Diva: Riesgo #PepaySilvia #LHDP

Y este capítulo va porque me lo pidieron y porque mi musa ha regresado….


Capítulo Treinta y Siete: Riesgo

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Andrés Cañizares estaba desesperado. Había estado intentando comunicarse con su hacía más de media hora pero Pepa no contestaba a sus llamadas. Necesitaba hablar con ella con urgencia porque había recibido una llamada de Alfonso Goic contándole que tenía una propuesta de trabajo millonario con un sponsor deportivo y no quería perder la oportunidad de tomarlo, pero para eso iba a tener que sacrificar algunos días de su tiempo con Isa.

Andrés no quería hacerlo pero tampoco quería perder la oportunidad de oro, de tener lo suficiente para asegurar de una vez y por todas el futuro de su pequeña hija.

 

Insistió en no llamarla más. No iba a arriesgarse a perder esa oportunidad así que decidió llamar a su madre para pedirle el favor de cuidar a la niña y con eso arregló su parte. Estaba ansioso por comenzar su trabajo y su noche de insomnio un día antes del evento así lo demostró.

El gran día llegó y se despidió de su hija con un abrazo y un gran beso. Con su madre hizo lo mismo y salió de Barcelona rumbo a Madrid en el primer vuelo a Barajas que encontró. La empresa detrás de su contrato millonario era madrileña así que fue ese el motivo por el cual tendría que hacer ese viaje a la capital. El centro de eventos era un polideportivo de alto rendimiento dónde también entrenaban los deportistas de élite que representaban a España en los Juegos Olímpicos.

Andrés se presentó con Alfonso Goic que estaba encantado de tenerlo entre sus filas y comenzó el ajetreo normal de eventos como ese. El ex tenista había tenido que pasar su día entre maquilladores, estilistas y fotógrafos que lo retrataron entre pose y pose para darle notoriedad al polideportivo junto con un spot publicitario que lo coronaba todo. Entre toma y toma decidió que tenía que ir al aseo y se disculpó con los asistentes que lo ayudaban para estar listo y les dijo que volvería pronto.

El director del evento dijo que todos podían tomar un descanso de diez minutos y todos los trabajadores se dispersaron.

Andrés casi corrió a los aseos para caballeros del polideportivo y se encerró en el último de los compartimientos de los aseos de varones, hizo lo suyo e iba a tirar de la cadena cuando supo que habían entrado otros hombres al aseo. No pudo verlos directamente, pero sí que había reconocido las voces y se dio cuenta que uno de esos hombres era uno de los empresarios más famosos del mundo deportivo, José María Lazarte y el otro era su representante, Alfonzo Goic.

– Es que la hicimos de oro tío – Lazarte se mofaba con una sonrisa burlona mirando a su interlocutor – Que Cañizares haya aceptado firmar ese contrato millonario nos ha llevado a la cumbre y estoy seguro que el alto mando estaría orgulloso de ello.

Goic que escuchaba hablar a su amigo no lo estaba pasando bien. Desde el día de la reunión en el restaurante barcelonés dónde hablaron del acuerdo, nunca más se sintió cómodo con Lazarte ni mucho menos seguro estar a su lado. Todavía recordaba que el hombre le había hablado de la Burundanga y los tratos que tenía con narcotraficantes de alta gama de Cataluña. Se sentía horrible de saber que había aceptado tratar con ese tipo de gente y lo peor, haber arrastrado a su representado a tal entuerto.

– Lo dices cómo si no hubiese pasado nada hombre – se quejó Goic – Cómo si no estuvieses hablando de que detrás de todo esto hay droga involucrada, la mafia catalana y ni hablar de que me drogaste para aceptar tal acuerdo.

A Lazarte le cambió el gesto del rostro. Había borrado la sonrisa para transformarla en un ceño fruncido y una mirada acerada. Luego de acabar lo suyo vigiló los compartimientos para ver si había alguien más en el aseo y no vio a nadie. Se acercó a su homólogo y le encaró amenazándolo en un susurro peligroso.

– Calla la puta boca Goic – espetó con rabia – Creo que tú y yo estamos de acuerdo en que es mejor dejar todo esto tranquilo y no agitar las aguas….

– Pero yo no-

– Tú nada cabrón, tú nada – siguió con su amenaza – Los contratos están firmados y los jefes están contentos, aquí no ha pasado nada y tú no sabes nada, ¿Quedó claro?

– Yo no-

– ¡¿Te quedó claro?! – insistió Lazarte con brusquedad y vehemencia esta vez amenazando a Goic con una pistola que estaba apuntando al joven rubio por el costado. Lazarte esperó hasta que vio a Goic asentir en silencio y guardó su pistola en el cinto ocultándola con su saco. – Me alegro mucho que estemos de acuerdo tío – volvió a sonreír – Porque de lo contrario no me extrañaría nada que aparecieran en vuestra casa unos señores que te dejarán el cuento mucho más claro y créeme hombre, eso no le conviene ni a ti ni a tu querida familia por qué ¿Cuántos meses de embarazo tiene ya Lorena? ¿Cinco? Y es vuestro primer hijo ¿verdad?

– ¡Con mi familia no cabrón! – Goic no iba a dejar que su trabajo afectase a su familia – ¡Con mi familia no te metas!

– Bien, entonces si no quieres que tu linda familia salga perjudicada en todo esto… – amenazó – Te callas la puta boca y no pasará nada, ¿Estamos claros?

– Si… lo que tú digas… – Goic se rindió – Lo que tú digas….

– Así me gusta hombre – alabó con una sonrisa burlesca – Inteligente. Y ahora, será mejor que busques a tu gallinita de los huevos de oro que tenemos que terminar pronto con este jodido circo.

Lazarte salió del aseo dejando a Goic supuestamente solo y el joven de cabello rubio pudo respirar con tranquilidad. Estaba metido hasta cuello en un lío monumental que afectaba a mucha gente y no sabía cómo salir de eso. Fue peor cuando de pronto sintió un ruido en uno de los compartimientos del aseo y de él salió Andrés Cañizares que en ese momento estaba pálido como un fantasma luego de oír la charla entre los dos hombres. Se había escondido arriba del inodoro para no ser visto por Lazarte y lo consiguió por los pelos concentrándose en no respirar con fuerza y templando los nervios igual que hacía antes de salir a la cancha a disputar algún torneo. Esa templanza lo salvó, pero ahora ya no sabía hasta qué grado luego de ser testigo de tremendo embrollo.

