP

Este capítulo me salió como avión, de un vuelo. Gracias por leer…


 

Capítulo Treinta y Uno: Los Ángeles de la Diva

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– Cuénteme una vez más sobre su relación con el occiso Lucas Fernández y cómo fue que estuvo con él la noche de su asesinato, señorita Peláez.

Paco se encontraba rodeado de mujeres en la sala de interrogatorios. Cuando apareció Rita Peláez contando su versión de la noche que pasó con el hombre asesinado alegando que la acusada Pepa Miranda era inocente, el comisario había tenido que reevaluar su declaración para cotejarla con la versión de Rita y además tuvo que interrogar a su cuñada porque era quién más conocía al muerto.

Era un follón de monumento pero Paco Miranda estaba dispuesto a llegar hasta el final y a afrontar hasta las últimas consecuencias de este caso.

El comisario observaba a las cuatro mujeres presentes en la sala y suspiró. La abogada de Pepa no paraba de estudiar informes y de hablar con su defendida entre susurros y Silvia hacía lo mismo con la recién llegada al tiempo que le lanzaba miradas mordaces a la abogada de Pepa.

– Hay demasiado estrógeno aquí – pensó para sí el hombre mientras miraba a las mujeres y era consciente de que tras los espejos sus hombres también observaban lo que estaba ocurriendo dentro de la sala. La detención de la Diva iba ser comidilla de toda la comisaría por un largo tiempo si el entuerto no se solucionaba pronto.

Paco le volvió a preguntar a Rita sobre su versión de los hechos y la mujer le explicó todo intentando ser lo más sensata y concisa posible.

– A Lucas lo conocí en Venezuela – comenzó su relato la enfermera con la voz cargada de nerviosismo – En Zulia donde se encuentra la isla de los leprosos, la única que todavía existe al otro lado del charco. Cuando yo llegué Lucas ya estaba en esa isla y bueno, éramos compañeros de curro porque los trabajábamos en el servicio de sanidad de la isla y pues nos hicimos amigos… o eso era lo que creía.

Rita había tenido que hacer una pausa al recordar sus primeras y amistosas interacciones con Lucas y se le formó un nudo en la garganta cuando recordó que ese amigo ya no era tal y que estaba muerto. Fue confortada por Silvia y Pepa que estaban a su lado y Rita les dio las gracias a las chicas en voz baja, se aclaró la garganta y siguió su relato.

– Trabajar en una isla con pacientes leprosos es muy jodío – explicó con seriedad – Es muy jodío y muy desgastante porque la miseria que uno puede ver en esos pobres enfermos es espantosa. Así que tener vínculos con gente que conozcas y que además sean de la tierra de uno pues, ayuda mucho.

– Entiendo – dijo el comisario mirando a la enfermera a los ojos – Usted ya me ha dicho como se formó la relación de amistad entre ustedes, ahora necesito que me diga cómo es que el occiso comenzó a cambiar. Qué lo llevó a cambiar su actitud y a transformarse en el asesino que resultó ser.

Era una pregunta difícil y Rita lo sabía. Pero tras mirar a Pepa y Silvia que se miraban a su vez entre sí se dio cuenta de la verdad.

– Espero que no se enojen las chicas aquí presentes – respondió mirando tanto a Pepa como a Silvia y ambas asintieron con la cabeza – Pero yo creo que Luquitas comenzó a cambiar desde que aquí la Pepita llegó a la isla y luego apareció la Silvia.

Paco observó a ambas mujeres pero ninguna de ellas le devolvió la mirada. Ambas se habían dado cuenta que lo que decía Rita era verdad. Pero a pesar de que ninguna de las dos era culpable de nada no pudieron evitar sentirse culpables de ello.

– Cómo me gustaría ser el comisario ahora mismo – Curtis Naranjo mencionó en voz baja a sus compañeros agentes que observaban desde la sala contigua a la sala de interrogaciones lo que ocurría con la modelo y las testigos. El moreno no podía evitar quedarse mirando con cara de bobo a todas las bellezas que había en la sala, comenzando con la modelo famosa que sólo había visto en la televisión y en las revistas de magazine.

– Tú y la mitad de la comisaría – le respondió su compañero Aitor Carrasco que tampoco podía quitar la vista de las mujeres presentes en la sala aunque su mirada estaba enfocada exclusivamente en la abogada de la modelo y sus grandes tetas. – Paco tiene una suerte que todos quisiéramos Curtis.

– Creo que la que tiene más suerte es la Diva – mencionó Curtis en tono libidinoso – Esa mujer además de tener más pasta que el presidente siempre está rodeada de tías buenorras y eso me causa…no sé cómo explicarlo pero me prende.

– Claro que está rodeada de mujeres Curtis si a esa mujer le gustan las tías – se burló el agente más joven – Es normal que esté rodeada de tanta belleza junta ¿No?

– ¿Qué la tía es bollera? No me lo creo – musitó Naranjo con una sonrisa burlona – No creo que tamaña diosa sea de la otra acera, más bien creo que le hace falta conocer a un buen tío, a alguien recio, vamos, que tenga los pantalones bien puestos, que sea un macho de tomo y lomo.

– ¿Un tío cómo quién? – preguntó Carrasco con sorna mirando a su compañero que se daba ínfulas de ser la persona de la que hablaba – ¿Un tío cómo tú pobre cómo las ratas? Aitor se burló de Curtis soltando una carcajada que silenció de inmediato al ver que el comisario miraba hacia el espejo de la sala donde ellos estaban, pero se siguió riendo de Curtis sin hacer demasiado ruido.

– Gracias por el voto de confianza Carrasco – Curtis respondió mirando a su compañero con frialdad a lo que el Aitor sólo se encogió de hombros con una sonrisa. – Tal vez tengas razón y no tenga la pasta que tiene la Diva pero tengo algo más que hará que eso no importe.

– Cre… creo Curtis que se os ha olvidado que la señorita Diva tiene una novia – Povedilla que también estaba en la sala observando el interrogatorio y que no había hablado hasta ahora le respondió a su compañero mirando a la pelirroja.

– ¿De qué hablas tú Povedilla? – preguntó extrañado Curtis mirando a José Luis – ¿Qué novia?

– Pues la cuñada del comisario Curtis – respondió el agente indicando a Silvia que se encontraba abrazando a Pepa por la espalda – Silvia es la novia de la Diva y eso todo el mundo lo sabe.

– Povedilla tiene razón Curtis – Aitor mencionó con una sonrisa mirando a su compañero – La pelirroja es su novia y Sara… la hija del comisario es su amiga también. He oído que el tiempo que no pasa en su casa de la corrala, lo pasa en la mansión de la modelo y es tratada por ella como su amiga….

El agente Carrasco se quedó callado. Pensar en la hija del comisario no le gustaba porque Sara Miranda era un imposible para él desde que la había conocido.

– Mejor no hables de la hija del comisario chaval que luego tú sabes cómo nos va – advirtió Curtis mirando por un momento al chico que seguía cabizbajo – No sé ustedes pero yo prefiero seguir observando a las diosas de la sala contigua, bueno, a todas menos a la enfermera que no sé de dónde salió.

