Diva: Riesgo #PepaySilvia #LHDP

Y este capítulo va porque me lo pidieron y porque mi musa ha regresado….


Capítulo Treinta y Siete: Riesgo

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Andrés Cañizares estaba desesperado. Había estado intentando comunicarse con su hacía más de media hora pero Pepa no contestaba a sus llamadas. Necesitaba hablar con ella con urgencia porque había recibido una llamada de Alfonso Goic contándole que tenía una propuesta de trabajo millonario con un sponsor deportivo y no quería perder la oportunidad de tomarlo, pero para eso iba a tener que sacrificar algunos días de su tiempo con Isa.

Andrés no quería hacerlo pero tampoco quería perder la oportunidad de oro, de tener lo suficiente para asegurar de una vez y por todas el futuro de su pequeña hija.

 

Insistió en no llamarla más. No iba a arriesgarse a perder esa oportunidad así que decidió llamar a su madre para pedirle el favor de cuidar a la niña y con eso arregló su parte. Estaba ansioso por comenzar su trabajo y su noche de insomnio un día antes del evento así lo demostró.

El gran día llegó y se despidió de su hija con un abrazo y un gran beso. Con su madre hizo lo mismo y salió de Barcelona rumbo a Madrid en el primer vuelo a Barajas que encontró. La empresa detrás de su contrato millonario era madrileña así que fue ese el motivo por el cual tendría que hacer ese viaje a la capital. El centro de eventos era un polideportivo de alto rendimiento dónde también entrenaban los deportistas de élite que representaban a España en los Juegos Olímpicos.

Andrés se presentó con Alfonso Goic que estaba encantado de tenerlo entre sus filas y comenzó el ajetreo normal de eventos como ese. El ex tenista había tenido que pasar su día entre maquilladores, estilistas y fotógrafos que lo retrataron entre pose y pose para darle notoriedad al polideportivo junto con un spot publicitario que lo coronaba todo. Entre toma y toma decidió que tenía que ir al aseo y se disculpó con los asistentes que lo ayudaban para estar listo y les dijo que volvería pronto.

El director del evento dijo que todos podían tomar un descanso de diez minutos y todos los trabajadores se dispersaron.

Andrés casi corrió a los aseos para caballeros del polideportivo y se encerró en el último de los compartimientos de los aseos de varones, hizo lo suyo e iba a tirar de la cadena cuando supo que habían entrado otros hombres al aseo. No pudo verlos directamente, pero sí que había reconocido las voces y se dio cuenta que uno de esos hombres era uno de los empresarios más famosos del mundo deportivo, José María Lazarte y el otro era su representante, Alfonzo Goic.

– Es que la hicimos de oro tío – Lazarte se mofaba con una sonrisa burlona mirando a su interlocutor – Que Cañizares haya aceptado firmar ese contrato millonario nos ha llevado a la cumbre y estoy seguro que el alto mando estaría orgulloso de ello.

Goic que escuchaba hablar a su amigo no lo estaba pasando bien. Desde el día de la reunión en el restaurante barcelonés dónde hablaron del acuerdo, nunca más se sintió cómodo con Lazarte ni mucho menos seguro estar a su lado. Todavía recordaba que el hombre le había hablado de la Burundanga y los tratos que tenía con narcotraficantes de alta gama de Cataluña. Se sentía horrible de saber que había aceptado tratar con ese tipo de gente y lo peor, haber arrastrado a su representado a tal entuerto.

– Lo dices cómo si no hubiese pasado nada hombre – se quejó Goic – Cómo si no estuvieses hablando de que detrás de todo esto hay droga involucrada, la mafia catalana y ni hablar de que me drogaste para aceptar tal acuerdo.

A Lazarte le cambió el gesto del rostro. Había borrado la sonrisa para transformarla en un ceño fruncido y una mirada acerada. Luego de acabar lo suyo vigiló los compartimientos para ver si había alguien más en el aseo y no vio a nadie. Se acercó a su homólogo y le encaró amenazándolo en un susurro peligroso.

– Calla la puta boca Goic – espetó con rabia – Creo que tú y yo estamos de acuerdo en que es mejor dejar todo esto tranquilo y no agitar las aguas….

– Pero yo no-

– Tú nada cabrón, tú nada – siguió con su amenaza – Los contratos están firmados y los jefes están contentos, aquí no ha pasado nada y tú no sabes nada, ¿Quedó claro?