– ¡Joder! ¡Me cago en la puta! – se quejó Goic con nerviosismo al ver a su representado – ¡¿Cómo coños has podido esconderte aquí?!

– ¿Es cierto? – Cañizares no estaba de humor para responder preguntas – ¿Es cierto lo que ha dicho Lazarte? ¡Respóndeme coño! ¿Es cierto que detrás de todo esto está la mafia catalana? ¿De este contrato?

– ¡Sí! – respondió Goic abrumado – Sí tío, todo lo que oíste en la conversación es cierto y estoy metido hasta los huevos en este jodido lío.

– Tenemos que denunciarlo Alfonso – instó Cañizares con seriedad – Tenemos que denunciar todo esto con la policía lo antes posible.

– ¡¿Es que tú estás loco tío?! – se quejó Goic sin poder creerse lo que le decía su amigo – ¡Estamos hablando de mafia hombre! Estamos hablando de sicarios a los que no les importaría volarte la cabeza si creen que estás estorbando en su negocio, ¡Es demasiado peligroso! Ese mismo cabrón de Lazarte me amenazó con una pistola si decía nada y no pienso correr ese riesgo, no con mi familia detrás y estoy seguro que tú tampoco deberías tío. Tampoco deberías, porque también tienes en quién pensar.

Cañizares supo que Goic estaba en lo cierto. No podía arriesgar la integridad de su familia, la vida de su hija. Pero al mismo tiempo en ella era en quién pensaba cuando tomó la decisión de seguirle la corriente a su representante al decirle que se quedaría callado. La conversación entre ambos quedó allí y el resto del día terminó con la grabación del último spot de inauguración del polideportivo. Al ex tenista le pagaron el contrato con el dinero que le habían estipulado y regresó a Barcelona junto a su hija con un gran sentimiento de culpa.

Mientras estaba en su estudio esa misma noche lo decidió. Sabía que el dinero que había ganado estaba sucio y tampoco se iba a arriesgar a que le acusaran de estafa si el jueguito de Lazarte se derrumbaba. Cañizares no tomaría ese dinero. Lo guardó en una caja fuerte y redactó una carta con todo lo que había escuchado ese día en el aseo de varones y llamó a la policía catalana denunciando todo lo que sabía.

La policía catalana supo que el chivatazo del tenista había abierto una nueva arista en la investigación sobre bandas delictuales en Barcelona y no dudó en llamar a Cañizares a declarar. El hombre lo hizo sin decirle nada a nadie y siguió con su vida normal después que la policía le asegurase que su nombre no saldría expuesto en su investigación.

A la semana siguiente comenzó la pesadilla para el ex tenista. Empezó con la extraña sensación de que lo seguían a todas partes. Luego llamadas extrañas le llegaban al móvil dónde el interlocutor simplemente cortaba la comunicación cuando él contestaba y acabó con un mensaje que le decía que estaban pendientes de él, que le conocían.

Supo entonces que estaba en peligro y decidió llevarse a su hija consigo y mandar a su familia de viaje al extranjero. Todo sin contarle nada a nadie a pesar de que su madre y Pepa quisieron saber qué le ocurría.

La policía catalana lo custodiaba. Le habían dado un piso franco en Madrid y se quedó en él hasta que tuvo que salir de improvisto cuando recibió una llamada inquietante.

Tenemos a tu hija – dijo una voz masculina de acento catalán – Si no vienes al polígono industrial de Junqueras en media hora, puedes ir despidiéndote de ella Cañizares, tienes media hora….

Cañizares intuía que podría ser una trampa pero Pepa no sabía nada de lo que estaba pasando y tampoco tenía permitido llamarla. Así que eso fue lo que hizo aquella tarde. Salió del piso franco eludiendo a la guardia que lo custodiaba con un pedido de compras y encerrando en el baño a otro de los guardias después de noquearlo y apenas estuvo a solas, salió del piso donde estaba escondido robándose un auto del estacionamiento. Era lo suficientemente tarde para que nadie lo descubriera y se amparó en la oscuridad para ir a rescatar a su hija….

 

Horas después esa misma noche en la mansión de Pepa, la morena fue despertada por una llamada a su móvil que también había despertado a Silvia.

– ¿Quién llama? – preguntó la modelo con voz somnolienta al mismo tiempo que miraba el despertador que indicaba que eran las cuatro de la mañana.

– ¿Estoy hablando con la señora María José Miranda? – una voz masculina preguntó a su vez a lo que Pepa asintió – Buenas noches, espere en línea por favor – el hombre indicó y Pepa esperó a que la otra vez le contestaran. Quién lo hizo fue Paco y luego de saludarla le pidió que fuera urgente a comisaría.

– ¿Qué ha pasado? – esta vez la voz de Pepa sonaba preocupada y miró a Silvia que sólo le acarició la espalda – ¿Por qué tengo que ir?

– No quisiera hablar de esto por teléfono Pepa – se disculpó el comisario con un dejo de tristeza – es mejor que venga usted personal-

– No voy a quedar con la incertidumbre señor comisario – la voz de la modelo era más urgente – No iré antes de que me diga lo que está pasando.

– Es… está bien – suspiró el hombre con nerviosismo – se trata de su ex marido….

– ¿Qué ha pasado con Andrés? – quiso saber Pepa mucho más nerviosa que antes – ¿Dónde está?

– Su ex marido… – Paco odiaba dar este tipo de noticias – Su ex marido ha sufrido un accidente automovilístico – explicó por fin – Lo siento mucho Pepa pero Andrés Cañizares está muerto….

Diva: El Gato y el Ratón #LHDP #PepaySilvia

Y la bola sigue rodando….


 

 

Capítulo Treinta y Tres: El Gato  y el Ratón

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– No puedo creer la ficha de este hombre… – Paco Miranda murmuró para sí mismo con preocupación al revisar por segunda vez en lo que llevaba de mañana el informe personal de Lucas Fernández a la comisaría adjunta de Barcelona. Paco decidió hacer ese trabajo personalmente en lugar de mandárselo a alguno de sus agentes. No lo hizo porque no confiase en sus hombres sino porque el caso de la incriminación a la modelo Pepa Miranda ya se estaba tornando demasiado personal para él. Había tomado el caso como una bandera de lucha personal y sabía que no habría vuelta atrás hasta no dar con el verdadero asesino de Fernández, aclarar lo sucedido en la incriminación de la modelo y limpiar su nombre de una vez y para siempre.