– No seas mal educado Curtis que así no se trata a las damas – Povedilla defendió a la enfermera con seriedad – Todas las mujeres son bellas, porque son mujeres y lo sabes.

– Claro, tú lo dices porque te ha gustado la enfermera soquete – se burló Curtis y se rió al ver al agente ruborizarse – No lo puedes negar porque ya te vimos siendo todo un caballero con ella cuando apareció en la comisaría.

Povedilla sólo se encogió de hombros pero no dejó de mirar a Rita que seguía hablando con el comisario. Los tres siguieron observando la conversación y a los Ángeles de la Diva como Curtis decidió llamar a las mujeres que acompañaban a la modelo, hasta que tuvieron que dejar de hacerlo cuando sintieron ruidos de voces provenientes de la sala de la brigada.

– ¿Qué cojones pasará allá afuera? – preguntó Curtis sonando realmente ofuscado.

– No sé pero parece que los demás agentes están lidiando con reporteros – se quejó Aitor con desdén – Desde que llegó la modelo que no se han ido.

– Tenemos que sacarlos de aquí antes de que el comisario nos corte las pelotas – advirtió Curtis a sus compañeros que asintieron con la cabeza – Menuda hostia de mañana que pasaremos por culpa de esos carroñeros….

– Es la Diva la que está siendo interrogada Curtis – expresó Aitor con desagrado – ¿Qué esperabas?

El agente Naranjo resopló pero salió de la sala contigua hasta la sala de la brigada junto a sus compañeros para enfrentarse

al follón que esperaban resolver pronto y sin incidentes. Era lo único malo de tener a una persona conocida en un recinto policial y los agentes de San Antonio lo estaban descubriendo con total desagrado.

– Rita ya me ha contado de su amistad con Lucas Fernández, Silvia también me ha dicho de la relación de ex pareja que tuvo con él y todo lo que ocurrió en la isla de Providencia luego de que ustedes tres escapasen – Paco repasó los interrogatorios en voz alta a lo que las tres aludidas asintieron – Bien. Ahora que eso ha quedado especificado necesito que Rita, usted me cuente lo ocurrido la noche de la muerte de Lucas. Cómo fue que la encontró y qué hablaron. Todo lo que pueda recordar de la noche pasada sin dejar atrás ningún detalle.

Rita suspiró pero contuvo su nerviosismo para detallar la charla que tuvo con Lucas y relatar su sorpresivo encuentro.

– Lucas supo dónde encontrarme porque mientras estuvimos en la isla yo le conté de mi vida en Madrid y le di mi dirección – respondió la enfermera con el entrecejo fruncido – Lo hice para visitarnos cuando volviéramos a España, ¿sabe? Para seguir en contacto.

Bueno, supongo que así fue cómo me encontró porque llegó a mi casa anoche cerca de las once menos veinte. Yo me sorprendí de verlo porque no lo esperaba por supuesto. No esperaba que él apareciera en mi puerta pidiéndome, exigiéndome que le diese refugio….

– ¿Me puede decir algo sobre su aspecto? – Paco preguntó con curiosidad – ¿Cómo lo vio? ¿Cómo iba vestido? ¿Si estaba desaseado? ¿Algo relevante?

– Bueno, él apareció vistiendo entero de negro – respondió Rita haciendo memoria – Tenía unos vaqueros negros, zapatos negros, sudadera negra y una cazadora negra. Lo vi tan oscuro que me asusté. Cuándo le pregunté el motivo por cuál había aparecido él me contó que estaba siendo perseguido. Me habló de un trabajo, un hombre que le dio dinero por un trabajo y que lo estaba persiguiendo pero no supo decirme más porque el pobre estaba muy acelerao. El zagalico estaba como loco y no paraba de repetir pullas en tu contra Pepita – Rita miró a Pepa con tristeza pero la modelo sólo le dio un apretón en la mano diciéndole que no pasaba nada – Alegaba que tú eras la razón de todos sus males pero que él no era el único que había sido cagado por ti. «Esa perra no sólo me ha cagado a mí quitándome a Silvia, sino que además tiene otro cadáver en el puto armario que también está cagado por su culpa». Esas fueron sus palabras. Yo intenté calmarlo y razonar con él, pero Lucas no me hizo caso y me confesó que alguien le había estado ayudando con pasta todo este tiempo a cambio de un trabajito especial. Deambuló por mi sala de estar comentando que ese alguien no lo encontraría vivo porque no pudo acabar con el trabajo y creo que escuchó algo porque de pronto se quedó callado y susurró que el cabrón lo había encontrado.

Luego se fue. Yo intenté seguirlo pero corrió como alma que llevaba el diablo y desapareció en medio de la noche sin que supiera de él hasta esta mañana cuando escuché en el noticiario que estaba muerto y que acusaban a Pepa de que lo había asesinado. Supe que ella no podía haber sido porque Lucas nunca mencionó que Pepa lo perseguía porque si dijo cabrón…

– Eso significa que ese alguien que lo perseguía no era una mujer sino un hombre – mencionó Paco en voz alta y anotó en el archivo la declaración de Rita. – ¿Fernández mencionó dónde vivió todo este tiempo? ¿Le dijo algo sobre eso?

– Lucas me contó que en Madrid vivía en un hotel pero que todo su tiempo lo pasó viviendo en una ciudad de Barcelona. No recuerdo cuál pero me dijo que era bastante pija.

– Bien. Tendré que investigar todo eso también – mencionó Paco con seriedad anotando las últimas palabras de la enfermera.

Luego de un tiempo observó a Pepa que estaba bastante nerviosa sentada en la silla junto a Silvia y su abogada y comenzó con su interrogación.

Comenzó por preguntarle si había visto al occiso antes de lo ocurrido en el polideportivo y Pepa respondió que lo había visto en el evento de pasarela en Madrid haciéndose pasar por fotógrafo profesional. Le explicó que al verlo supo que su seguridad y la de su familia estaban comprometidas y que fue por ese motivo por el cual había decidido pedirle a él que fuera su refuerzo de seguridad.

– No podía arriesgarme a que le hiciera daño a alguien de mi familia – respondió Pepa con acritud – fue por eso que me enfrenté a él en el polideportivo llevando  conmigo el arma que se encontró en la escena del crimen y si la próxima pregunta será dónde estuve durante el tiempo en el que su muerte ocurrió yo le respondo comisario. La pasé en mi casa, junto a mi hija, a Silvia y a Sara y lo puede corroborar mi pelirroja que está aquí y llamar a su hija que también le dirá lo mismo.

Silvia asintió haciendo precisamente eso. Paco supo que iba a tener que hablar con su hija pronto y supo también que debía buscar pistas por otro lado.

– Bien, eso ya lo habíamos dejado claro, pero le tengo otra pregunta Pepa – espetó el comisario con seriedad – necesito que me cuente si sabe de alguien, si sospecha de alguien de su entorno más cercano que tenga algún tipo de rencilla en su contra. Alguien que conozca que pueda estar detrás de esta acusación y que la quiera ver perjudicada de alguna manera. ¿Conoce a alguien así?