– Yo no-

– ¡¿Te quedó claro?! – insistió Lazarte con brusquedad y vehemencia esta vez amenazando a Goic con una pistola que estaba apuntando al joven rubio por el costado. Lazarte esperó hasta que vio a Goic asentir en silencio y guardó su pistola en el cinto ocultándola con su saco. – Me alegro mucho que estemos de acuerdo tío – volvió a sonreír – Porque de lo contrario no me extrañaría nada que aparecieran en vuestra casa unos señores que te dejarán el cuento mucho más claro y créeme hombre, eso no le conviene ni a ti ni a tu querida familia por qué ¿Cuántos meses de embarazo tiene ya Lorena? ¿Cinco? Y es vuestro primer hijo ¿verdad?

– ¡Con mi familia no cabrón! – Goic no iba a dejar que su trabajo afectase a su familia – ¡Con mi familia no te metas!

– Bien, entonces si no quieres que tu linda familia salga perjudicada en todo esto… – amenazó – Te callas la puta boca y no pasará nada, ¿Estamos claros?

– Si… lo que tú digas… – Goic se rindió – Lo que tú digas….

– Así me gusta hombre – alabó con una sonrisa burlesca – Inteligente. Y ahora, será mejor que busques a tu gallinita de los huevos de oro que tenemos que terminar pronto con este jodido circo.

Lazarte salió del aseo dejando a Goic supuestamente solo y el joven de cabello rubio pudo respirar con tranquilidad. Estaba metido hasta cuello en un lío monumental que afectaba a mucha gente y no sabía cómo salir de eso. Fue peor cuando de pronto sintió un ruido en uno de los compartimientos del aseo y de él salió Andrés Cañizares que en ese momento estaba pálido como un fantasma luego de oír la charla entre los dos hombres. Se había escondido arriba del inodoro para no ser visto por Lazarte y lo consiguió por los pelos concentrándose en no respirar con fuerza y templando los nervios igual que hacía antes de salir a la cancha a disputar algún torneo. Esa templanza lo salvó, pero ahora ya no sabía hasta qué grado luego de ser testigo de tremendo embrollo.

– ¡Joder! ¡Me cago en la puta! – se quejó Goic con nerviosismo al ver a su representado – ¡¿Cómo coños has podido esconderte aquí?!

– ¿Es cierto? – Cañizares no estaba de humor para responder preguntas – ¿Es cierto lo que ha dicho Lazarte? ¡Respóndeme coño! ¿Es cierto que detrás de todo esto está la mafia catalana? ¿De este contrato?

– ¡Sí! – respondió Goic abrumado – Sí tío, todo lo que oíste en la conversación es cierto y estoy metido hasta los huevos en este jodido lío.

– Tenemos que denunciarlo Alfonso – instó Cañizares con seriedad – Tenemos que denunciar todo esto con la policía lo antes posible.

– ¡¿Es que tú estás loco tío?! – se quejó Goic sin poder creerse lo que le decía su amigo – ¡Estamos hablando de mafia hombre! Estamos hablando de sicarios a los que no les importaría volarte la cabeza si creen que estás estorbando en su negocio, ¡Es demasiado peligroso! Ese mismo cabrón de Lazarte me amenazó con una pistola si decía nada y no pienso correr ese riesgo, no con mi familia detrás y estoy seguro que tú tampoco deberías tío. Tampoco deberías, porque también tienes en quién pensar.

Cañizares supo que Goic estaba en lo cierto. No podía arriesgar la integridad de su familia, la vida de su hija. Pero al mismo tiempo en ella era en quién pensaba cuando tomó la decisión de seguirle la corriente a su representante al decirle que se quedaría callado. La conversación entre ambos quedó allí y el resto del día terminó con la grabación del último spot de inauguración del polideportivo. Al ex tenista le pagaron el contrato con el dinero que le habían estipulado y regresó a Barcelona junto a su hija con un gran sentimiento de culpa.

Mientras estaba en su estudio esa misma noche lo decidió. Sabía que el dinero que había ganado estaba sucio y tampoco se iba a arriesgar a que le acusaran de estafa si el jueguito de Lazarte se derrumbaba. Cañizares no tomaría ese dinero. Lo guardó en una caja fuerte y redactó una carta con todo lo que había escuchado ese día en el aseo de varones y llamó a la policía catalana denunciando todo lo que sabía.