Lo que le quedaba por hacer además de estudiar la ficha del científico asesinado era tomar la declaración del ex tenista Andrés Cañizares que había quedado de llegar a la comisaría en torno a las diez de la mañana y todavía faltaban un par de horas para eso. Había muy poca gente en la comisaría a esa hora, sólo estaban los agentes del turno de noche que debía cambiar con los agentes entrantes.

– Buenos días Miranda….

La voz de don Lorenzo Castro hizo respingar a Paco que no se esperaba la visita de su suegro en la comisaría. El ex comisario estaba preocupado por la carga de trabajo de su yerno y sobre todo por la presión que llevaba a cuestas con el caso tan mediático que involucraba a un personaje famoso. Lorenzo si bien ya estaba retirado de su trabajo en el cuerpo de policía de San Antonio, a veces ofrecía sus servicios de consultor cuando Paco lo necesitaba o en casos como estos, cuando el caso tomaba aristas importantes como el de este asesinato.

Ambos hombres se saludaron y don Lorenzo le explicó a su yerno el motivo de su visita, cosa que Paco agradeció muchísimo y le relato a grandes rasgos la ficha personal del occiso.

– Es que es para no creerlo don Lorenzo – explicó Paco con sequedad – Lucas Fernández fue todo un personaje.

Aquí dice que luego de salir de la isla de Zulia en Venezuela donde trabajó como internista en la isla de los leprosos, volvió a España donde trabajó un tiempo como celador en el hospital central de Barcelona y luego pasó a ser internista en una clínica privada gracias a que falsificó todos sus antiguos documentos de trabajo. Los de la comisaría de Barcelona me dijeron que ese hombre fue ayudado por un hombre relacionado con el círculo social más poderoso de esa cuidad realizando, además de su trabajo público en la clínica, otros trabajos privados para ese hombre. Todos relacionados al área de medicina.

– Lo que me dices me suena a la jodida mafia Paco – Don Lorenzo expresó con evidente preocupación – ¿Usted cree que Cañizares esté relacionado con algo así? Porque yo hablé con la modelo Pepa Miranda que es su ex y ella me dijo que si bien él podría estar de todo esto, no lo cree capaz de un acto tan atroz.

– Tú sabes muy bien Paco que a las personas en realidad jamás se las llega a conocer bien del todo – respondió el ex comisario con seriedad – Además, si esa mujer piensa que Cañizares ha tenido que ver sólo para perjudicarla a ella, tú también sabes que tendrás que averiguar si tiene razón o no.

– Lo sé don Lorenzo, lo sé – resopló Paco molesto – Tendré que interrogarlo sobre eso y sobre si está metido en algo relacionado con la mafia. Sé que en Barcelona operan pequeños grupos de delincuentes y bandas especializadas en el lavado de dinero, trata de blancas y prostitución. Todo ese bajo mundo donde además de delincuentes catalanes están involucrados también delincuentes de otros países y ahí la pasta corre como pólvora.

Otra cosa que me preocupa sobre este caso es que Lucas Fernández al parecer trabajó en uno de estos grupos como sicario. – relató Paco con el entrecejo fruncido – Sin embargo su modus operandi no fue con armas de fuego sino con armas biológicas. Él es médico por lo que bien pudo eliminar a sus objetivos de una manera mucho más limpia que un balazo en la cabeza.

– Todo esto es demasiado complejo de investigar sin evidencia Paco – Don Lorenzo expresó con severidad – Tanto, que además de interrogar a Cañizares tendrás que viajar a Barcelona lo antes posible para investigar a fondo todos los datos que tienes con la policía catalana.

– Será todo un follón don Lorenzo pero tiene razón – Paco estuvo de acuerdo – Tendré que hacer ese viaje lo antes posible, de hecho creo que me pondré a ello luego de interrogar a Cañizares, pero gustaría tenerle presente como consultor durante el interrogatorio si es posible.

– ¿Por qué me necesitas a mí y no a alguno de tus hombres? – preguntó el ex comisario con curiosidad – ¿No crees que sepan hacer bien su trabajo?

– Mis agentes son buena gente, pero no tienen la experiencia que usted tiene suegrito – dijo Paco con una sonrisa más jovial – Además, sé que usted no se sentirá intimidado por la fama de Cañizares como sí podría pasarles a mis hombres. De hecho ocurrió con Pepa cuando esa chica estuvo aquí y me costó lo mío quitarle de encima a todos los bobos que le pedían una foto o un autógrafo.

– Está bien hombre, puedes contar conmigo – don Lorenzo respondió con una sonrisa afectada, tocado por la consideración de su yerno. La charla acabó con una sacudida de manos y luego se prepararon para el morrón que se les venía encima con la llegada de uno de los deportistas más respetados y famosos de España.

****

Mientras eso ocurría en comisaría, en casa de Pepa también reinaba un ambiente de preocupación. Dicha preocupación era reflejada por el rostro de la modelo y por todos los gestos ansiosos que emanaba su cuerpo. No se podía estar quieta. Había pasado la noche pensando en todo lo que había pasado durante en el día en la comisaría y no podía quitarse de encima la abrumadora sensación de estar metida en un follón mucho más complicado del que en realidad creía. La noche anterior se había despedido de Raquel. Su abogada y amiga le prometió que ella se encargaría personalmente de las indagaciones del caso de Fernández en Barcelona así que iba a ponerse a ello lo antes posible. Pepa le agradeció toda la ayuda pero le pidió que se cuidara y que si necesitaba algo, fuera lo que fuera, que le avisara. Raquel no se pudo ir hasta que le juró a la morena que lo haría.

La que también abandonó la mansión esa noche fue Rita. Lo hizo porque tenía trabajo pendiente en casa y porque ya era demasiado tarde. Pepa sabía que la enfermera había llegado por sus medios a la comisaría y no quería que se fuera sola a casa, así que llamó a Manu para que lo hiciera en uno de sus carros. Rita agradeció mucho el gesto de Pepa pero la chica lo desestimó y en cambio fue ella quien le agradeció la ayuda que le brindó cuando estaba ad portas de entrar en prisión.