– En mi carrera podría nombrar a muchas personas – se burló Pepa con pesimismo y luego negó con la cabeza al único nombre que se le cruzó por la mente y que la querría ver tras las rejas o perjudicada – En mi vida personal en cambio sólo hay una persona pero no lo creo. No creo que pueda tener los cojones de hacer algo así, no lo creo.

– Dígalo Pepa, todo lo que sirva para limpiar su nombre es importante que lo diga aunque no lo crea – respondió el comisario expectante – ¿A quién se refiere?

– A mi ex marido – respondió la modelo con rabia al imaginar a su ex planeando su ruina – He tenido desde hace años muchas desavenencias con él por la custodia de mi hija y sé que él estaría dispuesto a todo para conseguir la custodia exclusiva de la niña y vivir con su familia feliz dejándome de lado para vengarse de mí.

– Bien. Tenemos a un nuevo sospechoso que interrogar – Paco estuvo de acuerdo con una sonrisa de ánimo – ¿Me puede decir dónde encontrar a su ex marido?

– Andrés Cañizares vive en Barcelona – dijo Pepa con voz hosca – Tendrá que ir a interrogarlo allá, porque estoy segura que sus abogados no querrán que él venga acá sólo cómo testigo, o por las buenas.

– ¿Andrés Cañizares? – Paco preguntó sonando realmente sorprendido al oír ese nombre – ¿Me está diciendo que nuestro sospechoso es uno de los tenistas más importantes que ha tenido España?

– Él mismo – respondió Pepa en tono apagado – Y si ha sido él pues creo que ni su fama lo salvará de la cárcel, pero por mi hija espero que no lo sea, porque si es entonces ya no podrá quitármela.

Diva: Detenida #PepaySilvia #LHDP

Un capítulo más de Diva y ya se acaba… Gracias por leer…


 

Capítulo Treinta: Detenida

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Era una locura surrealista. Eso era todo en lo que Pepa podía pensar mientras permanecía de pie en la puerta de su mansión en compañía de su hija pequeña que se había escondido detrás de su madre cuando vio a los policías acercarse a ella con unas esposas. La niña miraba a aquellos hombres con el entrecejo fruncido entendiendo que se iban a llevar a su mamá pero sin entender todavía el motivo de ello.

 

– ¿Qué pasa mamá? – la vocecita asustada de la niña preguntó de pronto sacando de su estupor a Pepa que se dio cuenta con espanto que su hija estaba siendo testigo de todo ese mal entendido – ¿Por qué te quiere llevar la policía?

– Por Dios cariño, tú no puedes estar aquí – expresó Pepa con nerviosismo mirando a su hija y luego al comisario – ¿Podrían esperar a que me lleve a mi hija dentro? No quisiera que viera….

– Tendremos que acompañarla – Paco le respondió con seriedad y le hizo un guiño a los policías que lo acompañaban y que asintieron con la cabeza.

– Gracias – le dijo la modelo al hombre robusto que la siguió hasta el vestíbulo donde también aparecieron Silvia y Sara que se sorprendió mucho de ver a su padre tan temprano en la mansión de su ídola y con expresión tan seria. Supo de inmediato que no traía buenas noticias.

– Sara necesito que te lleves a Isa a su habitación – fue la primera petición que Pepa hizo cuando vio a la joven – Necesitaré que se queden allí hasta que pueda arreglar unos asuntos que tengo con tu padre.

– ¿Asuntos? – Sara no entendía nada – ¿Qué asuntos? ¿Por qué estás aquí papá?

El comisario iba a abrir la boca pero Pepa no le permitió hacerlo delante de la niña. Se acercó a Sara junto a Isa y le entregó la mano de la pequeña para que la cogiera.

– No puedo explicaros nada ahora – les dijo a ambas con una seriedad que hace tiempo no veían, menos Isa que no entendía por qué su mamá estaba en problemas – Pero necesito que las dos me hagáis caso, porque esto es muy importante.

– ¿Por qué te van a llevar los policías mamá? – la pequeña estaba asustada y Pepa se odió por hacerla pasar por eso – ¡Yo no quiero irme con Sara quiero estar contigo! ¡No quiero que te vayas!

Pepa suspiró sabiendo que se vendría una pataleta por parte de su hija pero volvió a ponerse seria y le explicó que todo era un grave mal entendido.

– No me van a llevar los policías cariño porque yo no he hecho nada malo – explicó Pepa con seriedad pero en tono suave – Arreglaré el mal entendido con el papá de Sara y todo saldrá bien pero necesito que me hagas caso Isa. Necesito que seas una niña obediente y te quedes en tu habitación junto a Sara hasta que todo esto se esclarezca, ¿Entiendes peque?

Isa supo que su mamá hablaba en serio y asintió con la cabeza a su madre para luego abrazarla con toda la fuerza que fue capaz. Pepa tuvo que tragarse el nudo de emoción que le aprisionaba la garganta ante el gesto de su hija y forzó una sonrisa diciéndole que pronto todo estaría bien.

Sara por su parte hizo lo mismo con Pepa y se llevó a la niña hasta el tercer piso donde estaba su habitación no sin antes advertirle de pasada a su padre que le debía muchas explicaciones. Paco sólo asintió y le pidió que se fuera.

Una vez que las chicas desaparecieron el ambiente en el vestíbulo volvió a tensarse. Tensión que luego se trasladó a la sala de estar donde Pepa, Silvia y Paco estaban reunidos.

– No lo entiendo – Pepa dijo en tono lúgubre al hombre que la venía a detener – No entiendo por qué soy la sospechosa de la muerte Lucas Fernández si yo no he hecho nada.

– ¿Lucas está muerto? – Silvia que aún no sabía nada de lo ocurrido quedó de piedra al saber la noticia – ¿De qué estás hablando Pepa? ¿Es por eso que Paco está aquí?

– Creo que es mejor que esto lo aclaremos en el precinto – Paco respondió con el entrecejo fruncido – Será mejor que arregle sus documentos Pepa porque lo necesitará.

– Está bien – Pepa respondió con un resoplido pasándose una mano por el cabello con nerviosismo – Lo acompañaré a la comisaría comisario pero no me llevará esposada a ese lugar como una vulgar delincuente porque yo no he hecho nada. Conozco mis derechos. Sé que tengo derecho a una llamada y a contar con la presencia de un abogado, así que si me permite, es lo que haré ahora mismo antes de irnos.

Sabiendo que la modelo tenía razón, Paco asintió a sus palabras y espero a que la joven terminase con sus asuntos.

Mientras Pepa se contactaba con su abogada, le pidió a Silvia que le avisara a su hija que saldría por unas horas y que volvería pronto.

– No le diré nada más Pepa, tú no te preocupes – Silvia le dijo con sinceridad a pesar de todas las preguntas que le rondaban por la mente. Ella sabía que Pepa no podía haber asesinado a Lucas porque sabía que no era capaz, o era lo que quería creer.