La policía catalana supo que el chivatazo del tenista había abierto una nueva arista en la investigación sobre bandas delictuales en Barcelona y no dudó en llamar a Cañizares a declarar. El hombre lo hizo sin decirle nada a nadie y siguió con su vida normal después que la policía le asegurase que su nombre no saldría expuesto en su investigación.

A la semana siguiente comenzó la pesadilla para el ex tenista. Empezó con la extraña sensación de que lo seguían a todas partes. Luego llamadas extrañas le llegaban al móvil dónde el interlocutor simplemente cortaba la comunicación cuando él contestaba y acabó con un mensaje que le decía que estaban pendientes de él, que le conocían.

Supo entonces que estaba en peligro y decidió llevarse a su hija consigo y mandar a su familia de viaje al extranjero. Todo sin contarle nada a nadie a pesar de que su madre y Pepa quisieron saber qué le ocurría.

La policía catalana lo custodiaba. Le habían dado un piso franco en Madrid y se quedó en él hasta que tuvo que salir de improvisto cuando recibió una llamada inquietante.

Tenemos a tu hija – dijo una voz masculina de acento catalán – Si no vienes al polígono industrial de Junqueras en media hora, puedes ir despidiéndote de ella Cañizares, tienes media hora….

Cañizares intuía que podría ser una trampa pero Pepa no sabía nada de lo que estaba pasando y tampoco tenía permitido llamarla. Así que eso fue lo que hizo aquella tarde. Salió del piso franco eludiendo a la guardia que lo custodiaba con un pedido de compras y encerrando en el baño a otro de los guardias después de noquearlo y apenas estuvo a solas, salió del piso donde estaba escondido robándose un auto del estacionamiento. Era lo suficientemente tarde para que nadie lo descubriera y se amparó en la oscuridad para ir a rescatar a su hija….

 

Horas después esa misma noche en la mansión de Pepa, la morena fue despertada por una llamada a su móvil que también había despertado a Silvia.

– ¿Quién llama? – preguntó la modelo con voz somnolienta al mismo tiempo que miraba el despertador que indicaba que eran las cuatro de la mañana.

– ¿Estoy hablando con la señora María José Miranda? – una voz masculina preguntó a su vez a lo que Pepa asintió – Buenas noches, espere en línea por favor – el hombre indicó y Pepa esperó a que la otra vez le contestaran. Quién lo hizo fue Paco y luego de saludarla le pidió que fuera urgente a comisaría.

– ¿Qué ha pasado? – esta vez la voz de Pepa sonaba preocupada y miró a Silvia que sólo le acarició la espalda – ¿Por qué tengo que ir?

– No quisiera hablar de esto por teléfono Pepa – se disculpó el comisario con un dejo de tristeza – es mejor que venga usted personal-

– No voy a quedar con la incertidumbre señor comisario – la voz de la modelo era más urgente – No iré antes de que me diga lo que está pasando.

– Es… está bien – suspiró el hombre con nerviosismo – se trata de su ex marido….

– ¿Qué ha pasado con Andrés? – quiso saber Pepa mucho más nerviosa que antes – ¿Dónde está?

– Su ex marido… – Paco odiaba dar este tipo de noticias – Su ex marido ha sufrido un accidente automovilístico – explicó por fin – Lo siento mucho Pepa pero Andrés Cañizares está muerto….

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De vuelta en el ruedo…


Capítulo Treinta y Seis: Burundanga

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Silvia no sabía que hacer. Llevaba horas mirando a Pepa que estaba en silencio recostada en su cama sin decir nada. Había tenido una fuerte discusión con su ex marido por todo lo que ha venido ocurriendo entre ambos y la pelirroja ya no sabía qué hacer para animarla. Habían regresado a la mansión de la modelo luego de pasar tiempo en la corrala y fue cuando llegaron que el ex de Pepa la había llamado por teléfono para pedirle charlar de todo lo que estaba pasando y también sobre Isabella. De todo lo que habían hablado en el estacionamiento de la comisaría todavía quedaba el hecho de que alguien quería perjudicarles y todavía no daban con aquella persona. Ese hecho tenía a ambos con los nervios de punta.

Así que a Silvia no le quedó más que apoyar a Pepa luego de su charla con Cañizares que la pelirroja descubrió que de vez en cuando subía un par de tonos.

Se dio cuenta que cada vez que eso ocurría era porque tenía algo que ver con Isa y las desavenencias de ambos en su crianza.