– Me habéis salvado de caer tras las rejas Rita, la que tiene que agradecerte por todo soy yo – admitió la joven conmovida y abrazó a la mujer más grande con fuerza y por largo rato. Rita dijo que no tenía que agradecer nada porque para eso estaban las amigas y Pepa le pidió mantenerse en contacto más seguido, cosa en la que Rita también estuvo de acuerdo.

Así que durante la noche, sólo Sara, Silvia e Isabella acompañaron a Pepa la que intentó por todos los medios descansar, pero sin que consiguiera pegar ojo en toda la noche.

La mañana siguiente llegó y Pepa seguía siendo tal atado de nervios que ni siquiera Silvia había podido tranquilizarla.

– No puedes seguir así Pepa que no te hace bien – Silvia había intentado razonar con ella sin éxito, recibiendo de vuelta miradas mordaces. – No me mires así que tú sabes que tengo razón, Paco ya está trabajando en esclarecer todo lo sucedido, tienes que calmarte un poco hija.

– Estará allí – murmuró Pepa más para sí misma que para Silvia sin oír lo que la pelirroja decía – Estará ahí y yo tengo que verlo, tengo que estar presente, tengo que saber… ¡la puta ostia!

– Estás hablando de él, ¿verdad Pepa? – Silvia preguntó con el entrecejo fruncido sintiendo una feroz acometida de celos – Estás hablando de tu ex marido.

Pepa no respondió pero Silvia no necesitó una respuesta porque la cara de Pepa lo decía todo. Esta vez fue Silvia la que se alejó de su novia hecha una furia maldiciendo que el pasado de Pepa interfiriese con su felicidad.

Maldijo en voz alta su suerte y fue algo que Pepa no soportó oír saliendo de los labios de su pelirroja. Pepa abrazó a Silvia por la espalda con fuerza y no la soltó.

– Es el padre de Isa – intentó explicar la morena con la voz más suave que pudo encontrar – Andrés es mi pasado pelirroja y es inevitable que nuestra hija nos una pero yo he tomado una decisión y esa decisión es estar contigo. Sin embargo estoy preocupada. Estoy cagada de miedo Silvia porque a pesar de todo lo que haya pasado con Andrés yo lo sigo respetando como el padre que es de mi hija y no quiero que le pase nada, pero no por él, sino porque no quiero que Isa se vea afectada por todo lo que está ocurriendo, ¿Entiendes lo que he dicho? ¿Entiendes mi desesperación?

Pepa obligó a Silvia a voltearse para mirarla de frente y la besó. Beso que también Silvia correspondió con un dejo de la misma desesperación que embargaba a Pepa.

– Yo te amo Silvia – espetó la modelo con seriedad – Tanto que si te pasara algo enloquecería, pero ahora mismo lo que más me preocupa es Isabella. Ella y su padre, porque no quiero que salga perjudicada por todo esto que está pasando cariño. Ella todavía es pequeña y tengo miedo de que esto llegue a sus oídos de alguna manera. Por eso tengo miedo y por eso necesito hablar con Andrés, porque tengo que saberlo. Saber de sus propios labios si está involucrado con la muerte de ese cabrón de Lucas o no.

Silencio fue todo lo que Pepa recibió como respuesta, pero los ojos de Silvia que la miraban con fiera intensidad fueron mejores que sus palabras.

– ¿Necesitas que te acompañe a comisaría? – la pregunta de Silvia fue acompañada de una sonrisa que Pepa respondió con una de medio lado y otro beso que les dejó sin aliento.

***

– Señor Cañizares, ¿me podría dar un autógrafo?

– ¿Y una foto?

– ¿Me puede firmar esta imagen? Es para mi hijo que su fan…

 

– ¡A trabajar señores que esta es una comisaría no una sesión fotográfica! – el vozarrón de mando de Paco acalló de golpe el entusiasmo que se había formado en la sala de la brigada con la llegada de Andrés Cañizares. La comisaría de San Antonio por segunda vez en la semana acogía a un personaje famoso y como era de esperarse, los agentes de policía tanto mujeres como hombres estaban revolucionados. Sobre todo las mujeres porque Andrés Cañizares era un hombre guapo y ellas lo sabían.

Acostumbrado como Pepa a ese tipo de acoso de los fans, Andrés no tuvo problemas para saludar a los agentes que le pedían autógrafos y alcanzó a firmar algunos y sacarse algunas fotos antes que llegase el comisario a cortar todo el gallinero.

Don Lorenzo que también se encontraba presente cuando había llegado el ex tenista hizo lo suyo callando a sus ex agentes con su característico «¡Anormales de carrito!» y mentando a sus sagrados cojones cosa que le causó a Cañizares bastante gracia, pero disimuló su sonrisa con un carraspeo.

Paco se disculpó con el hombre alto y de barba descuidada saludándolo con un apretón de manos y el mismo se lo llevó a la sala de interrogatorios, siendo acompañados por Don Lorenzo muy de cerca después de hacer las presentaciones. Luego de ofrecerle algo de beber pero que Cañizares rechazó comenzó el interrogatorio.

– Primero que todo quisiera darle las gracias por haber venido hasta acá señor Cañizares – explicó Paco con un dejo de nerviosismo – Sé que usted debe tener una vida bastante ocupada, así que de verdad se os lo agradezco.

– Estoy para lo que necesite comisario – respondió el ex tenista en voz alta esbozando una sonrisa que luego borró – Sin embargo me gustaría que me explicase mejor el motivo por el cual estoy siendo interrogado. ¿De qué se trata todo esto?

Paco resopló mirando a su suegro que estaba sentado a su lado y asintió cuando el hombre mayor hizo lo mismo mirando la ficha policial de Fernández. Abriendo el expediente, Paco sacó una imagen del cadáver de Lucas Fernández que procedió luego a enseñársela al deportista.

Andrés la vio y cerró los ojos evidentemente afectado y al mismo tiempo asqueado por lo grotesco de la imagen.

– Lucas Fernández fue hallado muerto la noche del cuatro de mayo de este año con un balazo en el pecho cerca del centro polideportivo las Acacias en Madrid – explicó Paco con seriedad – Según los antecedentes de este caso, este hombre estuvo involucrado con un grupo de personas de la alta sociedad en Barcelona y su nombre ha sido conectado con ese tipo de gente, así que mi pregunta es la más obvia ¿Ha visto a usted a este hombre antes? ¿Lo conoció de alguna parte?