Una vez arreglados los asuntos en la mansión, Pepa en compañía de Silvia y Paco salió de la casa hasta el carro policial sin que Pepa fuera esposada en ningún momento. Hasta ahí todo iba bien excepto cuando salieron de los terrenos de la mansión a la calle. La noticia de la detención de la Diva ya se había colado a la prensa y un cúmulo de reporteros ya rodeaba la propiedad de la modelo en busca de la exclusiva.

– ¿Pero qué leches es todo esto? – se quejó en voz alta Paco al ver como el carro policial era literalmente acorralado por paparazzis y gente de la prensa que sacaba fotografías al auto y gritaban el nombre de Pepa preguntándole el motivo de su detención.

– ¡Dejad el follón leches que llevo prisa! – Paco no estaba acostumbrado a ese tipo de asedio y lo hizo notar azuzando a los periodistas a alejarse a punta de bocinazos y tacos que no pudo evitar lanzar a esos cuervos que lo ponían de los nervios. Cuando consiguió zafarse de ellos, aceleró ordenándoles a sus agentes que lo seguían en un segundo carro a que hicieran lo mismo. Se dio cuenta que a pesar de acelerar los paparazis igual los iban siguiendo.

– No se detendrán hasta que no hable con ellos y les dé su exclusiva – explicó Pepa con un suspiro al ver el evidente malestar en el rostro del comisario – Lamento todo esto, es lo que lleva consigo ser una persona conocida.

– La verdad es que no sé cómo aguantas a esos payasos – Paco le dijo intentando sonar más tranquilo – Son unos depredadores.

– Es cierto, pero ya estoy acostumbrada – Pepa respondió con un suspiro – además a veces te salvan eso no lo puedo negar.

Paco asintió por el espejo retrovisor y no se habló nada más durante el resto del viaje que Pepa pasó acompañada de Silvia que sólo podía darle su apoyo en silencio. Ambas estaban cogidas de la mano y no se soltaron de ellas hasta que llegaron a comisaria.

Una vez allí, Pepa tuvo que identificarse y luego el mismo Paco se la llevó a la sala de interrogatorios donde ya la esperaba su abogada Raquel Andrade. La abogada era una joven morena de ojos verdes y estatura media que saludó con un abrazo muy íntimo a Pepa y que puso celosa a Silvia que tuvo que ver esa muestra de cariño hacia su novia sin decir palabra.

Pepa luego hizo una breve presentación a Silvia y Paco le tuvo que pedir a su cuñada que esperase fuera.

La pelirroja se despidió de Pepa con un beso en los labios y salió de la sala a esperar por su chica.

– Ya que estamos aquí será mejor que empecemos – Paco anunció a ambas mujeres que asintieron con la cabeza y vieron como la puerta de la sala se abría y entraba uno de los agentes que acompañaron al comisario a casa de la modelo llevando consigo una ficha policial.

– Aquí… aquí tiene el archivo señor comisario – anunció Povedilla con nerviosismo tropezándose con la mesa cuando iba a dejar el archivo a Paco. Se disculpó varias veces por su torpeza y salió lo más rápido que pudo sin quitarle la vista de encima a Pepa que lo miraba con una sonrisa disimulada.

– Deja de mirar y babear Povedilla que os entrarán moscas – se quejó el comisario al ver al agente más torpe que de costumbre. – Vete ya que tengo mucho trabajo y poco tiempo, vamos.

El hombre de gafas grandes se cuadró y se despidió saliendo de la sala con rapidez del todo de la sala.

– Él no es siempre así de torpe – se disculpó azorado el comisario mirando a Pepa – Pero creo que tener a alguien como tú en la comisaría ha revolucionado a todos mis agentes.

Las palabras medio en serio y medio en broma, Pepa no supo cómo tomarlas así que volvió a sonreír para luego ponerse seria cuando vio que el hombre comenzaba a leer la ficha policial que el otro agente le había entregado.

– Aquí señala que el señor Lucas Fernández fue encontrado muerto de un balazo en el pecho la noche de ayer, a un par de cuadras del recinto polideportivo Las Acacias – recitó Paco en tono serio – Usted y yo estuvimos en ese lugar ayer por la tarde.

– Si – Pepa respondió bastante sorprendida al saber que ese hombre estaba muerto y que había sido asesinado tan cerca del recinto donde ayer pasó la tarde con su hija. – Lo sé comisario. Estuvimos allí.

– Bien, entonces necesito que explique ¿Qué coños hacía Lucas Fernández en ese recinto y por qué nunca se me fue informado de ello?

Pepa cerró los ojos y suspiró. Sabía que no debió haber mentido sobre su ida a los aseos esa tarde y menos sobre su encuentro con Lucas así que se enfrentó a las consecuencias. Iba a actuar con la verdad.

– No sé qué hacía ese hombre en el polideportivo – admitió Pepa con acritud – No sé quién le dijo que yo estaría allí, no sé cómo me encontró.

– ¿Y habló con él? – Paco estaba cada vez más nervioso al seguir viendo la evidencia que la modelo tenía en su contra. – Pepa le he hecho una pregunta Durante el tiempo que se alejó de la cancha de tenis, ¿Tuvo alguna interacción con el ahora occiso? ¿Sí o no?

El silencio tenso de la sala se acrecentó cuando Paco le reveló unas imágenes de ella hablando con Lucas en la parte trasera de la cancha de futbol. No iba a poder negar nada.

– Sí, yo hablé con él – Pepa admitió con acritud – Hablé con ese hombre pero eso fue todo lo que hice comisario, yo no lo maté. Cuando me fui de ese lugar y volví a las gradas de la cancha de tenis, Lucas todavía estaba vivo. Lo juro.

– Yo le creo Pepa – dijo Paco con un suspiro – Le creo pero aquí tenemos un problema y esto.

Después de decir aquello el comisario le acercó a Pepa y a su abogada más evidencia que mostraban una pistola y el trozo roto y ensangrentado del bolso Dolce&Gabanna que esa tarde portaba la modelo en el centro deportivo.

– ¿Reconoce el trozo de metal ensangrentado que muestra la imagen? – el hombre preguntó con el entrecejo fruncido a lo que Pepa asintió sin decir nada – ¿Dónde está ese bolso y el arma Pepa? ¿Dónde la ha conseguido?

– Están en casa – respondió la joven en tono apagado – No me di cuenta de lo del bolso y el arma es mía, está registrada y tengo los papeles en regla pero no usé esa arma. No sé usar armas…. Sólo lo he hecho una vez y no fue aquí sino en Venezuela, en la isla de los leprosos y lo hice porque nos atacaron, pero yo nunca he matado a nadie comisario.

– Pero tiene sus huellas Pepa – Paco sonaba frustrado – El arma tiene sus huellas y el cuerpo del occiso también tiene sus huellas, ¿Me puede decir cómo coños llegaron sus huellas y esa evidencia de su bolso al cuerpo del señor Fernández?

– No respondas más Pepa – Raquel intervino por primera vez en la conversación – Creo que si mi clienta logra demostrar que ha sido incriminada no hay más que hablar. Lo demás son pruebas circunstanciales.