Silvia suspiró y no soportó seguir viendo el talante desganado que volvía a aquejar a su chica por culpa de su ex. No iba a permitirlo. Se acercó a ella en silencio y se sentó al borde de la cama. Sin decir palabra alguna alzó su mano para acariciar el rostro meditabundo de Pepa que tuvo que cerrar los ojos cuando sintió el placer de aquella suave caricia y suspiró. Al abrirlos de nuevo descubrió que su pelirroja la miraba con una sonrisa tierna y no pudo evitar conmoverse pero no dijo nada.

Silvia aumentó el grado de sus atenciones al cuerpo de Pepa cuando ésta besó a su novia y la modelo se dejó hacer. Respondió a los besos de su doctora con otros besos fervientes y quiso acariciar el rostro de su chica, pero la pelirroja no la dejó.

– Esta vez se trata de ti mi amor – le dijo Silvia en un susurro ronco y un beso que excitaron a Pepa de una manera que no creía posible, pero de nuevo se dejó hacer. Emocionada, seguía con la mirada todos los movimientos de su princesa y no pudo evitar gemir un poco cuando esos movimientos suaves y calmados acabaron por dejarla desnuda en la cama que ambas compartían.

Pepa quiso tocar también la piel de su chica pero las manos de Silvia se lo impidieron. Sus manos y ella misma cuando se levantó de su lugar en la cama para buscar entre las cosas del aparador de Pepa un pañuelo de tela largo.

– No es justo que me dejes así pelirroja, eres una tramposa – se quejó en voz alta y luego gimió de la misma forma cuando vio que Silvia se acercaba una vez más a la cama con el pañuelo entre sus manos y cubría sus ojos con él.

– No sé qué pretende doctora y desde ya le digo que me gusta pero no es justo que yo la pueda ver – se quejó haciendo un mohín – Y necesito verla, tocarla, sentirla, por favor no me deje así….

– Ya te he dicho que se trata de ti Pepa Miranda, así que lo siento pero todavía no tendrás eso que quieres – se disculpó Silvia con una sonrisa lobuna que Pepa por supuesto no podía ver pero que sí intuyó – Esta vez que la que disfrutará de ese cuerpazo que tienes seré yo.

El susurro ronco al oído de Pepa fue demasiado para la modelo que volvió a gemir en voz alta y sin disimulos su elevada excitación. Excitación que incluso sin que Silvia ni siquiera la tocara ya estaba siendo evidente en casi todo su cuerpo y en especial aquella que podía sentir bastante acalorada.

– Esta es otra que te guardo pelirroja y ya me debes dos – se quejó la chica sin poder evitar volver a gemir de éxtasis al sentir su oreja siendo acariciada por los labios de Silvia – Y te advierto que esa me las cobraré con creces doctora que lo sepas.

– Aceptaré todo lo que quieras más adelante macarra – Silvia estuvo de acuerdo con una nueva sonrisa emocionada haciendo callar a su novia con un beso que Pepa le devolvió con su entusiasmo acostumbrado – Ahora necesito que cierres la boca y te concentres muy bien en mi voz Pepa porque lo que diré no lo pienso volver a repetir, ¿me has entendido?

– S… Sí princesa, lo he entendido – gimió con la voz ronca – pero es que yo….

Silvia volvió a silenciar a su novia con un beso y le explicó una vez más lo que quería. Pepa tuvo que aceptar casi a regañadientes pero en fondo no podía dejar de sentirse excitada y emocionada por aquel juego tan sensual. Cada día su pelirroja la sorprendía con algo nuevo y eso siempre le encantaba.

– Ahora que ya tengo toda tu atención preciosa lo que quiero de ti es simple – dijo Silvia con seriedad pero con la voz igual de ronca – Para seguir con este juego hay tres reglas básicas que espero que sigas al pie de la letra sino todo esto se acaba, ¿Estamos?

– Lo quieras, lo que quieras pero te estás tardando demasiado pelirroja… – Pepa volvió a quejarse en voz alta.

– Sé que es lo que quieres macarra pero tendrás que esperar hasta que te explique mis reglas – espetó Silvia con seriedad pero sin dejar la suavidad de sus caricias que ahora recorrían el cuerpo acalorado de Pepa, la gemía y se movía casi con desesperación cada vez que sentía esas mismas caricias en las partes de su cuerpo que más la necesitaban. De pronto Silvia cesó sus caricias y tomó ambas manos de Pepa para posarlas en la cabecera de la cama obligándola a sostenerse de ella.