– Sí – fue la respuesta clara de Andrés mirando por última vez la cara del occiso – Sí lo conocí. Bueno, en realidad fue un encuentro casual en un bar de Barcelona – contó con acritud – Estaba celebrado mi noviazgo con un grupo de amigos y mi novia en un bar y pues, uno de mis amigos tuvo un problema respiratorio. Se atragantó con un hueso de aceituna y Lucas que esa noche estuvo allí le dio los primeros auxilios a mi amigo y lo salvó. En agradecimiento lo invité a la celebración y de ahí nos hicimos conocidos y lo estuve ayudando cuando lo necesitaba pero eso es todo. Nunca lo vi como un mal tío, era un poco loco para sus cosas tal vez pero nunca tuve problemas con él. Lamento mucho que esté muerto.

El tono serio y firme de Andrés Cañizares puso en duda la teoría de que el ex tenista estuviese involucrado con la muerte de Fernández. Ni Paco ni don Lorenzo vieron en sus rasgos algún atisbo de duda o nerviosismo pero todavía no podían descartarlo del todo como sospechoso.

– Muy bien señor Cañizares, gracias por aclararnos ese punto – expresó Paco con el entrecejo fruncido mirando los otros antecedentes de Lucas, esta vez los financieros. Paco le explicó de esto a Andrés y el hombre moreno asintió respondiendo que entendía lo que le explicaron.

– Hay otros antecedentes que indican que el occiso debía dinero – dijo el comisario – sus cuentas fueron aumentadas durante un periodo de tiempo bastante largo, considerando que cuando regresó al país desde Venezuela estaba quebrado. ¿Fue por eso que usted lo ayudó? ¿Me puede explicar cómo fue que lo hizo señor Cañizares?

– Dándole trabajo – admitió con seriedad Andrés pasándose una mano por la barba – Cuando le conocí es cierto que estaba quebrado y fue por eso que le ofrecí trabajo en otra área de especialización cuando me dijo que trabajaba en la medicina. Como sabrán, yo dejé el tenis por una lesión y desde ese momento logré hacer mis pinos en otras áreas tales como el modelaje y sobre todo con sponsors de marcas deportivas. Lucas era un hombre con un gran físico y sabía mucho de anatomía por lo que no fue difícil que le consiguiera trabajo con ellos de consultor en medicina deportiva. Si bien, esa no era su área de trabajo original, sabía de anatomía lo suficiente para desempeñarse bien como consultor. Le gustaba mucho su trabajo y gracias a eso surgió y pudo vivir bastante bien en Barcelona. Lo sé porque habíamos seguido en contacto durante todo ese tiempo.

Otra cosa más que no encajaba con el perfil. Si bien aún existía la posibilidad de que Lucas estuviese involucrado con mucho más que sponsors de marcas deportivas eso todavía no estaba claro, pero Paco no dudó en preguntárselo al ex tenista.

– Con Lucas tenía una buena relación comisario pero no éramos lo que se dice, amigos – respondió con seguridad – Lo ayudé un tiempo con mis contactos y también con dinero, pero Lucas me devolvió el dinero que le presté hasta el último céntimo.

– ¿Cuánto dinero le prestó señor Cañizares? – Paco esta vez preguntó con curiosidad – ¿Fue mucho?

– Fueron quinientos euros – respondió Andrés haciendo memoria – Eso lo hice días después de haberlo conocido cuando me contó por los problemas económicos por los cuáles estaba pasando. Prometió que me devolvería el dinero cuando encontrase trabajo y eso fue lo que hizo.

Andrés respondió y sacó del bolsillo de su chaqueta un recibo de ese dinero. Paco lo leyó y se lo entregó a don Lorenzo, la firma de Fernández era clara en el documento así que la teoría de inculpación por cobro de dinero estaba descartada.

Sin embargo sabía que ahora se venía lo más peliagudo. Explicarle que la muerte de Fernández pudo ser por encargo y que también Pepa estaba involucrada en ese hecho.

Paco le dijo que tenía pruebas suficientes para dejarlo fuera de sus teorías incriminatorias y Andrés suspiró con alivio.

– ¿Eso quiere decir que soy libre de irme? – preguntó el hombre con gravedad – Si ya no me necesitan….

– Hay una cosa más señor Cañizares – respondió Paco en el mismo tono evitando que el deportista lograra levantarse de la silla – La principal razón por la cual está usted aquí se llama Pepa Miranda.

Como si hubiera recibido una patada en la tripa. Así reaccionó Cañizares al oír el nombre de su ex y así mismo fue como se sintió la propia Pepa después de oír su nombre y ver a su ex con la expresión adusta.

– ¿Qué tiene que ver Pepa con todo esto? – la preocupación inundó los rasgos severos del deportista que había dejado atrás su semblante sereno – ¿Qué significa?

– Pepa Miranda fue incriminada por el asesinato de Fernández cuando se encontraron sus huellas en el cuerpo del muerto – explicó Paco con severidad – Ella y Lucas tuvieron un altercado en Venezuela donde se conocieron mientras su ex esposa estuvo en una isla de ese país debido a un tratamiento médico ¿Lo sabía?

– Sí – admitió Andrés – Sabía que Pepa estuvo enferma y que se tuvo que ir al extranjero para curarse porque ella misma me lo dijo antes de irse, pero no sabía que ella y Lucas se conocían.

– ¿O sea que durante el tiempo que usted y Fernández estuvieron en contacto él nunca le mencionó sobre su relación con su ex mujer y los problemas que tuvo con ella? – Paco al igual que don Lorenzo comenzaban a dudar de la versión del tenista.

– Lucas mencionó en alguna oportunidad sobre un rollo que tuvo con una tía, pero nunca me dijo que esa persona fuera Pepa – explicó con cansancio – No tenía idea de lo que estaba pasando y tampoco que tengo que ver yo con todo esto.

– Su hija – la seriedad en la voz de Paco era poderosa – Su hija y la batalla por la tuición que tiene con ella. Usted conoció al occiso señor Cañizares, y lo siento pero no me creo que el señor Fernández no le haya dicho nada sobre eso imaginando que Fernández sí sabía quién era usted y qué lo vincula con la señora Miranda.