– ¿Dónde estuvo la noche de ayer entre las once y las tres de la mañana Pepa? – Paco no dejó que la abogada le impidiera hacer su trabajo.

– En mi casa, con mi hija, mi novia y vuestra hija comisario – le respondió la modelo con sequedad – Si quiere puede corroborarlo con Sara y Silvia pero quiero a mi hija fuera de todo esto. Ahora sí no me necesita para nada más… Pepa hizo ademán de levantarse para seguir a su abogada pero la mano de Paco cuando la cogió del brazo se lo impidió.

– Lo siento Pepa pero en vista de la evidencia en su contra tendrá que pasar la noche detenida – le informó el hombre con severidad y un dejo de tristeza y se la iba a llevar a los calabozos de la comisaría pero antes que pudiera hacerlo la puerta de la sala de interrogatorios volvió a abrirse. Povedilla entró a la sala acompañado de Rita que le exigió al comisario que dejase libre a Pepa.

– Ella es inocente comisario – respondió la mujer en tono urgente mirando a Pepa que la miraba sin poder creer lo que estaba pasando – La zagalica no tiene la culpa de nada porque Lucas Fernández estuvo conmigo anoche antes de morir.

Notas Aparte: Algunas Respuestas #LaDamaDeHielo #SiTeOlvidoRecuérdame #Diva

Muy buenas tardes. Cómo se pueden dar cuenta este no es otro capítulo de Diva. Dejé la historia porque creo que es conveniente un momento para dar algunas respuestas a una lectora que ha comentado algunas entradas antiguas al blog y aunque no soy muy dada a responderlas, son varias así que creo que corresponde para no tener que hacerlo una por una.

– La Dama de Hielo:

Esta como saben ha sido mi primera historia. Intenté empezarla desde el capítulo final de los hombres de Paco y eso incluía también su relación con Raquel, la agente que aparece en un capítulo de la serie pero que al parecer esa relación no se ahonda más hasta el final donde nos muestran que entre ella y Pepa tienen una relación sentimental. No es de mi personal agrado porque vamos, Pepa es sólo de Silvia pero en la vida real las cosas son diferentes  así que son pareja, nada que hacer.

Me llama la atención Anya, que menciones en otro de tus comentarios a Susana Rota, el personaje de Marian Aguilera en Homicidios. En la Dama de Hielo yo he «basado» si se puede llamar así, la apariencia de Sofía Castañeda en el personaje que hizo Marian en Esencia de Poder. Su personaje se llamaba Alicia Gavilán y era muy distinto a todo lo que he visto de Marian en series de televisión pero que en lo personal me encanta porque más guapa con ese estilo la pelirroja es imposible. La amo con ese look.

Nadie está conforme con la muerte de Silvia por lo que yo siempre la salvo en mis historias. Sea por algún experimento científico o por un cambio en la línea de tiempo.

Cuando hablas de la masturbación, bueno, ese tiene un motivo y esto lo he tomado como libertad creativa además. Odio con el alma ver a Pepa liarse sexualmente con hombres. Lo odio. Con todas sus letras. Y creo que la serie, no se que pensarás tú pero se nota que detrás de ella hay hombres involucrados porque qué manía de poner penes en una relación lésbica por Dios. ¿Para qué? ¿Cuál es el sentido?

Yo no sé pero si se supone que un personaje está identificado como gay o lesbiana qué sentido tiene de hacerlo bisexual?

Porque yo sé que para una lesbiana es espantoso que su novia la engañe con un hombre. No puede luchar contra eso, no puede competir porque no tiene por dónde. Con una mujer sí, es un campo de batalla igualado pero no de otra manera. Así que sí, por eso tomo mucho lo de la masturbación en mis historias por ese motivo.

– Si Te Olvido, Recuérdame:

Esta mi cuarta historia de Pepa y Silvia. Está basada en una película romántica que me gusta mucho y hablando de la amnesia tengo que decirte que sí Anya. No tener memoria de lo que eras sí cambia mucho la personalidad y es un hecho comprobado, por eso hice que Pepa fuese de la manera que fue durante su amnesia. Si antes era macarra, con amnesia es tierna, sumisa, niña bien, muy lejos de lo que fue y con Silvia pues hice lo mismo. Dejó su pasado cuadriculado y serio para transformarse en una mujer más atrevida en infantil.

Pero no lo digo por decirlo. Leí mientras estuve investigando sobre la amnesia de un caso sobre un chico que antes de su accidente que le quitó la memoria que era heterosexual y tenía su pareja y era deportista, parte de un equipo de fútbol americano de hecho. Tuvo un accidente y cuando despertó ya no le gustaban las mujeres. Decidió hacer su vida como un hombre homosexual, bajó de peso, cambió su estilo, consiguió novio y dejó el fútbol americano por unas tijeras de estilista en un salón de belleza. Puedes verificarlo si quieres.

– Diva

No creo que sea conveniente decir mucho de Diva pero sí decir una vez más que sí. Confieso que he tomado mucho de Laura Sánchez y su vida personal para esta historia, pero no por completo. Tal vez tenga mucho de ella pero los giros que tendrán los últimos capítulos que le siguen no tienen nada que ver con ella.

Y es todo. Espero que haya quedado un poco más claro el trasfondo de estas historias. Y también aclaro desde ya que esta nota aparte será la única que haré de ahora en adelante.

Gracias Anya por todos tus comentarios. Han sido un poco locos algunos pero me han hecho gracia. El próximo capítulo de Diva irá la próxima semana porque estos días que quedan no me será posible actualizar.

Una vez más gracias por leer, los comentarios y la paciencia.

Diva: Pistola Humeante #PepaySilvia #LHDP

Me ha tomado su tiempo sacar este capítulo pero aquí va. Gracias por la paciencia y por leer.


Capítulo Veintinueve: Pistola Humeante

Diva_C29_Pistola

Se sentía amenazada. Tener la constante amenaza de la presencia de Lucas Fernández la tenía enferma. Pepa Miranda parecía un volcán en peligroso estado de erupción y todos los que la rodeaban se daban cuenta de aquello excepto su hija Isabella quién permanecía felizmente ajena a la angustia evidente de su madre.

Pepa se había encargado de mantener a su hija protegida de la amenaza latente que era ese asesino manteniendo a la pequeña encerrada en la mansión en compañía de Sara que se había convertido en su compañera de juegos preferida, pero Pepa sabía que no iba a poder mantenerla así por mucho tiempo ya que igual tenía que salir con la niña a sus prácticas de tenis aun cuándo incluso podían hacerlo en su propio jardín. La modelo sabía que debía actuar tal y como siempre lo hacía para levantar sospechas y estaba consciente de que a su hija no se le escapaba nada. Sabía que ella sospecharía si se mantenían demasiado tiempo encerradas en la mansión e Isabella no tardaría en bombardear a Pepa con preguntas al grado de casi exigirle a su madre que le hablase con la verdad. Además, a la peque le encantaba salir a pasear y jugar al aire libre.

Así que Pepa no lo tenía fácil. Estaba dividida en seguir manteniendo a su hija y a Silvia encerradas en la mansión y en hacer su vida tal y como lo venía haciendo hasta ahora para aparentar normalidad y una calma que por supuesto no sentía.