– Como ya os he dicho mis reglas son simples – Silvia continuó con su sensual perorata haciendo caso omiso de las continuas quejas de Pepa que yacía inmóvil y desnuda en la cama, a merced de lo que quisiera hacer Silvia con ella. – la primera regla que deberás seguir para disfrutar de mis atenciones es que no me puedes tocar. Tendrás que sostenerte a la cabecera de la cama para todo y no podrás soltarte por ningún motivo porque si lo haces te dejo en un segundo sin que me importe lo necesitada que estés, ¿He sido clara?

– Como el cristal pelirroja – el susurro nervioso y excitado que escuchó de los labios de Pepa encantó y también excitó a Silvia por partes iguales. La modelo no dijo nada más y se concentró en seguir oyendo la voz extasiada de su chica que de vez en cuando podía sentir en su oído y cerca de su cuello.

– Bien – Silvia alabó con una sonrisa – me gusta que me hagas caso. – Silvia aquí no pudo evitar burlarse para el cabreo eterno de Pepa – nos salió obediente la niña….

– Cuidado pelirroja que te estás pasando – advirtió en tono severo Pepa cuando escuchó aquel comentario sarcástico – Mira que tú sabes que yo odio….

– Otra vez Pepa, sólo cállate – Silvia insistió volviendo a callar a Pepa a punta de besos demoledores – echas a perder toda la diversión con tu bronca macarra.

– Lo siento pelirroja pero tú sabes que yo odio que me vacilen – Pepa se medio disculpó con los dientes apretados – Pero está bien, ya me callo.

– Me alegro que lo hayas entendido cariño – Silvia sonrió mordiendo los labios de Pepa luego de besarla y sonrió mucho más amplio cuando escuchó el gemido profundo de Pepa que lo sintió reverberar en su pecho – Ahora, la segunda regla es que no puedes hablar, pero sí puedes quejarte si quieres. Nada más. Lo único que Silvia vio de Pepa y que le dio cuenta que su chica había entendido fue un asentimiento silencioso que complació a la doctora.

– Ahora que aclaramos ese punto viene la regla más importante – espetó con seriedad – Y esa regla es «No sin mi permiso».

– ¿Qué quieres decir con eso pelirroja? – a Pepa no le gustaba mucho lo que decía su princesa pero la dejó continuar. Pudo oír la respuesta en su oreja y volvió a tensarse sobre el colchón aguantando las ganas de acabar con aquella tortura.

– No podrás correrte hasta que yo lo permita. Esas son las reglas macarra.

– Me deberás una gigante cuando acabes pelirroja, una inmensa – la advertencia no hizo más que sonreír a Silvia que sabía que tenía la sartén por el mango así que no dudó en comenzar el juego que sabía que ambas disfrutarían….

 

 

 

 

A muchos kilómetros de Madrid, en la ciudad de Barcelona, un grupo de representantes de fitnnes local se reunía en el restaurante Caelis del Hotel Palace de Barcelona, uno de los restaurantes más lujosos y costosos de la cuidad catalana para discutir los proyectos de su próxima campaña deportiva y lo más importante, como costearían tal iniciativa.

El ambiente del lujoso restaurante de estilo victoriano, de grandes ventanales y cortinaje azul oscuro estaba curiosamente vacío a esa hora de la mañana. El grupo de empresarios había pedido tener privacidad total para la reunión cosa para la que tuvieron que desembolsar una considerable suma de dinero.

Quien encabezaba la comitiva de ocho miembros del equipo se llamaba José María Lasarte,  era un empresario de cincuenta años dueño de una compañía de anunciantes deportivos que se encargaba de todo lo relacionado con el marketing de dichos eventos. Su reputación era una de las mejores del sector en el que se desempeñaba y se perfilaba a transformarse en uno de los hombres más ricos de Barcelona.

El segundo hombre que encabezaba el grupo era Alfonso Goic, también empresario en el rubro deportivo quién era representante oficial de ex tenista Andrés Cañizares. Goic había asistido a la reunión en justa representación del deportista ya que tanto Lazarte como Goic tenían intereses en conjunto con el tenista. El resto de la comitiva estaba compuesta por dirigentes deportivos locales de diversas áreas, como el fútbol profesional, amateur, balonmano, baloncesto y voleibol.