– Es una locura – murmuró para sí Andrés sonriendo a lo ridículo de todo eso – ¿Acaso me está acusando de haber matado a Lucas para incriminar a Pepa y así poder quitarle a nuestra hija?

– Eso es precisamente lo que estoy diciendo – respondió el comisario en tono grave cruzado de brazos – ¿Qué responde usted?

– Respondo que Pepa Miranda está loca – espetó Cañizares apretando los dientes con rabia – Que es una loca y que llamaré a mi abogado para interponer una demanda en su contra por injurias y difamación. Si ha tomado este caso como una guerra en mi contra bien, de puta ostia, si quiere guerra eso tendrá.

Al tiempo que Cañizares decía eso al otro lado del espejo una Pepa Miranda muy afectada por sus palabras se desvanecía….

Si Te Olvido, Recuérdame: Sirvienta (#PepaYSilvia)

El último capítulo de esta historia va pronto…


 

Capítulo 24

 

Capítulo Veinticuatro: Sirvienta

 

“Siempre es bueno ser agradecido. No mucha gente tiene la suerte que tú tienes y eso siempre es bueno agradecerlo” – Anónimo.

 

«Antes de regresar a Guadalquivir junto a Pepa hablé con Luciano. Él me contó todo sobre el rescate de mi mujer y me dijo que los grandes responsables de que ella todavía estuviese viva fueron unos pescadores artesanales de la Isla de la Cuarentena que aparecieron en la Isla del Lazareto cerca del yate del Gordo justo en el momento en el que mi macarra caía al agua. Me dijo que ellos la subieron a su bote y se la llevaron al Sanatorio Villamar de la Isla de la Cuarentena donde fue atendida por el doctor Miguel Aguilera quién trató las heridas de mi esposa hasta que despertó dos semanas más tarde. También me dijo que ese facultativo había decidido trasladar a Pepa hasta el Claustro del Carmen en Mahón esa misma semana porque no podían permitirse seguir manteniéndola internada en un lugar tan pequeño y con escasos recursos. Luciano se había contactado con el doctor Aguilera y le hizo viajar hasta Menorca para una última revisión a Pepa antes de irse. El hombre, a mis ojos bastante serio pero jovial, le dio el visto bueno a mi chica para viajar en avión ya que la herida en su cabeza estaba sanando sin problemas. Yo le agradecí al facultativo toda su ayuda y me despedí de Luciano con un abrazo y una sonrisa agradecida en frente de Pepa que nos miraba con el entrecejo fruncido bastante inquieta. Conocía tanto a mi macarra que sabía que el motivo de aquel enfado eran sus eternos celos que aun cuando no me recordase ella siempre sentía cuando otra persona, sobre todo los hombres, se me acercaban más de lo habitual.

Pero Pepa también se despidió de Luciano con un poco de timidez sin perder su oportunidad de rodear mi cintura con su brazo para acercarme a ella. No estoy segura si aquel gesto de posesividad de su parte fue a posta o sin querer, pero me di cuenta que lo hizo llevada por sus acostumbrados celos. Mi descerebrada rubia todavía seguía allí en el fondo de su ser a pesar de su amnesia y en parte yo amé saber que no estaba perdida del todo.

Salimos de las Baleares esa misma tarde rumbo a Sevilla. Tenía conmigo toda la medicina que el doctor Aguilera le recetó a Pepa, incluido el Sumatriptán inyectable que a mi chica le suministraban en el Claustro. Decidí además avisar en San Antonio que regresaría a Sevilla y les mandaría una carta a todos diciéndoles la verdad sobre Pepa. Ellos merecían saber que ella estaba viva pero que todavía no era conveniente que la vieran, así que eso fue lo que hice durante el viaje en avión.

Pepa se quedó a mi lado pegada a mi cintura como una lapa debido a su miedo a los aviones y yo tuve que suspirar sorprendida. Ella estaba acostumbrada a aquellos viajes. Le gustaba mucho volar pero entendía que no recordaba haberlo hecho nunca.»

 

– No pasará nada malo Pepa, no te asustes – le dije con una sonrisa mientras le acariciaba el dorso de la mano que tenía a la vista. Pepa tenía un agarre de muerte del apoyabrazos de su asiento y todo su cuerpo estaba en tensión – Tienes que relajarte cariño porque si no la cabeza volverá a dolerte. Ella ni siquiera pudo responderme en voz alta y yo decidí tranquilizarla dándole un suave relajante natural que la hizo dormir durante todo el viaje. Yo aproveché aquel silencio para terminar mi carta a la familia  que dejaría en un buzón a nuestra llegada a Madrid, y terminaríamos nuestro viaje rumbo a Sevilla.

El viaje de vuelta a casa fue sin contratiempos y yo me sorprendí gratamente de ver a Pepa tan emocionada por todo lo que la rodeaba. Su alegría infantil era contagiosa y yo no podía evitar reírme cuando señalaba a los animales que veía por la ventanilla del auto en nuestro camino a Guadalquivir. No fue ninguna sorpresa para mí saber que de todos los animales que Pepa vio, los que más llamaron su atención fuesen los caballos.

– Tú tienes un caballo Pepa – le dije con una sonrisa y me reí cuando ella me miró con cara de sorpresa – No me mires así que es cierto, tu caballo es un semental llamado Relámpago que vive en un establo cerca de nuestra casa y yo también tengo uno pero es una yegua negra llamada Ébano que tú me regalaste hace algunos años. Vi a mi macarra asentir con la cabeza y luego quedarse cabizbaja al no poder recordar de lo que estaba hablando.

– No recuerdo nada de lo que usted  me ha dicho mi ángel – ella me respondió con timidez como era su nueva costumbre – Ni siquiera recuerdo saber subirme a un caballo, pero son tan lindos….

Su profunda tristeza por algo tan cotidiano me rompió el corazón y yo apreté su mano derecha con mi mano izquierda mientras conducía y le pedí que no se preocupara.

– Las cosas que has olvidado ya las aprenderás de nuevo mi amor – le aseguré con suavidad mirando su rostro y la carretera al mismo tiempo – Tenemos mucho tiempo hasta que regresen todos tus recuerdos, pero ahora sólo tienes que disfrutar de esta nueva oportunidad, ¿Vale? Que yo estaré contigo hasta que eso suceda.