Y aquel conflicto de emociones era observado por Silvia que trató en lo posible ser una fuente de apoyo y consuelo para su novia a pesar de sentirse inútil al no poder ofrecer más ayuda en relación a la amenaza de Lucas. Sin embargo supo que si lo que preocupaba a su chica era la seguridad, bien podría pedirle a su cuñado Paco ayuda en ese sentido. Lo pensó y se dio cuenta que podría ser una opción y decidió discutir el asunto con Pepa que en esos momentos estaba en la sala de estar del primer piso mirando por el ventanal hacia el patio donde podía observar a su hija jugando con Sara en el columpio del jardín delantero.

Su mente seguía en la preocupación por la seguridad de su hija y de la mujer que amaba, pero tuvo que cerrar los ojos cuando de pronto sintió que los brazos de dicha mujer le rodeaban la cintura por detrás. Suspiró cuando sintió los labios de Silvia en el cuello y gimió cuando los mismos labios decidieron succionar el lóbulo de su oreja haciendo además que le temblasen las rodillas.

– Estás pensando demasiado preciosa – el susurro suave de la pelirroja hizo gemir por segunda vez a la modelo que había vuelto a cerrar los ojos para disfrutar de las suaves caricias de su novia – Puedo ver esos engranajes de tu cabeza dando vueltas desde aquí Pepa, ¿Sigues preocupada por lo que sucedió en el evento?

Era una pregunta tonta y Silvia lo sabía pero necesitaba oír la confirmación de los labios de su chica, así que la obligó a voltearse y ambas quedaron de pie frente a frente, con Pepa aun sin querer responder de manera abierta a la pregunta de su princesa hasta que no se vio obligada por ella.

– Si pelirroja, sigo preocupada por ese gilipollas no he podido evitarlo – admitió la joven con gravedad – Desde que lo vi esa noche en el grupo de fotógrafos que no he podido dejar de pensar en eso ni en preguntarme cómo coños fue capaz de salir de la isla de leprosos y llegar a España, pero sobre todo cómo fue capaz de entrar al evento con todo y credencial de fotógrafo ¿Es que acaso pudo falsificarlo? ¿Se lo robó a alguien después de matarlo haciéndose pasar por esa persona? No sé Silvia algo de todo esto no me cuadra para nada. Sé que ese cabrón pudo haber dado con nosotras investigándome a través de internet, pero de ahí a entrar al evento de pasarela como lo hizo esa noche no lo sé cómo carajos lo hizo y eso es lo que me tiene más preocupada.

– ¿Crees que lo hizo mediante algún contacto cercano Pepa? – Silvia preguntó en el mismo tono preocupado al tiempo que en su mente aparecía el nombre de su cuñado para salvar la situación.

– No lo sé pelirroja pero creo que todo es posible – le respondió con el entrecejo fruncido encogiéndose de hombros y pensando en su ex – La verdad es que no sé qué pensar cariño pero no me gusta nada que ese asesino esté tan cerca nuestro.

– Sé que te preocupa la seguridad de tu hija cariño pero quizás yo pueda ayudarte con eso – dijo la doctora con una sonrisa un poco más animada – De hecho, creo que tengo la solución en cuanto a seguridad se refiere.

– ¿Y cómo planeas ayudarme tú? – Pepa preguntó por una vez intrigada por las palabras de su chica y sonriendo sin poder evitarlo – ¿Qué tienes en esa cabecita tuya que pueda ayudarme?

– Mi cuñado Paco – respondió la joven con simpleza – Tú sabes que el marido de mi hermana es el comisario de la comisaría de San Antonio y si hablo con él sobre tu problema estoy segura que él será capaz de ayudarnos.

– ¿En serio estás planeando pedirle ese tipo de ayuda a tu cuñado? – Pepa volvió a preguntar sorprendida a lo que Silvia asintió – Pues gracias princesa la verdad es que sí que necesito ese tipo de ayuda aunque yo estaba pensando más en seguridad privada que en la guardia civil.

– No quiero que gastes dinero en seguridad privada Pepa – respondió la joven con seriedad a lo que Pepa la quedó mirando con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado – Y no me mires así que sé que puedes permitírtelo pero no es necesario. Lo de la ayuda a Paco se lo pediría como un favor y si le cuento para quién necesito ese apoyo querrá hacerlo encantado de la vida.

– No me digas que tu cuñado también es mi fan – bromeó Pepa con una sonrisa.

– No es tu fan como lo es Sara, pero sí que te admira mucho porque es tu paisano. Él también es andaluz pero es de Cádiz, no de Huelva. Siempre está hablando de que le gustaría conocer a quién ha dejado tan en alto su tierra andaluz por tu carrera y tu fama. Además tienen en común los apellidos y supongo que eso lo hace sentir el doble de orgulloso.

– Ya no tienes que convencerme más princesa – Pepa decidió abrazando a su chica con fuerza – Puedes pedirle ese favor a tu cuñado porque si es tu familia prefiero que sea él quien se encargue de protegernos en lugar de optar por una empresa desconocida cualquiera.

– Eso está hecho novia mía – Silvia respondió besando a Pepa con una pasión que fue respondida e igualada por Pepa hasta que las dos quedaron sin aire – Esta misma noche hablaré con Paco y le pediré que venga a reunirse contigo… ¿Aquí en la mansión no? – la morena asintió – Vale, que venga a la mansión mañana mismo si es posible.

– Gracias por apoyarme princesa – Pepa le dijo en tono suave, emocionada de tener a su doctora de su parte – Gracias por no asustarte ni salir huyendo de todo esto, yo sé que-

– No tienes que decirme nada amor – Silvia la cortó con un beso – No tienes que agradecerme nada que para eso soy tu novia y te amo con todo lo que tengo cariño.

Pepa no respondió. No con palabras sino con un nuevo beso abrazador y un abrazo aplastante que ninguna de las dos tenía intenciones de detener a pesar de que tuvieron que hacerlo cuando fueron interrumpidas por Isa que llegó al salón buscando a Pepa para decirle que se acercaba la hora de su entrenamiento de tenis.

– Sé que tienes entrenamiento hoy cariño – Pepa le respondió con un suspiro – Ve a alistarte que saldremos a la cancha en media hora. Se dirigió a Sara y le pidió que acompañara a su hija cosa que la chica hizo sin problemas. Pepa esperó a que las chicas desaparecieran de la escalera para seguir hablando y Pepa para que enfrentase sus peores temores.

– Voy a llamar a Paco ahora mismo – Silvia dijo de pronto y se alejó de Pepa que seguía preocupada por salir de la seguridad de su mansión al centro deportivo donde su hija entrenaba. Decidió esperar a que Silvia terminase su charla con su cuñado y se relajó un poco al ver su chica volvía a su lado con una sonrisa.