Era la temporada de competencias oficiales en todas estas disciplinas por lo que cada miembro del grupo buscaba sponsors.

La reunión comenzó detallando en conjunto el camino a seguir para sus representados y todos quedaron de acuerdo en buscar los fondos necesarios para activar las diversas campañas de representación. Afinados los detalles del monto que se le otorgaría a cada equipo, le siguió la firma del acuerdo de cooperación conjunta legal que daba por iniciadas las negociaciones.

La idea era tener un equipo completo de deportistas catalanes aparados en aquella acta de cooperación, deportistas que representarían a su ciudad frente otros grupos de deportistas de comunidades grandes como la de Madrid, su competidora directa.

Los ocho empresarios no tardaron demasiado en acordar cada punto de la reunión y esta terminó mucho más pronto de lo presupuestado. Todos los miembros habían quedado bastante conformes con lo todo lo pactado y dieron por acabada la reunión sólo dos horas después de empezada la misma.

– Señor Goic ¿Podría quedarse unos minutos más? Necesito charlar con usted sobre un asunto importante.

José María Lazarte le había pedido a su homólogo empresario momentos antes de que este último se retirase del restaurante. Se despidió del resto de sus colegas y regresó a la gran mesa redonda dónde se había sentado antes para hablar con él.

– ¿De qué quieres hablar Lazarte? – el tono de voz y el gesto del representante de Cañizares cambió de inmediato una vez que el resto del grupo se había ido y se había quedado solo con Lazarte. Ambos se conocían desde hace años y más de una vez habían tenido una que otra rencilla personal por culpa de sus trabajos, pero en general tenían muy buena relación.

– Quiero hablar sobre tu representado Goic – espetó el hombre moreno con seriedad a su colega rubio – De Cañizares y de una propuesta para él que no podrás rechazar hombre, pero es mejor que nos pongámonos cómodos para esto.

Dicho lo esto último Lazarte se levantó de la mesa para acomodarse en los sofás del restaurante y de paso pedir a los discretos mozos un whisky y par de vasos con hielo. Goic no dijo nada pero aceptó el ofrecimiento y esperó a que sirvieran el whisky, tomó un trago del fuerte licor y volvió a esperar para oír lo que Lazarte tenía que decirle.

Goic observó a Lazarte beber de su whisky mirando pensativo un punto en la ventana del restaurante para luego voltear su mirada hacía él.

– ¿Sabes que es la Burundanga Goic? – preguntó Lazarte de pronto en tono misterioso a lo que Alfonzo negó con la cabeza sin saber a qué se refería el hombre.

– Ni puta idea Lazarte – respondió con curiosidad – ¿Qué es?

– Es lo que te hará millonario si aceptas la propuesta que te voy a hacer – respondió el empresario con una sonrisa engreída – Una propuesta que te dará mucha más fama de la que ya tienes y que a tu representado le llenará aún más los bolsillos de pasta.

– Parece de cuento lo que estás diciendo Lazarte pero todavía no entiendo que cojones tiene que ver la burundanga con esta propuesta – Goic no entendía del todo la propuesta de su colega, pero no le gustaba nada lo que tenía en mente y que pensaba que se trataba.

– La burundanga es lo que me financia todas las campañas tío – respondió Lazarte con acritud – Lo que me ha llenado los bolsillos de pasta y me ha ayudado con todo lo que he venido haciendo hasta ahora.

Alfonzo Goic entendió que su colega hablaba de algo ilegal. Lo supo cuando habló con aquella soltura de algo que todavía no conocía pero que descubrió cuando vio al hombre moreno sacar una pequeña bolsa de plástico del bolsillo interno de su saco que estaba lleno de un polvo blanco.

– Si piensas que te estoy hablando de la cocaína estás muy equivocado Goic – se burló Lazarte cuando vio la cara estupefacta de su colega al ver el contenido de la bolsa – Lo que ves aquí es la burundanga, que es como se le conoce vulgarmente. Esto es escopolamina, el aliento del diablo. Es un componente químico de los medicamentos antiespasmódicos pero también tiene usos mucho más efectivos que el medicinal.

– Tú estás loco tío, ¡Estás hablando de una puta droga! – Goic no podía creer lo que estaba oyendo. Tampoco quería ser partícipe de algo ilegal pero su colega no pensaba igual. Lazarte le hizo callar con una pulla y siguió su relato como si nada hubiese pasado.