Mis palabras parecieron animarla y ella asintió ahora mucho más relajada y se volteó para seguir mirando por la ventana del copiloto. Pasamos de largo a unos jinetes en el camino y vi que Pepa volvía a hacerme frente con una nueva pregunta.

– ¿Puedo ver a mi caballo cuando lleguemos, mi ángel? – ella quiso saber y yo sonreí – Es que tengo mucha curiosidad de saber cómo es.

– Me encantaría poder complacerte en eso ahora cariño pero me temo que hoy no será posible – lamenté con amabilidad y tuve que aguantarme las ganas que tenía de besarla al verla haciendo un mohín decepcionado. Se volvió a quedar cabizbaja como una niña pequeña regañada y yo ya no pude seguir viéndola tan triste. – No te estoy negando esto porque quiera mi amor pero tú tienes que descansar. Ha sido un viaje agotador y sé que tú estás cansadita así que cuando lleguemos lo primero que haremos será darnos una ducha rápida y luego a la cama. Mañana tendrás todo el día para montar a tu caballo si quieres.

Fue todo lo que necesité decirle a mi macarra para hacerla sonreír de nuevo. Ella me agradeció las palabras con un beso tímido en la mejilla y siguió disfrutando del paseo hasta que llegamos a nuestra casa. Como sucedía con todo lo nuevo, Pepa se sorprendió de saber que vivía en una casa tan linda. Se quedó mirando los alrededores asombrada por un momento pero volvió a tensarse cuando le dije que se adelantara a la puerta.

Yo me di cuenta de su reticencia a entrar cuando la vi de pie como un pasmarote cerca de la puerta y me acerqué a ella queriendo saber qué le sucedía.

– ¿Por qué no entras cariño? – le pregunté extrañada – ¿Te ha vuelto la migraña?

– No mi ángel no es mi cabeza – ella me respondió avergonzada – Es que no sé si… no me siento cómoda de irrumpir en su casa e instalarme en ella así como así. No me quiero aprovechar de su amabilidad, sé que debe sonar tonto pero es que usted me está abriendo las puertas de su casa y yo no sé cómo pagarle todo lo que está haciendo por mí.

Yo la besé, no pude aguantarme. En un arrebato le di un piquito en los labios que ella aceptó con los ojos cerrados y el cuerpo tembloroso y le dije que la casa era nuestra. Me costó lo mío convencerla que no tenía que pagarme nada porque yo no lo hacía buscando una recompensa. Le aseguré que la casa también era de ella y sólo se convenció cuando vio diversos cuadros con nuestras fotografías de la boda y de cuando éramos más crías desperdigadas por todo el salón y el comedor. Fue allí que se convenció de que lo decía era cierto y se quedó tranquila.

– Creo que lo mejor que podemos hacer ahora es descansar, Pepa – le dije a mi chica con una sonrisa pero luego me quedé callada sabiendo que esta vez nos enfrentábamos a un nuevo problema. El de compartir o no nuestra habitación. Le pregunté a Pepa qué era lo que quería y no me sorprendí cuando ella me dijo otra vez que no quería robarme la cama.

– Usted sabe que yo puedo acomodarme donde sea – me respondió encogiéndose de hombros – Pero no quisiera estorbar su intimidad con mi presencia.

Yo tuve que poner mis ojos en blanco ante sus cursis palabras y suspiré. Supe entonces que debíamos dormir en habitaciones separadas y le dije que podía acomodarse en la habitación de huéspedes que había frente al cuarto principal y que era más pequeña.

Mi mujer estaba visiblemente más cómoda en aquella habitación más sencilla y yo no pude evitar sentirme mal. No quería a Pepa lejos de mí, pero sabía que no podía obligarla a quedarse a mi lado si no quería. Su nueva personalidad más pasiva y más sumisa seguía incordiándome pero tampoco podía obligarla a ser como era antes sino recordaba cómo hacerlo.

– Yo tomaré el primer baño rápido y te avisaré cuando puedas entrar, ¿Bueno? – le dije con suavidad y ella me miró con nerviosismo – Si no quieres descansar luego de asearte puedes hacer lo quieras amor, pero evita salir de la casa por esta noche. Mañana podremos ir dónde tú quieras pero esta noche nos quedaremos aquí.

– Usted manda mi ángel – ella asintió con la cabeza y yo volví a poner los ojos en blanco al oír sus palabras – Yo hago lo que usted me diga.

Me rendí. Estaba a punto de regañarla por tratarme con tanto respeto, pero en lugar de hacerlo, me acerqué para darle un beso de buenas noches en la coronilla.

– Si te sientes mal durante la noche avísame, ¿Vale cariño? – le pedí en tono suave pero firme mirándola a los ojos – No quiero saber que has pasado una mala noche debido a tus migrañas porque no me lo has dicho. Pepa se encogió de hombros y rehuyó mi mirada llena de timidez, pero no dejé pasar su actitud infantil – No estoy bromeando Pepa, yo quiero saber si tienes dolores porque no dormiré tranquila sabiendo que te quedarás callada en eso. – la obligué a que me mirara a los ojos y le acaricié la mejilla con suavidad – Ya no estás solita mi amor y tampoco sigues viviendo en el Claustro dónde sabías que no debías molestar el descanso de las hermanas que te cuidaban. Ya no tienes que sufrir sola tus crisis porque yo puedo ayudarte con ellas, soy tu esposa y soy médico ¿O se te ha olvidado?

– Eso no se me ha olvidado mi ángel pero todavía no quisiera molestarla – ella me respondió con sencillez – Estoy acostumbrada a sufrir mis crisis sola, no tiene que estar siempre pendiente de mí. Sé que usted también está cansada y no quisiera interrumpir su descanso por culpa de mis dolores de cabeza.

Estaba furiosa. Pero no con Pepa por supuesto sino con el hijo de puta del Gordo por haber osado lastimar a la mujer que amaba hasta el grado de transformarla en una persona que no reconocía. – «Espero que te estés pudriendo en el infierno, maldito hijo de puta» – maldije para mis adentros pero abracé a mi chica convenciéndola que no me molestaba en absoluto. Tomando otro camino, tuve que obligarla a que lo hiciera como una orden que por supuesto tuvo que acatar con nerviosismo a una represalia y sólo así pude tomar el baño que tanto necesitaba. Cuando salí le avisé a Pepa que podía entrar a tomar el suyo y le di las buenas noches para encerrarme en la habitación más grande, que yo sentía mucho más inmensa con la ausencia de mi esposa.