– Paco llegará a la mansión en vente minutos cariño – Silvia le respondió a su chica las preguntas no dichas – Le dije que lo necesitaba con urgencia para un caso y le di tu dirección pidiéndole que viniera solo. Él quiso saber el motivo por el cual tenía que venir aquí pero yo le dije que todas sus preguntas se las irías a responder en cuanto llegara ¿Estás bien con eso bella?

– Eres una genia princesa – respondió la modelo con orgullo besando a Silvia – Una verdadera genia a la que me encantaría comer a besos pero tengo que ir a cambiarme antes de que aparezca tu cuñado y el huracán de mi hija pidiendo marcharnos.

– Vete ya que si te acompaño luego no llegamos – se burló Silvia y se rió en voz alta cuando Pepa le respondió con un exabrupto.

– Que todo salga bien – Silvia pidió en voz alta con nerviosismo – Por favor, que todo salga bien y que no nos encontremos con ese loco en el centro deportivo….

La llegada al centro polideportivo Acacias no fue tan caótico como Pepa había creído. Todo gracias al cuñado de Silvia que llegó tan puntual como había prometido. En veinte minutos el hombre que se iría a encargar de la seguridad de su familia apareció en su mansión y Pepa se presentó ante él con su cortesía habitual. Algo que por supuesto había sorprendido al comisario Miranda porque no se esperaba un saludo así por parte de una mujer tan famosa como la Diva.

– Agradezco mucho… bueno, que agradezco mucho que haya confiado en mis servicios como vuestro guardia señorita Miranda – el hombre respondió con nerviosismo y una sonrisa afectada a la modelo que a pesar de su agitación no pudo evitar devolverle una sonrisa amable. Pepa miraba a ese hombre que tenía su mismo apellido y su mismo acento y de nuevo algo en él la atraía de una manera extraña, casi como si le conociera de antes, en otra vida quizás….

– De nada comisario Miranda, pero puede llamarme Pepa – respondió la joven en tono amable pero serio – Sé que usted no se dedica a este tipo de trabajos así que no tiene necesidad de formalismos, este será un trabajo de un día comisario. Necesito llegar a la práctica de tenis de mi hija en las Acacias y por un problema que le iré relatando por el camino necesitaré toda la guardia que me pueda facilitar.

– Pues si lo que necesita es guardia por eso no se preocupe señori- Pepa – respondió el hombre en tono bonachón – Que para eso estoy yo aquí.

Pepa volvió a agradecer la ayuda del comisario con una sonrisa y luego salió de la mansión con su hija Isabella, Silvia, Sara que se emocionó mucho de ver a su padre en la casa de su ídola y de Paco que cerraba el grupo. Todos subieron a bordo de una minivan de vidrios polarizados que manejaba el chofer privado de la modelo y pronto partieron rumbo al polideportivo.

Llegaron allí sin ningún contratiempo. El lugar como siempre ocurría cuando había entrenamiento estaba lleno de niños con sus padres y sus entrenadores y Pepa se llevó a su hija hasta el vestidor para guardar su bolso y prepararse para su entrenamiento. Todo esto fue seguido y observado por Paco que una vez más se sorprendió de ver a la mujer que salía en las portadas de las revistas del corazón haciéndola de mamá.

– No estés tan sorprendido papá que ahí donde tú la ves, la Diva no es nada como la pintan en las revistas – Sara que prefirió dejar a su tía Silvia con Isa y Pepa se quedó haciendo guardia con su padre mientras éste observaba atento cada uno de los movimientos de su «cliente».

– Tienes razón hija – el hombre estuvo de acuerdo – supongo que ahora me puedo dar cuenta de eso. Antes no lo había hecho porque no conocía de nada a esta chica pero ahora….

Paco Miranda era un hombre emocional. Era algo que siempre había sido y luego de ver y hablar en persona con aquella modelo sintió algo extraño dentro de él que lo incomodaba. Mientras más observaba a la morena interactuar con su hija y con su cuñada más la veía como algo de él y no sabía por qué. Él había sido hijo único, que supiese nunca había tenido hermanos pero ver a la chica de pronto casi la sintió como tal y eso le incomodaba profundamente porque nada lo ligaba a ella, al menos nada familiar.

– ¿Qué te pasa papá? – Sara le preguntó de pronto a su padre cuando se dio cuenta que tenía los ojos brillantes mientras miraba a su ídola – ¿Te sientes bien?

– ¿Eh? Si… si hija, si yo estoy bien – mintió el comisario al verse pillado – No es nada. Pero dime cariño, ¿Tú sabes algo de lo que pasa con Pepa? ¿Por qué necesita servicio de guardaespaldas? ¿Ha tenido algún problema con alguien?

– La verdad es que no lo sé papá – Sara le respondió con un encogimiento de hombros – Ni mi tita Silvia ni Pepa me han dicho nada del asunto porque desde que Isa está aquí, yo sólo me he encargado de cuidarla y de jugar con ella. Las únicas que saben lo que está pasando son las chicas así que creo que lo mejor es que hables con ellas para que te den más información.

El comisario asintió con la cabeza a su hija y ambos se callaron cuando vieron que Silvia y Pepa se acercaban a ellos. Pepa les guio hasta las gradas para observar el entrenamiento de Isabella y Pepa aprovechó ese tiempo para poner al tanto de la situación al comisario. Le contó a grandes rasgos lo de su enfermedad, su viaje a Venezuela y con más detalles sus problemas con Lucas Fernández. Pepa le contó sobre el asesinato del compañero de Lucas en la isla y que Silvia había sido testigo del mismo junto a Rita Peláez que fue la persona a la que ese hombre le había confesado el homicidio.

Cuando Paco estuvo al tanto de todo se dio cuenta que iba a tener que hablar con esa tal Rita Peláez para interrogarla de lo ocurrido además de ponerse en contacto con las autoridades venezolanas para saber si habían resuelto el caso de esos homicidios. Lamentó de la misma manera que todo aquello haya ocurrido tan lejos de España porque de lo contrario el mismo junto a su gente estarían ya tras la pista de ese asesino.

También sabía que debía idear un plan de seguridad en el entorno de la modelo porque la cercanía de ese hombre con las chicas era muy peligrosa, tanto para la misma Pepa, su hija y su cuñada, como para su hija que pasaba la mitad del tiempo en la mansión de la modelo.

– Después de todo lo que me ha contado Pepa no tengo más que decirle que la tendré vigilada veinticuatro siete – el hombre le informó con seriedad pero en tono amable – de su seguridad no tendrá que preocuparse más, déjelo todo en mis manos.

– Gracias comisario Miranda – la chica le agradeció una vez más con amabilidad y una sonrisa – La verdad es que con usted aquí me siento mucho más segura.

El hombre de ley sólo asintió con la cabeza y todos disfrutaron un poco de aquella tarde de entrenamientos. Isabella era buena en el tenis, eso todos lo podían ver. Era un rasgo que a todas luces había heredado de su padre y que la pequeña potenciaba con cada rutina de entrenamiento que realizaba tanto en Madrid con Pepa, como en Barcelona con su padre Andrés.