– La burundanga me ha ayudado mucho y tengo gente que la comercializa especialmente para mí – Lazarte dijo con un dejo de orgullo en su voz – He ganado bastante pasta con esto y es así como he financiado mis campañas. Ahora, mi propuesta para ti y que deberá realizar Cañizares es una de esas campañas. Planeo abrir un centro de acondicionamiento físico profesional de alta gama en Barcelona y necesito que Cañizares sea el rostro principal del proyecto. Como ya está alejado del mundo del tenis me interesa tenerlo como gancho para este proyecto que dicho sea de paso es multimillonario.

– Es que no me puedo creer que me estés proponiendo algo así Lazarte, es que se te ha ido la pinza hombre estás loco – Goic no quería seguir escuchando sobre el asunto pero tuvo que seguir en su lugar y no pudo evitar impresionarse cuando Lazarte le mencionó la cantidad de dinero que estaba en juego para dicha campaña. Un millón quinientos mil euros. Era una tentación, eso Goic no podía negarlo. Una tentación que el joven rubio no pudo evitar tampoco imaginar pero que sabía que podía poner en peligro su carrera, su prestigio y el trabajo que llevaba haciendo junto a Cañizares desde que éste último se había transformado en tenista profesional.

El dinero era interesante pero su ética profesional y su decencia le impidieron caer en el juego que hábilmente le pintaba el otro empresario.

– Lo siento Lazarte pero no puedo aceptar ese trato – espetó el joven – Es muy tentador todo el dinero que me estás ofreciendo pero es demasiado el riego que corro y que Cañizares también correrá si sabe que hay droga metida en todo esto.

– Cañizares no tendría por qué saberlo – la voz de Lazarte sonó apagada y suspiró al tiempo que abría la bolsita y sacaba un puñado de burundanga de para dejarla en su mano y se la enseñaba a Goic – Es una lástima que no lo aceptaras hombre, en serio. Mira, es tan parecida a la coca que es increíble que no lo sea, ¿Verdad? ¿Sabías que proviene de una planta y que su flor tiene forma de cono? es preciosa. Yo la tengo plantada en casa.

– Me… me alegro mucho por ti Lazarte pero me tengo que ir… – Goic ya no aguantaba la presión que el moreno estaba ejerciendo sobre él – Creo que será mejor que te busques a alguien más para tu proyecto, buena suerte. Goic se aprestaba a levantarse del sofá pero fue detenido por Lazarte que lo sostuvo del brazo.

– Oye Goic espera – Lazarte lo llamó en tono jovial y el rubio se volteó para enfrentársele.

– Ya te dije que no-

Goic no lo vio venir. Lazarte se le había acercado con la mano que sostenía la escopolamina en alto y suplente la sopló al rostro del joven rubio que ni siquiera alcanzó a alejarse de él. Lazarte vio como el cuerpo de su colega iba perdiendo toda su tensión y se iba quedando cojo hasta que ya no respondía como debía, dejándolo a merced de Lazarte que tuvo la oportunidad de hacer todo lo que tenía planeado.

– Creo que ahora si podremos cerrar el trato del que estábamos hablando….

 

Silvia la tenía a su merced. Tenía a la diva como siempre quiso tenerla y la pelirroja sabía que no podía desperdiciar la oportunidad de hacer con su cuerpo lo que se le diera la gana.

El juego había comenzado con suaves caricias. La doctora recorrió el cuerpo de su chica con la yema de sus dedos y empezó por su rostro. Se había quedado de rodillas sobre su cuerpo y la acarició con tanta suavidad que Pepa no dejaba de retorcerse aferrando la cabecera de su cama con ambas manos cuando sintió aquellas ardientes caricias en su centro excitado pero que no llegaron a su punto de dolor. Lo siguiente que la pelirroja uso para prodigar de atenciones el cuerpo de su novia fueron sus labios. Caricias que pasaron a ser una lluvia de besos y mordiscos que encendieron el cuerpo de Pepa y que la hacían gemir cada vez con más intensidad.

Era tanto el placer que sentía que llegó a lloriquear cuando sintió dichos labios amamantando uno de sus pechos. La modelo podía sentir su centro lleno de necesidad y no tardó en hacérselo notar a su chica moviendo sus caderas al ritmo que le imponían los labios de la pelirroja.