Pasé una noche curiosamente tranquila ya que Pepa no me despertó con su dolor de cabeza y cuando me desperté  casi me da algo al ver que tenía una bandeja con el desayuno listo a un costado de mi cama. La bandeja estaba llena de todo lo que a mí me gustaba y estaba además adornada con una flor silvestre de color lila y una nota escrita a mano de mi macarra.

«Aquí le dejo su desayuno mi ángel – ella escribió con letra clara – Pasé una buena noche de sueño por eso no supo de mí hasta ahora. Le he hecho caso y no he salido de casa sino hasta la puerta para coger la flor que debe tener en sus manos y le hice el desayuno esperando que sea de su agrado. Yo ya tomé el mío hace un rato así que espero que disfrute del suyo. Con todo mi cariño, Pepa.»

Suspiré llena de contento por ese gesto de mi macarra. Si bien no era la primera vez que disfrutaba de sus dotes culinarias o de este tipo de sorpresas, saber que no había perdido su galantería con el accidente me llenaba de dicha. Me serví el desayuno disfrutando de cada bocado y me volví a duchar con rapidez para agradecerle a Pepa lo que había hecho por mí. Tenía que agradecerle el gesto como correspondía así que esta historia seguirá luego».

Silvia guardó el diario de su mujer en su mesita de noche y bajó al primer piso con la bandeja en la mano. Pasó por el pasillo directo a la cocina así que no vio a su mujer todavía hasta que salió al salón y se quedó de piedra ante la visión que tenía de ella.

Todos los muebles del salón habían sido removidos a una esquina mientras en la otra Pepa estaba en sus manos y sus rodillas atareada encerando el piso de madera. La pelirroja vio a su mujer ataviada con ropa vieja y desgastada pasando un paño lleno de cera por la madera, limpiando todo a su alrededor.

– ¿Se puedes saber qué jolines estás haciendo ahora, Pepa? – Silvia le preguntó a su esposa poniendo los brazos en jarras y mirando a la rubia con desconcierto.

– Estoy limpiando mi ángel – la chica le respondió con una sonrisa cansada pero llena de orgullo – no se acerque más porque el piso está resbaloso y no quiero que se lastime.

– No tenías que hacer esto hoy Pepa – Silvia le dijo con suavidad dejando de lado su suspicacia – Podríamos haberlo hecho las dos, así no tienes que esforzarte tanto. Ella hizo ademán de ayudar a Pepa con la limpieza pero la rubia negó con la cabeza acercándose al mismo tiempo que intentaba limpiar sus manos sucias en su ropa.

– No quiero que se ensucie las manos con esto mi ángel yo puedo hacerlo – Pepa le aseguró con una sonrisa tímida instando a la pelirroja a que se acomodara en un sofá al otro lado de la habitación – Para mí no es ningún problema encargarme del aseo de vuestra casa, es lo menos que puedo hacer para agradeceros toda vuestra ayuda.

Silvia negó con la cabeza dándose cuenta que su mujer sólo seguía su rutina impuesta en el Claustro. Ella vio con evidente sorpresa que además de encerar el salón y el comedor, Pepa también se había encargado de cocinar y de lavar la ropa sucia que Silvia tenía del viaje a las baleares.

Pero el colmo de su paciencia llegó cuando descubrió a su niña lavando la ropa a mano en la tina del baño y arrodillada en el suelo frío. Pepa había dejado de lado la lavadora y la secadora y optó por lavar toda su ropa de esa manera.

– Pero mi amor, tenemos lavadora para lavar la ropa – Silvia le dijo cuando descubrió a su macarra en el cuarto de baño – Te quedarás con la espalda y las rodillas destrozadas si continúas  en esa posición, no puedes seguir esforzándote de esa manera.

– Me gusta hacer esto mi ángel – ella le respondió con simpleza sin dejar de lado su sonrisa – estoy acostumbrada a lavar la ropa de esta manera, en el Claustro no habían lavadoras y sé que la ropa queda mucho más limpia si se lava así, yo estaré bien no tiene que preocuparse por mí.

– Ven acá Pepa – Silvia obligó a su mujer dejar lo que estaba haciendo y la ayudó a ponerse de pie para dejarla instalada en el asiento del inodoro luego de bajar la tapa. Tomó las manos frías de su rubia entre las suyas y le acarició la cara con ternura, dándose cuenta del cansancio que ella tenía en todo el cuerpo.

Sé que estás acostumbrada a trabajar duro porque crees que es lo que mereces mi amor, pero no es cierto – Silvia le aseguró con suavidad sin dejar de lado las caricias que Pepa recibía con los ojos llenos de emoción – Además yo no quiero a mi lado a una sirvienta cariño, tú no eres mi esclava eres mi mujer. Eres la persona que amo con locura y que quiero tener a mi lado como una igual, como una compañera no como una sirvienta. Recuerda que ya no vives en el Claustro mi amor y no necesitas estar haciendo estas cosas para agradecerme nada, porque estás en tu casa. Es nuestra casa y yo también quiero ayudarte con este tipo de cosas, ¿Bueno? No tienes que hacerlo todo solita.

Pepa miró a la mujer de sus sueños con una sonrisa sumisa y los ojos brillantes de emoción y asintió con la cabeza a todas sus palabras.

– Me costará adaptarme a todo lo que usted me ha dicho mi ángel pero lo intentaré – Pepa estuvo de acuerdo – Sin embargo igual quisiera seguir encargándome de la cocina porque me he dado cuenta que me gusta mucho cocinar y más si lo hago para usted. ¿Me dejará hacer al menos eso?

– Por supuesto que sí mi amor – Silvia le respondió con una sonrisa cálida y un beso en la frente – Siempre has sido la dueña y señora de la cocina así que nunca me he atrevido a irrumpir en ella. Ese es tu mundo.

Pepa correspondió a la sonrisa de Silvia con una emocionada y abrazó a su ángel dándole las gracias por todo. Silvia dejó a su chica de vuelta en su cuarto y ella terminó con la limpieza de la ropa traspasándola de la tina a la lavadora y luego a la secadora pensando en cómo lograr que su chica volviese a ser como antes. Sabía que le esperaba un largo camino a la recuperación de su macarra pero para eso sabía que tenía todo el tiempo del mundo.