Y Pepa no podía estar más orgullosa. Mientras observaba el servicio de su hija también se dedicó a observar a su alrededor. A simple vista todo parecía tranquilo, los niños con sus padres pululaban por el polideportivo entre las diversas disciplinas que impartía el centro y nada parecía fuera de lugar hasta que pasados unos minutos algo pareció incomodarla. Era un hombre.

No pudo verlo desde donde estaba sentada porque estaba lejos, pero sí que le llamó la atención el hecho de que parecía bastante ajeno al centro y al parecer ni siquiera era padre de algún niño deportista. Pepa le siguió con la mirada y se dio cuenta que estaba vestido demasiado formal para estar en lugar como este. Tenía los pelos de la nuca en pie pero no podía dejar de observarlo mientras el hombre misterioso caminaba por los alrededores observando atento a los niños practicando deporte junto a sus padres. Se paseaba por todas las disciplinas en el gran espacio tipo estadio techado como si nada lo perturbase hasta que Pepa no lo aguantó más. Tenía que hacer algo pero nadie debía enterarse, ni Silvia, ni su hija y menos el comisario porque prefería dejarlo con las chicas en lugar de perseguir a un hombre que tal vez pertenecía al centro y que ella todavía no conocía.

– Tengo que hacer pis princesa – Pepa le susurró al oído a Silvia para que sólo ella lo oyera – Quédate aquí con tu familia que yo ya regreso.

– ¿No prefieres que te acompañe cariño? – Silvia también respondió en un susurro mirando de reojo a Sara y a Paco que no perdían lo que sucedía en la cancha de tenis – Es peligroso que te vayas sola aunque sea a los aseos.

– No es necesario princesa que los aseos quedan aquí cerca – Pepa la convenció con una sonrisa – prefiero de verdad que te quedes aquí con Sara y tu cuñado, en serio.

– ¿Estás segura?

– Segurísima pelirroja – respondió la morena y besó la frente de Silvia para salir de las gradas, llevándose su bolso de mano y caminó hacia los aseos de señora que como bien había dicho Pepa quedaban cerca.

Pero Pepa a pesar de que sí entró en los aseos y se aseguró de que la vieran en ellos, luego salió del baño e hizo un rodeo por detrás de la cancha de tenis siguiendo al hombre que le adelantaba unos cuantos pasos. Pepa hizo lo posible por alejarse del centro de la cancha de tenis y de las gradas, y volteó una vez más para perseguir al hombre que la tenía nerviosa. Se dio cuenta que se estaba acercando a las gradas de la cancha de fútbol y que se quedó cerca de ellas un rato hasta que desapareció tras unas taquillas donde no había nadie y era el lugar más oscuro del centro.

Pepa lo siguió hasta allí aferrando con fuerza su bolso de Dolce&Gabanna y se acercó con sigilo al hombre que la perturbaba.

Pepa lo vio de espaldas a ella con una mano el bolsillo de su pantalón y la otra adelante. Ninguno de los dos dijo nada hasta que una voz conocida y odiada la hizo respingar justo donde Pepa estaba parada.

– Pensé que iba a tener que ir a buscarte yo mismo hija de puta – la voz de Lucas sonaba apagada a oídos de Pepa – Me costó demasiado llamar tu atención sin llamar la atención de ese policía gilipollas que tienes por guardaespaldas.

– ¿Cómo coños has logrado encontrarme hijo de la gran puta? – Pepa estaba furiosa ante el atrevimiento de ese hombre y sus palabras – ¿Quién te ha dicho cómo encontrarme?

– Han pasado casi dos años perra – Lucas le respondió con sorna – Dos años ¿Y ni siquiera te interesa como salí de esa isla de los cojones llena de monstruos? Porque déjame decirte que fue toda una odisea salir de lugar de mierda para volver a España, lo mejor de todo es que una vez aquí conseguí una ayuda que tú ni te imaginarías.

– Me importa un carajo lo que hayas hecho para escapar de la justicia venezolana cabrón, pero de la justicia española no te salvarás – le advirtió la modelo mirándolo con rabia – No te creas que te vas a librar tan pronto de los dos crímenes que has cometido.

– Uy qué miedo que me das hija de puta – se burló Lucas con sorna – ¿Y me puedes decir cómo es que planeas tu brillante idea sin tener pruebas para encerrarme?

– Investigando – respondió la chica con simpleza – Con la ayuda del comisario y las declaraciones de Rita y Silvia además de la investigación que se hará junto a las autoridades de la isla en Venezuela tendremos suficiente para encerrarte de por vida en un puto calabozo del que no saldrás jamás.

– Sí que tienes todo un plan perra – el hombre no dejó jamás su tono burlón – lástima que todo eso no podrá ser antes de acabe primero con tu querida familia. ¿Cuántos años tiene ya tu hija? ¿Diez? Está muy guapa la condena-

Lucas no pudo seguir hablando porque Pepa se volvió loca. Tanto que sin importarle las consecuencias atacó a Lucas con sus propias manos y le dio un fuerte puñetazo en el rostro hasta le hizo sangrar. Lucas quiso devolverle el golpe después de limpiarse la sangre de la comisura de la boca, pero tuvo que retroceder cuando vio que la modelo sacaba una pistola de su bolso alta gama y lo amenazaba con él.

– ¿Me vas a matar cabrona? – se burló Lucas a pesar de que sabía que se encontraba acorralado – ¿Con toda esta gente presente? ¿Con tu hija tan cerca?

– No idiota – le respondió la chica con frialdad – No voy a matarte pero seguro que lo haré si te veo rondando a mi familia de nuevo. Por ellas soy capaz de todo hijo de puta, incluso de ponerte una bala en medio de los ojos así que estás advertido.

Pepa guardó el arma dentro de su bolso y salió de ese lugar oscuro de regreso a las gradas. Había tardado un poco pero después de asegurarle a todos que estaba bien volvió a disfrutar del entrenamiento de su hija hasta que este acabó y todos salieron del centro hasta la minivan pero no sin antes tener que enfrentarse a los acostumbrados fans y paparazzis que les rodearon haciendo que en el leve forcejeo a Pepa se le cayera el bolso de mano que tenía consigo. Cuando se dio cuenta que lo había perdido un fans se lo devolvió y todos lograron por fin volver a la minivan sin problemas para regresar a la mansión donde se quedaron hasta el día siguiente.

Día que fue de un ajetreo feroz cuando el timbre de la mansión resonó por toda la casa y Pepa seguida por su hija Isabella abrieron la puerta para ver al comisario Paco Miranda acompañado de dos agentes de policía de aspecto desordenado pidiendo verla.

– Lamento venir a interrumpirla tan temprano Pepa pero necesitaré que me acompañe a comisaría – respondió el hombre con seriedad cuando Pepa le preguntó por el motivo de su visita.

– ¿Qué ha sucedido? – Pepa preguntó esta vez con nerviosismo al ver que los agentes que acompañaban al comisario se acercaban a ella sacando las esposas del bolsillo.

– Lo lamento una vez más señorita Miranda pero tendrá que acompañarnos – insistió el hombre odiando por una vez hacer su trabajo – Pepa Miranda, está bajo arresto por ser la principal sospechosa en la muerte del señor Lucas Fernández….