– Sé que estoy rompiendo tus reglas princesa pero me estás matando…. – se quejó Pepa en voz alta y casi gritó cuando lo que Silvia amamantaba ahora era su clítoris congestionado – ¡Ay Dios pelirroja ya no me aguanto, no me aguanto…!

– Recuerda que no te puedes correr sin mi permiso macarra porque si lo haces se acaba el juego – Silvia le advirtió con seriedad a su chica y acomodó su cuerpo quedando sentada sobre la cama dejando a Pepa en la misma posición pero volteada hacia ella y luego le abrió las piernas. Pepa podía sentir en su espalda el roce de la camiseta que Silvia llevaba puesta y gimió cuando la presión también le dijo que su niña no llevaba puesto el sujetador.

Luego gimió más fuerte cuando sintió que un dedo comenzaba a juguetear con su entrada que finalmente ese mismo dedo la penetraba con delicadeza llenando por fin esa necesidad que la estaba enloqueciendo. Un segundo dedo fue añadido y Pepa ya no pudo seguir aguantando su deseo. Expresó en voz alta todo lo que Silvia le estaba haciendo sentir sin siquiera avergonzarse. Y eso era algo que nunca había podido hacer con Andrés.

Un tercer dedo había sido añadido y un cuarto. Silvia había llenado a Pepa por completo y la energía con la que sus caderas respondían a las embestidas de la mano de Silvia así lo demostraba. Eso y el sudor que corría por el cuerpo sonrosado y acalorado de la modelo.

Pepa ya estaba cerca de su límite pero había tenido que aguantarse de llegar a su meta porque Silvia todavía no le había dado permiso de hacerlo pero ya estaba desesperada, no podía más.

– ¡Por favor princesa te lo ruego…! ¡Dame permiso pelirroja, te necesito! – le rogó con la voz ronca y ahogada por la excitación – ¡Necesito correrme Silvia, dame permiso…!

Silvia se detuvo. Cesó todos sus movimientos y Pepa maldijo su debilidad dándose cuenta demasiado tarde que había vuelto a romper las reglas. Estaba tan a punto que ya le dolía pero no podía pedirle a su chica que siguiera porque sabía que había perdido.

Sim embargo Silvia no se detuvo del todo. Sólo lo hizo para quitarle a Pepa el pañuelo que le cubría los ojos y lo usaba para atar sus manos a la cabecera de la cama. Volvió a su posición anterior y besó a Pepa con devoción hasta que el aire se les hizo escaso.

La doctora pudo ver en el rostro de su novia todo lo que estaba sufriendo y se apiado de ella volviendo a penetrarla con la mano de una manera esta vez no tan suave. Pepa volvió a gritar su necesidad sin disimulos y sin dejar de observar el rostro de su chica mientras poco a poco volvía a quedar en el borde.

– ¡Por favor… princesa…! – Pepa le había rogado una vez más con el cuerpo agitado y la voz ronca sin dejar de mover sus caderas al ritmo impuesto por su novia y tuvo lo que tanto quería luego de un beso que casi no pudo devolverle.

– Córrete por mí preciosa – la voz también ronca de Silvia había hecho el truco y el sexo de Pepa lo demostró presionando los dedos de Silvia en su interior – Dámelo todo mi amor, dame todo lo que tienes….

Y Pepa lo hizo. Se corrió en la mano de Silvia como en su vida lo había hecho y de una manera tan intensa que además de sus gritos la modelo también acabó llorando el nombre de Silvia cuando llegó a su alta y las réplicas de su orgasmo casi no la dejaban respirar.

– Respira cariño, respira – Silvia le pidió con ternura al ver que Pepa todavía estaba ahogada y su tronaba queriendo arrancarse de su pecho. La pelirroja acarició el pecho de su niña con suavidad y besó las lágrimas que todavía rodaban por las mejillas húmedas de Pepa. Silvia había hecho llorar a la Diva y eso era algo que muy pocas personas habían conseguido hasta ahora.

– Te amo princesa… – el tono vulnerable en la voz de Pepa conmovió de sobremanera a Silvia y no pudo evitar volver a besarla al tiempo que desataba las manos de Pepa de la cabecera y ambas quedaron abrazadas sobre el cuerpo de la otra sin dejar de besarse tan concentradas en su mundo que ninguna de las dos sintió el ruido que hacía el móvil de Pepa que había caído bajo la cama y que mostraba una llamada entrante de Andrés Cañizares….